Biografía de José María Lorente Pérez.

Historia de un amor

José María Lorente y Teresa Páramo

FIESTA DE LA ASUNCIÓN Año 1921

El día 15 de agosto de 1921, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, nace un amor. En la Iglesia de la “Santa” de los carmelitas de Ávila, se unen en santo matrimonio José Mª Lorente con la joven Teresa Páramo, a la que conocía desde que era niña.

Los padres de Jose Mª empezaron a veranear en Ávila poco después del año 1891, al ser nombrado como canónigo y fiscal del Sr. Obispo de Ávila futuro Cardenal Sancha, Agustín, hermano de su padre, Feliciano, con el que estaba muy unido. Por este motivo, los veraneos en Ávila se fueron repitiendo y pasados los años la familia seguía veraneando en Ávila, y José Mª repetía con frecuencia. “Yo soy de los primeros veraneantes de Ávila”.

Las raíces estaban echadas, allí en Ávila murió un verano una hermanita de Jose Mª y ahí fue enterrada, asi mismo, una hermana de su madre que había entrado de religiosa en el convento de Mosén Rubi de las M.M. Dominicas de clausura tambíen murió y allí fue enterrada, después de haber llevado una vida muy ejemplar. La familia, de la que iba a ser su esposa, pasó unos años en Ávila al ser el padre, Militar de Estado Mayor y estar destinado en Ávila durante algún tiempo Allí nació Teresa y allí se conocieron las dos familia, las dos de recias raíces cristianas.

Cuando llegó el momento de la elección José Mª no dudó en la elección de su esposa, pues conocía, desde niña, la virtud de aquella joven, a la que amó entrañablemente y en fidelidad cristiana, hasta su muerte. Con ella, Teresa, va a comenzar una bella Historia de amor, jalonada por continuas bendiciones del cielo.

José María, era el segundo de cinco hermanos, veía la luz primera, el día 23 de marzo de 1891 en el nº. 9 de la madrileña Puerta del Sol Fue bautizado en la parroquia de San Ginés, de Madrid, donde se habían casado sus padres, ambos eran cristianos ejemplares.

Feliciano, su padre, era catedrático de Farmacia en la Universidad de Granada, compañero del padre Manjón, con el que le unía una estrecha amistad. Muy pronto, Feliciano pidió la excedencia y vino a Madrid para poder dedicarse de un modo especial a su mujer e hijos, a los que procuró dar una educación cristiana y profesional lo más completa posible y seguirlos mas de cerca a la vez que se dedicaba a diversas obras de caridad y apostolado. Tuvo relación muy directa con don Manuel González, futuro obispo de Málaga y posteriormente de Palencia, proclamado beato por el Papa, Juan Pablo II. y recientemente canonizado por el Papa Francisco. También se relacionó en esos años con D. Ángel Herrera, futuro Cardenal de la Iglesia.

Eran los años en que, D. Ángel Herrera, viendo la situación de España y sus necesidades, fundó El Debate, periódico católico. A esta empresa, D. Feliciano, padre de José Mª, prestó su apoyo. José María siempre manifestó una verdadera veneración por su padre, persona muy bondadosa, sumamente piadoso y muy preparado profesionalmente. Cuando José María apenas tenía siete años, murió su madre al dar a luz al último de sus hijos, hecho que le afectó profundamente, y cuyo recuerdo le acompañaría toda su vida.

Teresa (futura esposa de José Mª. Lorente) era hija de Rafael Páramo, Coronel de Estado Mayor e Ingeniero Geógrafo y dada su situación profesional tuvo que cambiar con cierta frecuencia de destino. Su madre, Javiera Villanueva, era navarra de pura cepa, nacida en Pamplona, en la misma plaza del Castillo, ocurrió la coincidencia de que su hija nació en Ávila, en la Plaza de Santa Teresa, el día 20 de octubre del año 1901, mientras estaba pasando la procesión de Sta Teresa delante de su casa, por lo que resultó casi obligado ponerle el nombre de Teresa. Fue la segunda de cinco hermanos, de ellos, dos fueron religiosos, una religiosa adoratriz y otro jesuita.

Era una familia de fuerte raigambre cristiana. Las practicas y costumbres familiares fueron el humus en el que creció y se desarrolló la infancia y juventud de Teresa.

VIAJE NUPCIAL: DESTINO,ROMA

Inmediatamente después de la boda, los protagonistas de esta historia de amor José Mª. y Teresa, partieron los novios desde la Iglesia de los P.P. Carmelitas del Convento de Santa Teresa, camino de la estación del ferrocarril, de Ávila, para realizar su viaje de novios a Roma, con la máxima ilusión de que el Santo Padre bendijera su matrimonio. Era entonces Papa, Benedicto XV, antiguo Nuncio en España.

La pareja consiguió su deseo y el Santo Padre los recibió en audiencia privada, los bendijo, muy particularmente, a cada uno de ellos y también a sus familiares y a los hijos que Dios les quisiera enviar. Esto fue siempre, para ellos, un recuerdo inolvidable.

Saieron radiantes de la audiencia. La familia quedó bendecida para siempre. También les bendijo algunos rosarios, y en uno de ellos, José Mª. puso una medallita con la fecha de la audiencia y el nombre del Papa. Este rosario fue su Rosario del Papa, que Jose Mª conservó durante toda su vida, como recuerdo de este encuentro. Fue su rosario de siempre. Con él rezó los incon-tables rosarios de sus últimos años. Y en las excursiones que al final de su vida hizo a los alrededores de Madrid, llevado por sus hijos, solía llevar en el bolsillo otro rosario para rezarlo en el coche -como tenía por costumbre-, por temor a perder “su rosario del Papa”.

