CORPUS
CHRISTI
Esta fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo se comenzó a celebrar en Lieja (Bélgica) en 1246, siendo extendida a toda la Iglesia occidental por el papa Urbano IV en 1264, y tuvo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la eucaristía.
La celebración de esta fiesta lleva unida la procesión con el Santísimo Sacramento. Esta procesión recuerda la presencia real de Cristo en la Eucaristía. En el Sacramento del altar no solo recordamos al Señor, sino que Él mismo se hace presente verdaderamente en el pan y el vino eucarísticos. Procesionar con el Señor es, por tanto, una profesión de fe. Confesamos que Cristo está en medio de nosotros, a nuestro lado, se ha hecho un Dios cercano y disponible.
Los ocho días que
siguen a la fiesta del Corpus Christi, los dedicamos los cristianos a continuar la fiesta.
Aquí tienes un texto para cada día de la octava. Los textos recogen verdades que afirma la fe
referentes a la Eucaristía. ANTES CUATRO IDEAS PREVIAS Autor del texto: Padre José Pedro Manglano Castellary. Índice de Web Católico de Javier
1. Si puedes, procura hacer este rato de oración delante de un Sagrario estos ocho días.
2. El texto de cada día está fragmentado en tres partes por letras capitulares. Están
para que interrumpas la lectura y hables con Dios sobre lo que has leído. Y así cada
vez.
3. No olvides que lo importante es que hables con Él. Y que le escuches.
4. Puedes empezar cada día con la oración inicial, y terminar rezando la oración final.
ORACIÓN INICIAL
Señor, espero en Ti; Te adoro, Te amo, auméntame la fe. Quiero que seas mi apoyo en
todo: sin Ti no puedo nada. Tú te has quedado en la Eucaristía, indefenso.
Quiero que te sientas amado por mí: para eso intentaré cuidarte, acompañarte, tener
detalles contigo, adorarte, agradecerte, valorar cada vez más esta locura tuya,...
Y quiero sentirme amado por Ti: que me alegre tenerte tan cerca, que me sienta
acompañado, seguro, querido, fortalecido, comprendido, escuchado, alimentado, ... ; hazme
Tú ese regalo especialmente estos días y siempre que te coma.
ORACIÓN FINAL
Elige una de éstas:
1. Acuérdate de las palabras que dirigiste a tu siervo: Quien come mi Carne y bebe mi
Sangre, en Mí permanece y Yo en él. ¡Tú en mí y yo en Ti! ¡cuánto amor!, ¡Tú en
mí, que soy un pobre pecador, y yo en Ti, que eres mi Dios! Una sola cosa, y sólo esto
busco: vivir en Ti, en Ti descansar y no separarme nunca de Ti.
Inspirada en el Cardenal Bona
2. ¡Amor! Tú eres fortísimo pero a la vez yo te veo debilísimo. Fortísimo, pues nadie
se te puede oponer; y debilísimo, puesto que una miserable criatura como yo te vence, te
supera llamándote Amor.
Sta, M. Magdalena
3. Señor que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te
escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que
queramos estar siempre junto a Ti, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros
trabajos.
Señor mío Jesús: haz que sienta, que secunde de tal modo tu gracia, que vacíe mi
corazón.... para que lo llenes Tú, mi Amigo, mi Hermano, mi Rey, mi Dios, mi Amor!
San José María Escrivá
4. Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo , os pido perdón por los que no creen, no
adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os
adoro profundamente y os ofrezco el precioso Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro
Señor Jesucristo, que se encuentra presente en todos los Sagrarios de la tierra, y os lo
ofrezco, Dios mío en reparación por los abusos, sacrilegios e indiferencias con que Él
es ofendido. Amén.
Oración del Ángel a los pastores de Fátima
DIA 1º LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI
"Esto es mi Cuerpo" (Mt 26,26)
¿0ctava? ¿Qué es eso? En las fiestas lo paso bien, estoy contento ¿Qué tiene que ver
el Corpus con mi alegría? Hoy es fiesta; sí, una gran fiesta para los cristianos. Hoy
fijamos con más atención nuestra mirada en la Sagrada Hostia, donde Jesús está. Y
estamos de fiesta porque es una suerte, un regalo de Dios tener a Jesucristo tan cerca
realmente, a nuestro lado; y es una suerte, un regalo ver cuánto nos quiere Dios: hasta
el punto de quedarse real y físicamente, bajo los accidentes del pan y del vino. ¡Dios
que se hace pan!... ¡para estar cerca de mí! ¡y para alimentarme a mí!