ESTUDIOS

José Mª aprendió las primeras letras de su madre y al morir ésta, recibió algunas clases de una profesora, pasando seguidamente a estudiar en el colegio de San Miguel, del que era director espiritual el Padre Garzón, S.J. Era muy aficionado al estudio, y sobre todo a las Matemáticas, de tal modo que llegó a escribir, con alguno de sus compañeros de colegio, un pequeño “Manual de Matemáticas”. Terminado el Bachillerato con mucha brillantez, inició en la Universidad Central la carrera de Ciencias Exactas. Más tarde comentaría que la Geometría le resultaba fascinante.

En el primer tercio del siglo XX la Matemática española vivió una época de oro. Célebre y verdaderamente notable fue el grupo de matemáticos riojanos como …. Julio Rey Pastor, Sixto Cámara, Félix Apraiz, Fernández Baños y otros. José Mª acabó la carrera con premio extraordinario, y dedicó algún año más a preparar su doctorado, bajo la dirección de Julio Rey Pastor, quién le propuso una investigación sobre Pedro Sánchez Ciruelo, matemático y filósofo del siglo XVI.

Y aunque hubiese preferido otro tema, D. Julio le insistió y José Mª. aceptó el deseo de su director de tesis.

José María Lorente Al fin, el día 14 de junio de 1918, leyó su tesis doctoral titulada Biografía y análisis de las obras de Matemática pura de Pedro Sánchez Ciruelo. (Catedrático de las universidades de Salamanca y Alcalá, en el s. XVI). Después de leer la tesis, que le dirigiera el eminente matemático español Don Julio Rey Pastor, realizó con él diversos trabajos. Éste, al referirse, en cierta ocasión, al pequeño grupo de graduados que trabajaban con él, dijo: “De todos, el mejor es José Mª. Lorente. Lorente (T.F. Glick, Einstein y los españoles, A. Editorial, 1986).

Para José Mª. aprender y comunicarse, era algo irresistible, que será una constante en su vida, y así, el mismo año que defendió la tesis, obtuvo el título de Magisterio. En su actividad docente previa a su toma de contacto con la Meteorología, lo encontramos entre 1915 y 1918 primero en Toledo, en el Instituto de Enseñanza Media, y después en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, donde continuó hasta 1922. En 1915 fué profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid y en 1917, quedó encargado de las prácticas de Geometría Métrica, en la Universidad Central de Madrid. Su ilusión fue siempre la enseñanza y para esta tarea se preparó, pero el Señor tenía dispuesto que no fuera catedrático. Pasados algunos años, él mismo comentaba: "Parece que el Señor no quería que fuese catedrático, pues, debido a mi sordera, me hubiera sido difícil dar las clases y atender a los alumnos. El Señor sabía lo que me convenía y era mejor para mí". Tras algún intento, tuvo que dejarlo para preparar oposiciones al Cuerpo de Meteorólogos, en el que llegó a ser una gran figura.

El 5 de mayo de 1921 ingresó en el Servicio Meteorológico Nacional. Después de ésto se licenció en Ciencias Físicas, con lo que pudo ascender en el mismo Cuerpo. Alguno de sus alumnos comentaban: ”Varias veces, en conversación con José Mª Lorente, surgía el tema de su encuentro con la Meteorología y él, poco explícito, siempre decía lo mismo: “Salieron entonces unas oposiciones a ayudantes de Meteorología y las hice”. Para ser facultativo meteorólogo era preceptivo el ingreso previo como ayudante, y en efecto, siete años después pasó a meteorólogo.

VIDA ESPIRITUAL

Jose Mª a los diez años recibió la primera comunión en la iglesia de las Dominicas de Mosén Rubí, de Ávila, de manos de su tío Agustín, canónigo de la Catedral de Ávila y hermano de su padre. Desde niño su vida espiritual se nutría diariamente con la santa Misa, visita al Santísimo y el rezo del Rosario.

Posteriormente su padre lo inscribió en la Congregación de los Kostkas (San Estanislao de Kostka) dirigida por el padre Oliver, S.J. y más adelante en la Congregación mariana de la parroquia de Santa Bárbara, en donde colaboró, a pesar del poco tiempo que le dejaban sus estudios, ayudando mucho a don Damián Bilbao, su celoso coadjutor, actuando como organista en los actos litúrgicos de la Congregación, pues dada su fina sensibilidad para el arte, desde muy niño empezó a estudiar música, dedicándose al piano, que llegó a tocar con mucho estilo y maestría, y en lo que ponía toda su alma.

Durante aquellos años colaboró en la Obra de las Marias de los Sagrarios y de S. Juan Evangelista, Obra fundada por D. Manuel González, (el Obispo de los Sagrarios abandonados) que ha sido canonizado recientemenete por el Papa Francisco, y que era amigo de su padre. Asi mismo, iba con su hermana Carmen, a los pueblos para visitar los “Sagrarios abandonados” como los denominaba D. Manuel, tantos Sagrarios que sufren abandono y soledad.

FISONOMÍA DE SU ESPOSA TERESA

Teresa, como hija de militar, tuvo que cambiar varias veces de lugar de residencia durante su infancia y juventud. La formación la recibió en casa. Y esto hizo que sus relaciones sociales fueran cambiantes y poco arraigadas. Sus padres y hermanos eran el núcleo sociológico en el que se movía fundamentalmente su vida.

De temperamento tímido y prudente muy sensible y dulce, servicial y observadora, dura consigo misma y de una gran fuerza interior capaz de aguantar con inmenso valor los avatares de la vida. Muy inteligente y de una gran profundidad, pero de pocas palabras. De piedad sencilla y honda, de Comunión y meditación diaria, interrumpía su labor para recitar breves oraciones. Su delicadeza de conciencia era mucha y así, impresionaba verla salir del confesionario, algunas veces, con lágrimas en los ojos. Guardadora del bienestar, orden y espíritu cristiano de la familia.

Espiritualmente podríamos decir que encarnó en su vida, el tipo de la mujer fuerte del Evangelio. En aquellos años el trabajo de la mujer fuera de casa era casi desconocido. Teresa, fue durante todos esos años, la madre ideal de sus diez hijos, prudente, fiel, trabajadora y sumamente piadosa.

Criados ya sus hijos, y adscrita a la rama de Acción Católica de su Parroquia del Buen Suceso, fue la activa y entusiasta Delegada de la Obra Pontificia de las Vocaciones Sacerdotales. Fue una madre ejemplar.

Teresa fue para José Mª. el ideal de esposa y madre cristiana. Con ella vivió años muy felices, y sus hijos nunca pudieron observar la menor desavenencia entre los dos. La paz y la armonía que reinaban en aquel hogar cristiano nunca fué alterada por nada, (y no faltaron ocasiones tristes, inluso dramáticas, como podremos luego comprobar).

LA FAMILIA Y… EL ROSARIO

El rosario fue una devoción mariana de gran raigambre en la familia como expresión de amor a María, y así Jose Mª cuando alguno de sus hijos volvía un poco tarde a casa, le gustaba esperarlo, para rezar con él, siquiera un misterio del Rosario. Cuando era más joven siempre lo rezaba de rodillas y al final, cuando ya no podía arrodillarse, adoptaba la postura más correcta posible. Solo mirarle invitaba a los que le acompañában a rezarlo con mayor devoción.

Al ordenarse sacerdote a los 71 años (siendo ya viudo), además del Rosario rezaba el Oficio Divino; y pasados algunos años obtuvo permiso del señor obispo para sustituirlo por el rezo del Rosario, el Rosario completo, los quince misterios. Ahora, tras San Juan Pablo II, al añadirle los misterios Luminosos, han pasado a ser veinte misterios. Para poder rezarlo con más devoción, compró un cuadernito en el que estaban representados los quince misterios, y contemplándolos y siguiendo cada uno de ellos, iba desgranando las cuentas del Rosario mientras su espíritu, se sumergía en la profunda contemplación de cada misterio. Era tanto lo que disfrutaba con la repetición de las Ave-Marías que no le importaba rezar otro con sus hijos. Decía que era tan hermoso que no le cansaba, antes al contrario, era para él un placer. Con el rosario en la mano, o al cuello, dormía todos las noches. Muchas veces lo besaba con una devoción y ternura impresionante; lo elevaba hacia el cielo, y mostrando un cuadro de la Virgen, repetía : "El Rosario, qué bonito es el Rosario, éste es el que me ha de llevar al cielo". Y al decirlo se emocionaba. Al fin de sus días pudo exclamar: "No tengo conciencia de haber dejado un solo día de mi vida sin rezar el Rosario".

Con exquisitez mariana saboreaba la Letanía lauretana a la Stma. Virgen y dejó dibujado un boceto, muy curioso en el que aparece la Virgen rodeada de todas las advocaciones A la empleada, que trabajaba en la casa, le hablaba del Rosario y le regalaba rosarios para ella y sus familiares.

También era muy devoto del rezo del Ángelus. En sus últimos años cuando ya no podía salir a la calle a la hora del Angelus llamaba a todos los de la casa para poder rezarlo juntos.

LA PROFESIÓN Y LOS HIJOS

Hijos de José María Lorente en escalera

José Mª. y Teresa tuvieron diez hijos. El primero, de nombre José María, murió como un ángel a los pocos años, después de haber recibido la primera comunión, otros dos murieron también siendo muy niños, de los siete restantes, tres se hicieron jesuitas, una carmelita y dos de la Institución Teresiana. Uno de los jesuitas se fue al cielo siendo muy joven, pocos años después de haber sido ordenado. Su muerte casi coincidió con la ordenación sacerdotal de su padre a la que no pudo asistir a causa de su grave enfermedad. La huella que este hijo dejó en la Compañía de Jesus fue muy fuerte. Fue un religioso ejemplar, superior y director espiritual del Seminario de Badajoz, de una profunda vida espiritual y de una bondad y sencillez notables.

Por su trabajo como meteorólogo tuvo que marchar al Observatorio de Izaña, casi en el pico del Teide, en la isla de Santa Cruz de Tenerife. Con él fue su esposa, pasando allí unos años muy tranquilos y felices.

En el pico del Teide a más de 2.300 metros de altura y entre una tormenta de nieve, nació su segundo hijo. La situación era difícil, sin asistencia médica y, al encontrarse solos y en peligro, él mismo tuvo que bautizar urgentemente a su hijo con el agua de socorro.

Este hijo es precisamente el que llegó a ser jesuita y, poco antes de morir, recibió la última absolución y primera de su padre, recién ordenado sacerdote. Lo hizo hijo de Dios además de hijo suyo, y lo puso por última vez en el Corazón de Dios Padre antes de dejar este mundo. Poco después, el matrimonio y sus dos hijos volvieron de nuevo a Madrid, de donde ya no se movieron.