A todos nos gusta, cuando se puede, alargar las fiestas. Por eso desde hace mucho tiempo
los cristianos alargamos esta fiesta durante ocho días, de ahí la "Octava" en
los que nos esforzamos por agradecerle, adorarle, tratarle mejor en la Eucaristía.
Un día de verano mientras celebraba la Misa un padre agustino, una mosca revolotea
alrededor del cáliz, que está sin cubrir. Aunque el sacerdote aleja la mosca con la
mano, ésta vuelve una y otra vez hacia el cáliz, posándose en él de vez en cuando. La
mosca es tan insistente, que acaba por distraer a todos. Cuando termina la Misa, el
sacerdote se dirige a los asistentes: quizás os hayáis distraído, pero yo pensaba que
todos nosotros deberíamos ser como esa mosca; buscar la Sangre de Cristo, su cercanía,
una y otra vez, con insistencia.
Dile al Señor que durante estos días quieres ser como esa mosca: revolotear a su
alrededor. Y aunque las actividades del día te alejen de Él físicamente, que te ayude a
llevar tu cabeza hacia los sagrarios muchas veces cada día. ¡Búscale!, búscale muchas
veces en el sagrario durante estos días.
Gracias, Dios mío, por amarme tanto. Lógico que me ames porque soy tu hijo. Pero...
¡que hayas hecho la locura de hacerte Pan! Y ¿cómo te tratamos los hombres? ¿cómo te
trato yo? Durante estos ocho días voy a procurar tratarte bien; en serio, Señor, quiero
visitarte, adorarte más,... Y perdona si hasta ahora no te he hecho el caso que
debería. Gracias.
Si quieres, puedes quedar con Él en comulgar estos ocho días, o asistir a la bendición
durante la octava, o hacer un rato de oración junto a un sagrario. Y por
supuesto, si te es posible hoy acompañarle en una procesión... le darás una alegría.
DIA 2º LA INSTITUCIÓN.
"Mientras cenaban, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y,
dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad y comed, esto es mi Cuerpo. Y, tomando el Cáliz
y habiendo dado gracias, se lo dio diciendo: Bebed todos de él; porque ésta es mi sangre
de la nueva alianza" (Mt 26, 26-28)
San Juan Bosco tenía una especial devoción a María Auxiliadora. El día de su fiesta
organizó con ilusión y mucho esfuerzo una Misa con los chavales que conocía. La Iglesia
estaba llena de muchachos: seiscientos, que iban a comulgar. Estaba preparado un gran
copón lleno de Hostias, que Don Bosco iba a consagrar en la Misa. Pero el sacristán se
olvidó de llevarlo al altar. Habiendo pasado ya el momento de la consagración, es cuando
se da cuenta de que no lo ha llevado. Ahora, su distracción no tiene remedio. ¿Qué va a
ocurrir, Señor? ¿qué desilusión tendrán esos centenares de muchachos que se apretaban
en el pasillo central dirigiéndose a comulgar? Ellos no saben nada y van llegando al
comulgatorio; Don Bosco tampoco lo sabe. Abre el sagrario y sólo encuentra un pequeño
copón con unas pocas Hostias. Mira bien en el Sagrario pero ya ve que no hay nada más.
En seguida comprende que su sacristán se ha olvidado de llevarlas. Alza los ojos al
cielo, y le dice así a la Virgen:
- Señora, ¿vas a dejar a tus hijos que vuelvan sin comulgar?.
Toma el coponcito, y empieza a dar la comunión. Y aquellas pocas Hostias se Multiplican.
El sacristán, asombrado, asiste al prodigio: se le salían los ojos de sus órbitas.
Cuando termina la Misa muestra a Don Bosco el copón que se había olvidado en la
sacristía:
- ¿Cómo ha podido dar la comunión a todos, con tan pocas Hostias? ¡Es un milagro,
señor Don Bosco! ¡Un milagro que ha hecho usted!
-¡Bah! -dice Don Bosco con indiferencia. Junto al milagro de la transustanciación, que
obra el sacerdote al consagrar, el de la multiplicación de las Hostias es
insignificante... Además, lo ha hecho María Auxiliadora.