En Madrid fueron naciendo sus hijos restantes. La alegría que el nacimiento de cada nuevo hijo producía en la familia era inmensa y asi se lo comunicaba a sus restantes hijos. Les decía muy contento “os ha nacido un hermanito” Inmediatamente venía el bautizo y esto era un motivo de fiesta familiar.

Procuraba que los nombres fueran de santos españoles: Pilar, Ignacio, Javier… además de los tres arcángeles, Rafael, Gabriel, Miguel , o empezando por los nombres de los padres, José Mª y Teresa Cuando vio que los hijos mayores estaban en edad adecuada para el deporte y los ejercicios físicos los inscribió en un grupo de Exploradores de orientación cristiana, eran unos años muy difíciles, anteriores a la guerra de 1936. Quería, hilando muy fino, que en sus vidas todo tuviera una recta ideología .

Asi mismo cuidaba mucho las películas a las que pudieran asistir por lo que se preocupaba, el mismo, de verlas con anterioridad. Aun no había llegado a los hogares la T.V… Jose Mª. era un madrileño enamorado de su "pueblo", como él decía algunas veces.

Cuando sus hijos eran pequeños. los domingos le gustaba llevarlos a pasear por Madrid para hacer "turismo madrileño", como él lo llamaba. Así les iba enseñando todos los rincones de Madrid. que de otro modo no se suelen visitar. Intentaba que, además de la fe, tuviesen una buena cultura.

Era la época de la posguerra en la que no había otro tipo de actividades mas sofisticadas, y cuando el coche era patrimonio de muy pocos. Disfrutaba mucho tocando el piano, que era su mejor distracción, cuando sus ocupaciones se lo permitían.

Observatorio atmosférico de Izaña Su vida de piedad y su amor a la familia iban inseparablemente unidos a su vida profesional. En su vida profesional, pasado algún tiempo se dio cuenta de que necesitaba asomarse al exterior y aunque el número de hijos había aumentado, dejo el cuidado de éstos a su mujer con la tranquilidad de que quedaban en buenísimas y seguras manos. Teresa cuidó de ellos como sabía hacerlo y la comunicación que tuvo con José Mª durante este tiempo fue frecuentísima.

José Mª tuvo la oportunidad de solicitar y obtener una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, y marchar a Alemania para hacer estudios, investigar y conocer nuevas técnicas en el campo de la Meteorología Aeronáutica en Lindemberg. Visitó distintos centros meteorológicos de Alemania, Suiza y Holanda, y de allí trajo informaciones muy valiosas para sus trabajos profesionales. Esta experiencia le permitió asomarse al mundo científico alemán y familiarizarse con las obras de los grandes climáticos alemanes, como Köppen, Geiger y Bornträger. Estos meses en Alemania marcaron una impronta en su formación científica. Conoció los archivos de datos meteorológicos y oceanográficos almacenados por la marina mercante alemana.

Desde Alemania escribió crónicas para El Debate, diario de orientación católica con el que colaboró hasta su jubilación. No contento con su preparación, para mejor cumplir con su función de periodista, a su vuelta a España cursó los estudios de Periodismo en la Primera Escuela de Periodismo, creada en España por el director de El Debate, D. Angel Herrera, futuro Cardenal Herrera Oria y asi empezó a escribir con asiduidad en ese diario, con el pseudónimo de Meteor, que conservó hasta su jubilación. De este modo, su pluma se dio a conocer dentro del mundo del periodismo. En la obra de Pedro Gómez Aparicio Historia del periodismo español en el volumen 4º, aparece como el creador de un género informativo y un nuevo estilo periodísti-co, y con sus “crónicas del tiempo” creó escuela, que la mayoría de los que hoy colaboran en los medios de comunicación social sobre "el tiempo" han aprendido de él. Los hijos iban llegando, la familia se ensanchaba y con ellos las alegrías y los trabajos, màs aunque estos aumentaban, su fe en Dios y en la Providencia no disminuía. De todos se ocupaba y a todos iban encaminando. Su casa era un hogar cristiano en el que, desde los más pequeños, todos se iban iniciando en la vida espiritual.

Diariamente se rezaba el Rosario, que él dirigía, asistía a la santa Misa y recibía la Sgda. Comunión acompañado de alguno de sus hijos. Su delicadeza de conciencia le llevaba a recibir con frecuencia el sacramento de la Reconciliación.

La suya era una vida de trabajo serio, y el tiempo que sus ocupaciones profesionales le dejaban lo dedicaba a la familia. Jose Mª. pasados unos años volvió de nuevo a Alemania y Suiza, como pensionista de la misma Junta de Ampliación de Estudios para ampliar su preparación y para estudiar “Radiación y Meteorología Aplicada a la medicina”, en Davos (Suiza). Con el tiempo, la influencia de Lindenberg y Davos se percibirán en parte de su Tratado de Meteorología Aeronáutica compuesto conjuntamente con el meteorólogo Dr. Pío Pita, así como en diversos trabajos sobre Meteorología médica y un sin fin de referencias al tema de la radiación, que fue uno de sus favoritos.

Pero todo esto no le impedía trabajar a favor de los demás; nadie se acercaba a él, que no saliera con alguna lección aprendida, y lo hacia con la sencillez que le caracterizaba. A nadie hería. No se imponía más que por la virtud; así, sus compañeros tenían buen cuidado de lo que hablaban delante de él, pues sabían que podrían herir su delicadeza con conversaciones menos caritativas. Procuraba, en lo posible, que todos cumplieran como buenos cristianos. A su sastre, pariente lejano, que los domingos tenía que salir muy temprano de Madrid por asuntos profesionales, le informó del horario de misas más tempranas, para que pudiera asistir a Misa antes de marchar al trabajo. El mes de mayo (mes dedicado a la Virgen María) y el de Junio dedicado al Sagrado Corazón, se celebraban de modo especial en familia, rezando juntos algunas oraciones y las letanías. El matrimonio procuraba inculcar en sus hijos la práctica de los Primeros Viernes de mes, y si por alguna indisposición, alguno de ellos, no podía ir a la iglesia ese día procuraban que vinieran de la parroquia para traerle al Señor Sacramentado.

FIESTAS FAMILIARES

En algunas ocasiones con motivo de un aniversario u otros motivos se organizaban pequeñas fiestas familiares en las que no podían faltar los conciertos de piano, ya que el padre y dos de sus hijos eran excelentes pianistas. Una hija era profesora de piano del Conservatorio.

Junto a esto se cantaba alguna coplilla adecuada o unos simples pareados que podían producir nostalgias o unas sonrisas inocentes. Eran las pequeñas compensaciones que el Señor les daba por tan generosa entrega.

En cierto momento en que ya se habían ido de casa varios de los hijos, hubo una reunión familiar a la que acudieron casi todos. Uno de los hijos cantó este estribillo:

Ya se van marchando
Ya se van los seis
La Virgen María
Los guarda muy bien.

A continuación se cantó esta malagueña:

Aunque haya mares por medio
Nunca yo os podre olvidar
Que mi cariño es tan hondo
Como las olas del mar
Si Dios nos ha separado
El nos volverá a juntar
Para juntos en el cielo
No separarnos jamás.

Familia Lorente: Padres, hijo y abuelo En esos encuentros familiares también había tiempo para las coplillas alusivas a algún acontecimiento personal como fueron los 90 años de Jose Mª, ya de sacerdote Entonces se le leyeron unos versillos que decían así:

Cuando se cumplen noventa,
comienza otra vez la cuenta.
*Se actualiza el marcador
para que marque mejor.
Es necesario primero,
colocarle bien a cero.
Ya vendrá el kilometraje,
a lo largo del viaje. (bis)
Como es notado, empezó,
en un siglo ya pasado.
Señalaba un astrolabio,
este niño será un sabio,

* Y dio sus pasos primeros,
donde estuvo un tapicero.
en medio de sillas finas
traídas de Filipinas. (bis)
Y sin ninguna violencia,
fue devoto de la ciencia
y dedicó sus desvelos,
a las obras de Ciruelo.
Levantó después el vuelo,
para ocuparse del cielo.
Metido en este negocio,
acabó en el Sacerdocio. (bis)

FUNCIONARIO FIEL Y SOLÍCITO

Volviendo ahora la mirada unos años atrás, a su vuelta de Canarias, el año 1925, le encargaron la jefatura de la Biblioteca del Servicio Meteorológico de Madrid, desempeñando su trabajo de un modo eficaz y ejemplar.

Cualquier usuario de la Biblioteca sólo tenía que dirigirse a Jose Mª. para obtener información precisa del contenido y grado de interés de cualquier volumen que se encontrase en las estanterías. Sus conocimientos científicos y su dominio de los idiomas, alemán, francés e inglés lo convirtieron durante los 35 años que estuvo al frente de este servicio en el consultor por antonomasia del Servicio Meteorológico Nacional .

José Mª Lorente informaba sobre el alcance de heladas, fenómenos extraordinarios, componentes meteorológicos en plagas y epidemias, bases para el desarrollo de la hidrología, urbanismo, problemática aún incipiente, medioambiental e infinidad de cosas más. Era siempre el hombre enterado, conocedor del último dato, la última teoría, en una época en que la información científica solo podía encontrarse en escasas y caras publicaciones especializadas. Escribió artículos y varios libros sobre Meteorología aplicada, especialidad en la que fue un adelantado y de la que formó escuela. En 1930 apareció su Compendio de Meteorología, publicado por la Editorial Labor. Muchos estudiantes del ámbito hispanoamericano se iniciaron con esta obra que alcanzó un éxito extraordinario.

En 1953 fue encargado de poner en marcha la Sección de Meteorología Agrícola. Su pasión era comunicar lo sabido. Era un divulgador nato.

Condecoraciones de José María Lorente Notable fue su aportación a la Climatología. Sus ideas sirvieron para la planificación de las redes. Fue el primero en concebir la clasificación por cuencas, que años más tarde harían realidad Reija y otros; inició las estadísticas de agua precipitada por cuencas; apoyó y fomentó la red fenológica; impartió prácticamente todos los cursos de climatología hasta poco antes de su jubilación. Inició la publicación del calendario meteorológico; realizó numerosos trabajos hasta el punto de ser en su tiempo el meteorólogo español más citado.

A su muerte, el director del Instituto Nacional de Meteorología, en nombre de sus compañeros, le envió una corona con esta inscripción: "Al padre de la climatología española".