Es verdad: el milagro que ocurre cada día en la consagración es más grande que el de la
multiplicación de las Hostias de Don Bosco. Jesucristo no dejó lugar a dudas: ESTO ES MI
CUERPO; esto, que sigue pareciendo pan, ya no es pan: es mi Cuerpo.
La transustanciación es el milagro que ocurre en la consagración: el pan deja de ser pan
aunque siga pareciendo pan; solo cambia la sustancia, lo que es y no se ve.
- ¿Y cómo puede el sacerdote hacer todos los días ese milagro? Porque Jesús mandó a
los Apóstoles "Haced esto en memoria mía" mandó que repitieran esa acción
sagrada. Y como no manda imposibles, les dio el poder para cambiar el pan y el vino en su
Cuerpo y Sangre. Y los Apóstoles confirieron ese poder sacerdotal a otros hombres, y así
generación tras generación hasta los sacerdotes de hoy.
Creo, Jesucristo, pero ayúdame a creer más. Quiero asistir a la Misa, a partir de hoy,
con una fe mucho más grande. Concédemelo Tú. Y que sepas que me duelen las veces que he
asistido con indiferencia, con poca atención o cariño, con rutina. Me duelen todos mis
pecados. Te pido perdón ahora. (Puedes hacer el propósito de mirar fijamente el Cuerpo
de Cristo en la Misa, cada vez que el sacerdote lo muestra a los asistentes, especialmente
cuando lo alza en la Consagración).
DÍA 3º MISTERIO DE FE
"El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y yo en él( .. ) Sin embargo
hay algunos que no creen( .. ) Por eso os he dicho que ninguno puede venir a Mí si no te
fuera dado por el Padre" (Jn 6, 56, 64-65)
"0iga, no tengo fe", me decía preocupado y contrariado un chaval. Al
preguntarle por la causa de esa inesperada afirmación, contestó: - Porque cuando estoy
delante del sagrario no siento nada y no acabo de ver ahí a Jesucristo.
No. No es eso la fe. La fe no es SENTIR, ¡ es ASENTIR¡ ¡decir con la cabeza que crees
eso! La fe es un regalo de Dios por el que yo afirmo con mi cabeza (aunque no lo vea y no
lo entienda) que lo que Dios dice es verdad; ¿Cómo no va a ser verdad si Él ha hecho
todo?
"La presencia de Jesús en la Eucaristía, bajo dimensiones tan pequeñas y en tantos
lugares a la vez, parece plantear dos aparentes dificultades: ¿Cómo puede un cuerpo
humano estar presente en un espacio tan pequeño?, y ¿cómo puede un cuerpo humano estar
en varios lugares a la vez? Estas dificultades, claro está, son sólo aparentes. Dios lo
hace, luego puede hacerse. Hay que recordar que Dios es el autor de la naturaleza, el Amo
y Señor de la creación. Las leyes físicas del universo fueron establecidas por Dios, y
Él puede suspender su acción si lo desea, sin que cueste un esfuerzo a su poder
infinito" (Jesús Martínez, "Hablemos de la fe).
Si has hecho el Camino de Santiago a pie o en bicicleta, cuando se deja la provincia de
León y se sube el puerto del Poio, se pasa por la Capilla de Cebreiro, donde una
tradición muy fuerte, corroborada por fuentes históricas y arqueológicas, sostiene lo
que sigue. Un monje celebraba Misa un día de gran tempestad: lluvia, viento, frío.
Y un paisano de Baxamaior, pueblecito al pie de esa montaña, sube el puerto para oír la
Misa. El monje celebrante, de poca fe, menosprecia el sacrificio del campesino, como
pensando: ¡qué exagerado! ¡con el tiempo que hace... y viene a Misa desde allá abajo!
En el momento de la consagración el monje percibe cómo la Hostia se convierte en carne
sensible a la vista, y el vino del Cáliz en sangre, que hierve y tiñe los corporales con
la sangre.
Dame, Dios mío; una fe grande. Yo comeré la Carne de Cristo con cariño y frecuencia
para que permanezcas y crezcas en mí. Pero Tú dame una fe más grande: que esté
convencido de que vale la pena hacer cualquier esfuerzo por mi parte para poder estar
contigo físicamente junto al Sagrario, o recibirte. Quiero visitarte todos los días un
momento. Y cuando pase junto a una Iglesia quiero siempre saludarte, al menos con el
corazón, desde fuera, diciéndote "Hola".