El año 1943 se creó en el Consejo Superior de Investigaciones Científica, el Instituto de Geofísica que cuenta entre otras, con las secciones de Meteorología Aplicada a cuyo frente estuvo José Mª Lorente. Desde allí inició la publicación de numerosos trabajos e investigaciones. En estos difíciles años de la postguerra española por sus trabajos y actividades fué condecorado por el Gobierno con la Cruz de Comendador de la Orden del Mérito Civil y posteriormente con la Cruz de la Orden de Isabel la Católica, condecoraciones que recibió con humildad y con nula arrogancia.

Su alma volaba más alto y solo se gloriaba en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por el cual trabajaba y por el que se afanaba.

FIELES EN TODO

En los años anteriores al Concilio cuando las norma para recibir la Sagrada Comunión eran mas estrictas y exigían el ayuno desde las 12 de la noche anterior, Jose Mª que trabajaba en el periódico, El Debate, y llegaba a su casa, cerca de las 12 de la noche, cuidaba , reloj en mano, de cortar su cena en el momento que diera la hora. Asi era su delicadeza en el cumplimiento de las normas de la Iglesia y más de un día, tuvo que dejar la cena para poder recibir al Señor a la mañanita siguiente.

Para Jose Mª aunque era muy generoso en sus limosnas, siempre analizaba con detalle si había contribuido a favor de la Iglesia, y sus múltiples obras de caridad, con al menos el diez por ciento de sus ingresos, y así se lo enseñaba a todos los suyos.

Entre los papeles de avisos que dejo a sus hijos para después de su muerte, hay uno en el que encarece que si, en algún momento, no ha sido justo con alguien, que por favor lo restituyesen. Era rigurosamente exacto con la justicia y con el deber. No se permitía traer de su oficina un solo papel para su uso personal. De la misma manera pensaba su mujer. En su matrimonio, los dos eran selectos en todo.

PERSEGUIDO POR SER CRISTIANO

A finales de junio del año 36, su mujer y sus hijos, como en años anteriores, marcharon a Ávila para pasar los meses de verano. Durante esos meses Jose Mª. iba todos los fines de semana a Ávila para pasarlos con su familia.

Su visión sobrenatural de la vida y de los acontecimientos se hizo bien patente durante la Guerra Civil. El 18 de julio de 1936 por motivos profesionales no pudo viajar a Ávila y el comienzo de la guerra le sorprendió en Madrid, lejos de su mujer y sus hijos que habían marchado a Ávila para pasar el verano. Aunque la situación era tensa, para cumplir con su deber de periodista, renunció a marchar a Ávila la tarde del sábado para reunirse con la familia. Al día siguiente las comunicaciones quedaron rotas, debiendo quedarse en Madrid durante los tres años de la guerra. Su mujer Teresa con los niños se quedaron pues en Ávila separados de su padre. La situación fue muy delicada y el principal sufrimiento de todos era la separación de la familia, sin noticias unos de otros.

Fué en ese tiempo despedido de su trabajo y perseguido. Tres veces lo detuvieron. La primera, estando en el Observatorio Meteorológico lugar de su trabajo. Fueron a buscarlo y él se entregó, y lo condujeron a su casa de la calle Velazquez en un coche, rodeado de cinco hombres que le encañonaban.

Allí le hicieron un interrogatorio sobre sus creencias, ideas políticas, familia y profesión. Respondió con la verdad, recordando las palabras del Señor: “Cuando seáis llevados a los tribunales, no os preocupéis por lo que tengáis que decir” .( El Espiritu Santo os inspirara lo que teneis que decir) y asi ocurrió en esa ocasión pues, aunque habló con toda verdad y no ocultó sus creencias religiosas, no le detuvieron y le soltaron Después de esto tuvo que salir de su casa y dejarla por el peligro que corría que volviesen otra vez a buscarlo. Se refugió en una pensión. La segunda vez fue, estando comiendo con unos amigos. En esa ocasión se llevaron detenidos a todos los hombres que estaban presentes y los condujeron hasta la plaza de toros de Las Ventas, de Madrid. . Allí, metidos en la taquilla, esperaban que los sacaran de un momento a otro para ser fusilados.

Tirada en el suelo, había una imagen de la Virgen, que habían sacado de la casa donde los detuvieron. Mirándola e invocándola pasó aquella tarde, preparándose para la muerte. La Virgen no quiso que tampoco ese día le pasara nada. Al quedar libre fue derecho a un lugar donde estaba el Stmo. Sacramento Reservado, para agradecer al Señor y a su Madre su protección y después de rezarle una Salve, se retiró. Y él contaba que aquella noche durmió “muy tranquilo”.

La tercera y última vez que lo detuvieron estaba en la pensión donde se había refugiado. Fueron a buscado, y al no encontrarlo, se llevaron a una de las hijas de la dueña de la pensión, mientras una persona se quedó esperándole. Al volver, a la hora de comer le avisaron que estaban buscándolo. Ante èsto, el se fue a una casa donde estaba el Santísimo reservado, y allí estuvo orando. Luego llamó por teléfono a la pensión y, al enterarse de que se habían llevado a la hija de la señora de la casa en su lugar, volvió inmediatamente para entregarse a los que habían ido a buscarlo. Por el camino iba preparándose para pasar su última noche, pero, al llegar después de hacerle un interrogatorio, quiso el Señor que lo dejasen en libertad. Intentó después por varios medios salir de Madrid hacia Ávila, pero no lo consiguió. Y, aceptando la voluntad de Dios se quedó, haciendo además todo el bien que pudo a otras personas. Estuvo dando clases particulares para poder subsistir, y además enseñó catecismo, y preparó muy bien, con exquisita piedad a niños para hacer su Primera Comunión.

CATECISMO

Es muy notable la aportación que José Mª hizo al campo de la Catequesis durante la contienda. La explicación es la siguiente:

Para poder sobrevivir, durante la guerra civil, dada su situación, daba algunas clases y enseñaba también el catecismo y preparó para la primera comunión a algunos niños. Conocía, por haber usado con sus hijos, en su casa, un gran catecismo en láminas. e inspirado en aquel libro, hizo unos sencillos dibujos para la preparación para la primera comunión de sus alumnos. Pasados muchos años, después de terminada la contienda, un Catequista de renombre, al conocer los sencillos dibujos que Jose Mª había elaborado para la enseñanza del catecismo, quedó admirado de la perfección, junto con la sencillez con que habían sido dibujados, siguiendo puntualmente las preguntas y respuestas del tradicional Catecismo Ripalda.

Fueron al pie de la letra una expresión grafica del Catecismo Ripalda de tantas generaciones, siendo finalmente editados.

Después de la guerra, inspirado en aquellos sencillos dibujos que él hizo para enseñar el catecismo a sus alumnos, encargó a un buen dibujante que bajo su dirección, realizase unos buenos dibujos para la elaboración de un Catecismo que entregó a la editorial Escuela Española, para su posterior publicación. El título que dio a este catecismo escolar en láminas fue el de “LUZ”, del que en años posteriores se hicieron numerosas ediciones a muy bajo precio. Era su granito de arena que deseaba fuese una pequeña colaboración en la obra evangelizadora de la Iglesia.

Las reducidas ganancias que consiguió con su venta las invertía íntegras en mejorar su catecismo. Para lo cual visitó y consultó a eminentes sacerdotes catequistas.

TERESA, “MUJER FUERTE DEL EVANGELIO”

Teresa era de espíritu sumamente piadoso, procuraba oir Misa y comulgar todos los días que se lo permitía su delicada salud, amó al Señor con exquisitez y finura de conciencia y murió joven, el dia de Viernes Santo de 1955 después de una larga y penosa enfermedad que soportó con gran fortaleza., El día 18 de julio comenzaba el Levantamiento Nacional. España quedó dividida en dos. La familia quedó partida. Jose Mª, quedó atrapado en Madrid , su mujer y los hijos en Ávila, la situación se presentaba difícil. Esta pobre madre se quedó sola, con siete niños pequeños, separada de su marido. La vida sigue…, el dinero no existe, la salud no le acompaña, la fe se mantiene en pie, Dios no le falla. Ella ora, sufre y espera. Noches de insomnio que nadie conoce. La caridad de parientes y amigos le acompañaron. Los alimentos no eran muchos pero bien aprovechados daban para seguir viviendo. La ropa de invierno se había quedado en Madrid, el frio de Ávila arreciaba, hubo que trasformar la ropa veraniega con mucho ingenio, forros y confecciones de punto de lanas gruesas. La casa era muy fría, un simple braserito reúne a toda la familia alrededor de una mesa camilla. Teresa ora internamente, y goza viendo a todos sus hijos felices junto a ella protegidos por su amor y su inmenso cariño, procurando suplir la ausencia de su marido.

Pasa el tiempo y las noticias generales que llegan de Madrid son muy desalentadoras, cárceles, fusilamientos, luchas…de su marido no tiene la menor noticia.

¿Que será de él? ¿Vivira? ¿Habrá muerto? Esa terrible incógnita le atenaza el alma pero su fe no desfallece. Sigue orando y esperando. Hace al Señor una promesa. Llevara el hàbito del Carmen (practica cristiana en aquellos años) mientras su marido no vuelva a su casa. No contenta con ello, quiere hacer más para “forzar” al Señor y se entera de lo valiosas que son las llamadas popularmente “caminatas de S. Nicolas” para pedir favores al cielo y se lanza a hacerlas. La ermita esta lejos de su casa, su salud no es muy buena pero no duda en hacerlas, para pedir la liberación de su marido. También los hijos oran incesantemente por su padre. Diariamente en la catedral de Ávila, se celebra una hora Santa con la intención de rogar a Dios por el fin de la guerra a la que asisten niños y mayores. La ciudad entera se convierte en un clamor unánime pidiendo a Dios la paz.

Y la vida sigue…y los niños empiezan a ir a distintos colegios, y para algunos llega el momento de recibir la Primera Comunión y en ausencia de su padre hacen su Primera Comunion uniendo a la familia en una petición unánime por su padre ausente, y la madre mientras tanto, goza y sufre.

El recuerdo de su marido, del que no tiene noticias le aprieta el corazón. Y desde el fondo de su alma eleva una oración confiada al Señor al mismo tiempo que pronuncia su fiat, y sonríe a sus hijos.

Poco después el mayor de sus hijos le comunica que quiere ser sacerdote y desea ir al Seminario. El gozo intimo que siente la madre al oir esa confidencia solo Dios lo sabe y se comienzan los preparativos para su marcha al Seminario de Comillas. No tiene dinero pero no duda ni un solo instante en la providencia de Dios y las ayudas surgen de un lado y otro y al fin puede ir al Seminario con la ilusión de su corazón juvenil y el impulso de unos padres buenas de los que no ha recibido mas que buenos ejemplos.

LA VIDA SIGUE

Terminada la guerra en el año 1939, la familia se vuelve a reunir en Madrid. La vida vuelve a su normalidad. Los hijos a sus colegios. A José Mª. le absorbe el trabajo profesional: trabaja nuevamente en el Observatorio Meteorológico, y también le llaman del Instituto Nacional de Geofísica, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y le nombran Director de la sección de Meteorología aplicada del Instituto Nacional de Geofísica.