Ángel de mi guarda, recuérdamelo tú, por favor.
DIA 4º PRESENCIA REAL
"Discutían entre los judíos diciendo: ¿cómo puede éste darnos a comer su carne?
Jesús les dijo: en verdad, en verdad os digo, que si no coméis la carne del hijo del
hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe
mi sangre, tiene vida eterna y Yo lo resucitaré el último día." (Jn 6, 52-53)
S. Lewis, es un escritor británico al que se le muere su mujer, Hellen, de la que estaba
profundamente enamorado. Sus primeros días y semanas como viudo son
tremendamente duros para él: vacío, soledad, impotencia, recuerdos, amor y fe. ¡Cuánto
echa de menos a su mujer! Y se da cuenta de que ahora a su mujer sólo la tiene en
imágenes: en imágenes de fotografías que conserva en casa, o en imágenes que guarda en
el pensamiento. Y que esas imágenes no son Hellen. Esas imágenes le consuelan poco,
porque lo que él necesita es a Hellen, y no imágenes de ella; esas imágenes no tienen
importancia en sí mismas. Y escribe que al día siguiente por la mañana, un cura le
hará comulgar una Hostia fría, pequeña, redonda e insípida. Y se pregunta si es una
desventaja, o acaso en cierto modo una ventaja, que esa Hostia no se parezca nada a lo que
realmente es esa Hostia. Y expresa con fuerza: "necesito a Jesucristo y no a nada que
se te parezca. Quiero a Hellen y no a nada que se le asemeje a ella".
Tenemos a Jesucristo en el Sagrario; aunque la Hostia no se parece a Él, es Él. Lo que
tiene importancia es que la Hostia es Cristo, y lo de menos es que la Hostia se parezca a
Cristo.
Santa Teresa afirma sin dudar, que es una gran ventaja que en la Hostia no aparezca
Jesucristo en toda su grandeza: "Además, si viéramos tan gran majestad, ¿cómo se
atrevería una pecadorcilla como yo, que tanto le he ofendido, a estar tan cerca de
Él?" De hecho cuenta que cuando se acercaba a comulgar, a veces "se me erizaban
los pelos y todo parecía que me aniquilaba". "¡Quién se atrevería, si le viéramos con tan gran majestad, a
acercarse a Él con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones!" Y
reza: "¡Oh, Señor mío! Si no encubriérais vuestra grandeza ¿quién se atrevería
a ir tantas veces, cosa tan sucia y miserable con tan gran majestad?".
Jesús, es a Ti a quien necesito, y eres Tú quien está en el sagrario. No me importa que
no se parezca la Hostia a tu persona: es más, mejor que no se parezca. Creo, pero quiero
creer más: que me dé cuenta, que sea consciente de que estás vivo, esperándome,
escuchándome, apoyándome, animándome, orientándome... en el sagrario. Y gracias.
DIA 5º CUIDARLE COMO MERECE
"Sin mí no podéis nada" (Jn 15, 5)
Un famoso arquitecto protestante fue a ver una iglesia católica nueva, interesado por el
valor artístico. Dado que el párroco no estaba en casa se sirvió del monaguillo para
que le enseñara el templo. Al pasar por delante del altar en que se guarda el Santísimo,
el chico hizo una genuflexión:
Oye, ¿por qué haces eso?
Y el chico expuso como pudo la doctrina católica sobre la presencia real de Jesucristo en
la Eucaristía.
- Entonces, ¿tú crees que Dios está real y verdaderamente presente en el tabernáculo?
La respuesta fue afirmativa:
- ¡Caramba! Si yo supiera que esto es cierto, andaría de rodillas por toda la
iglesia."
- Por supuesto que no vamos a andar arrodillados por las iglesias u oratorios, pero
sí podemos darnos más cuenta de quién vive allí, de quién es ese lugar: porque allí
vive Dios, ¡ nada más y nada menos!
Que cuando entremos en la Iglesia nuestra primera mirada vaya al sagrario. Que las
primeras palabras se las digamos a Él. Que cada vez que pasemos ante el Sagrario hagamos
una genuflexión bien hecha: la rodilla derecha en el suelo, mientras con los ojos se le
mira y con el corazón se le dice algo. Que nos movamos por allí con respeto.
Porque allí vive Dios, en la iglesia no hablamos en voz alta, ni comemos, ni fumamos, ni
nos sentamos directamente en el banco al llegar, sino que le saludamos antes poniéndonos
un momento de rodillas, ...
Porque allí vive Dios, cuidamos el modo de vestir, ponemos flores, colaboramos todos para
que el edificio se mantenga lo mejor posible, procuramos que haya arte, ... Y cuando nos
acercamos al altar hacemos una buena genuflexión, porque adoramos a Jesucristo que está
realmente en el Sagrario.
¿Cómo estás en la Iglesia? ¿Tratas a Dios con reverencia? ¿Tienes un santo temor
de Dios, por tratar a Dios como se merece? ¿o a veces se podría decir que estás en la
Iglesia como en un salón de actos, como en el cine?
Sin Ti, Señor, no puedo nada, Pero te tenemos tan cerca, con nosotros, ¡tan a nuestro
alcance! Siempre que algo me preocupe, o me alegre, quiero sentir la necesidad de acudir a
Ti, de acercarme a un sagrario, en cuanto me sea posible, y hablar de eso contigo. Y allí
los dos a solas, Tú y yo, preguntarte, contarte, pedirte, reír, llorar, agradecerte, ...
María y San José, que le tratásteis, con tanto cariño a Jesús: ayudadme a cuidarle yo
en el sagrario; a veces me despistaré y me puedo olvidar de que le tengo ahí cerca:
llevadme vosotros a Él. Gracias.
DIA 6º SENTIRSE AMADO
Viene a mi memoria -escribía San Jose María Escrivá de Balaguer- una encantadora
poesía gallega, una de esas Cántigas de Alfonso X el Sabio. La leyenda de un monje que,
en su simplicidad, suplicó a Santa María poder contemplar el Cielo, aunque fuera por un
instante. La Virgen acogió su deseo, y el buen monje fue trasladado al paraíso. Cuando
regresó, no reconocía a ninguno de los moradores de su monasterio: su oración, que a
él le había parecido brevísima, había durado tres siglos. Tres siglos no son nada,
para un corazón amante. Así me explico yo esos dos mil años de espera del Señor en la
Eucaristía. Es la espera de Dios, que ama a los hombres, que nos busca, que nos quiere
tal como somos limitados, egoístas, inconstantes, pero con la capacidad de descubrir su
infinito cariño y de entregarnos a Él enteramente."
¡Veinte siglos esperando! Se dice pronto, pero... eso no lo hace cualquiera. Es
importante sentirse amado por Dios cuando estamos delante de Jesús Sacramentado.
¡Qué bien se está junto al Sagrario cuando se ve su amor, cuando uno sabe que Él le
estaba esperando. "Os diré -continúa el autor- que para mí el sagrario ha sido
siempre Betania, el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo, donde podemos contarle
nuestras preocupaciones, nuestros sufrimientos, nuestras ilusiones, nuestras alegrías,
con la misma sencillez y naturalidad con que le hablaban aquellos amigos suyos, Marta,
María y Lázaro."
Y por otro lado, que Él se sienta amado por ti, especialmente cuando comulgas. Mira lo
que dice el evangelio: "No deis las cosas Santas a los perros, ni echéis vuestras
perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y revolviéndose os despedacen
" (Mt 7, 6).
La Iglesia ha aplicado estas palabras de Jesús a la administración de los sacramentos, y
de modo singular a la Eucaristía: debemos recibirle bien preparados, dignamente.
Para comulgar es preciso estar bautizado, darse cuenta de lo que se hace y estar en gracia
de Dios. Y la Iglesia nos pide que guardemos una hora de ayuno. Si cumplimos estas
condiciones podemos recibir dignamente y con fruto la Eucaristía.
Y si no estamos en gracia de Dios, no debemos comulgar. Escribe un poeta: "Soy el pan
de los ángeles. Y pobre del que me reciba en pecado como Judas. Soy la muerte en la boca,
soy el infierno en el vientre de aquel despavorido" (Ibáñez Langlois).
Pero ese es el mínimo. Es bueno que nos preparemos lo mejor posible para un encuentro tan
íntimo con Dios dentro de mí.
"Por eso, escribe Santa Teresa; pienso que si nos acercamos al Santísimo Sacramento
con gran fe y amor, que una vez bastaría para hacernos ricas, ¡cuánto más
recibiéndole tantas veces!, pero parece que nos acercamos a Él por cumplido y así nos
luce tan poco".
Quiero, Jesucristo, acudir perseverantemente ante el sagrario, físicamente o con el
corazón, para sentirme seguro, para sentirme sereno: pero también para sentirme amado..,
¡y para amar!
Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió
vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
DIA 7º ALIMENTO
"Sin mí no podéis nada " (Jn 15, 5)
"Danos hoy nuestro pan de cada día" (Mt 6, 11)
Imagínate un viaje en el que tienes que recorrer, como en todos los viajes, un camino.
Pero resulta que ese camino no es de tierra, ni de carretera asfaltada, ni de piedras: es
un camino de tiempo. No andas metros, sino que andas tiempo. Al cabo de un rato de empezar
ese viaje, en vez de encontrar señales indicando los kilómetros que has andado, te
indican que has andado horas, días, años,... Pues eso es la vida: un viaje que no para.
Todos, por eso, estamos de viaje.
La vida es un viaje, sí; pero ¿a dónde se viaja? A la otra vida, donde ya no hay tiempo
y que ya es una vida para siempre. Los cristianos sabemos que estamos de viaje hacia el
Cielo.
Pues bien: La Iglesia nos dice que la Eucaristía es panis viatorum, el pan de los que
están de viaje. En este viaje largo hacia el Cielo el alimento que tenemos es la
Eucaristía.
Los ciclistas, en ciertos puntos de las etapas largas, tienen un AVITUALLAMIENTO, donde
les dan alimento, comida, para poder continuar. Si no lo hacen así pueden tener una
"pájara". Así los cristianos en este largo viaje de tiempo, para poder vivir
como cristianos, para poder amar, perdonar, vencer en las luchas,
etc... necesitamos comer a Cristo.
Teresa de Calcuta decía que el trabajo que hacen las misioneras de la Caridad es muy
duro: todo el día entre los más pobres de entre los pobres. Cuando le preguntan que
cómo pueden aguantar dice que la fuerza la toman cada mañana adorando a Jesús en la
Eucaristía, la Misa y la Comunión. "Si no fuese por eso, dice, no podríamos
aguantar".
Jesús, estoy de viaje hacia el Cielo: llevo ya años, no sé cuántos me quedarán. Pero
sí sé que Tú eres mi alimento. Procuraré comulgar con frecuencia para tener vida
eterna, más gracia, más fuerza y así llevar un paso fuerte y seguro. Y si alguna vez me
da la pájara... ya sé por qué es y qué tengo que hacer. Gracias, Señor, porque eres
mi Dios y te has hecho mi Pan, el Pan de mi alma. Gracias.
DÍA 8º LO TENEMOS AHÍ AL LADO
Cuenta el evangelio que un día de los que salió Jesús con algunos de sus discípulos en
barca por el gran lago de Genesaret, Jesús se quedó dormido a bordo. Cambió el viento,
y se levantó una violenta tempestad, tan grande que los discípulos se pusieron bastante
nerviosos: aquellas olas amenazaban con volcar la pequeña embarcación. Tan cansado
estaba Jesús que sigue dormido. Los discípulos hacen lo que pueden, pero al final, ya
casi paralizados por el miedo, parece que se dan cuenta de que allí al lado tienen a
Jesucristo, y le despiertan: ¡Jesús, despierta, que morimos! Se levanta, ordena la
calma, y les dice: ¡hombres de poca fe!
Todos los pasajes del evangelio se repiten hoy día. Cuántas veces nos ponemos nerviosos
ante situaciones concretas, y nos cuesta darnos cuenta de que tenemos a Jesucristo a
nuestro lado, realmente presente en los Sagrarios. Y nos cuesta acudir a Él llenos de fe.
Aceptamos y creemos que está en la Eucaristía, pero a veces queda como una verdad
teórica, y no influye en nuestras vidas: no sentimos su seguridad, su compañía, su
presencia.
Auméntanos, Señor, la fe. Que te sepamos siempre a nuestro lado. Que recurramos a Ti
espontáneamente. Sé siempre Tú nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestro apoyo,
nuestro "paño de lágrimas", nuestro Dios cercano, nuestro Amigo, nuestro
Médico, nuestro Maestro, nuestra seguridad.
Gracias.