En esa época publicó algún libro y numerosísimos trabajos de investigación científica en la Revista de Geofísica, y en la revista Las Ciencias de la Asociación Hispano-Lusitana para el Progreso de las Ciencias. Algunos de sus trabajos pasan a ser clásicos en el ámbito de la Meteorología española.

Según alguno de sus alumnos, “Lorente fue un divulgador nato, excepcional, muy difícil de igualar por los de su tiempo”. Y si alguno ha dicho que la claridad es una elegancia espiritual e intelectual y son equiparables la elegancia y claridad, “Lorente fue un “dandy en este campo”; y sigue: “Cuidó siempre el lenguaje, pero quizá lo más sorprendente de quienes hayan conocido a Lorente o hayan abordado su obra es ver cómo se adelantó a su tiempo. En primer lugar fue el primer meteorólogo que en España realizó predicciones para plazos de varios días en forma sistemática y con base científica. Ello lo hizo, primeramente y deforma cotidiana, en sus famosas “Charlas del tiempo”, que firmaba con el pseudónimo de Meteor, publicadas en el diario El Debate , en los años treinta y posteriormente en el Ya, y semanalmente en La Vanguardia y la Hoja del Lunes”. Ocupó un lugar destacado en los medios de comunicación social; en este campo fue un pionero.

Al mismo tiempo que atiende a su numerosa familia. La luz de su despacho no se apagaba hasta altas horas de la noche, todo lo cual no le impide hacer todo el bien que puede y trabajar en la Acción Católica.

En su juventud perteneció a la Adoración Nocturna en la que llegá a ser veterano por asiduidad y devoción eucaristica.

José María Lorente con uniforme Al terminar la guerra, el cuerpo del Servicio Meteorológico, al que pertenecía, es incorporado al Ejército del Aire y aunque José Mª no era de temperamento militar, se avino a todo y tuvo que vestir el uniforme militar hasta la jubilación. Y entonces pudo cambiarlo por la sotana una vez que llegó a ser sacerdote y la ilusión con que la llevó, sólo Dios lo sabe.

Después de la Segunda Guerra Mundial, dada la situación en que habían quedado los países, varios miles de niños austriacos vinieron a España, acogidos por familias españolas que los recibieron como un hijo más.

Aunque la situación económica en su casa no era muy floreciente, José Mª sabía que el Señor nunca le había fallado y sin dudarlo acogió a un niño de nacionalidad austriaca, como si fuera un hijo más. En este caso, como en otros muchos, su esperanza se cumplió y así en aquellos días le subieron el sueldo. Una vez recibido en el hogar familiar, se preocupó de él, de sus estudios y de su formación religiosa. Para que no rompiera la relación con su familia, mantuvo correspondencia periódica con sus padres pues conocía el alemán. Por esta época, sus hijos empezaron a marchar de casa para consagrarse a Dios, y el matrimonio los fue entregando con generosidad. Al llevar a uno de ellos al Noviciado de los jesuitas en Aranjuéz, al pasar ante la gruta de la Virgen que hay en el jardín, su padre le dijo: “Mira, hijo desde ahora ésta va a ser tu Madre” Para la profesión de una de sus hijas, Carmelita Descalza, escribió una carta al Eterno Padre, entregándole a su hija. Es un modelo de carta que termina diciendo:

“…este mísero siervo tuyo que besa tus Divinas Llagas y que ha tenido, tiene y tendrá siempre que rendirte cuantas gracias pueda darte por haber recibido a su hija en adopción…” Cuando la tercera de sus hijas determina encaminarse a la Institución Teresiana, él se lo comunica a la hija Carmelita diciéndole que “les había caído el premio gordo de la lotería al elegir el Señor a otra hija suya, y que aunque las circunstancias eran difíciles, por estar su madre enferma, y ser la tercera hija que quedaba para cuidarla, pero....... que la Providencia velaría por ellos...” Efectivamente, en su última enfermedad tuvo el consuelo de tener a esta hija atendiéndolo hasta el último momento. Esta confianza en la Providencia fue en él muy notoria. Repetía con frecuencia “La Providencia velará por nosotros”; y nunca quedó fallida su esperanza.

Su esposa falleció a los 53 años, el día de Viernes Santo, después de una enfermedad larga y dolorosa, llevada con una gran resignación cristiana. Habiendo sido asistida espiritualmente por su confesor y por uno de sus hermanos, jesuita, que diariamente le traia la Santa Comunion. Su última palabra fue “Amen” En la familia el ambiente era de serenidad y visión sobrenatural En esa circunstancia fue la hija menor la que la pudo cuidar con un amor y cariño inmenso. La madre estuvo acompañada en su última enfermedad por esta hija y sus hijos jesuitas que tuvieron el consuelo de poder estar con su madre al darles los superiores permiso para dejar por unos días sus estudios de teología en la Facultad de Teologia de Granada El desgarrón fue muy fuerte, pero la visión sobrenatural de José Mª. le hizo superarlo con entereza. Dos de sus hijas estaban ausentes; la carmelita y otra teresiana destinada en Brasil. Y así les comunicó la noticia de la muerte de su madre:

“Aleluya, mamá en el cielo”. No había más que decir, ni por qué entristecerse: la idea del cielo flotaba en el ambiente.

SACERDOTE DE JESUCRISTO

Pasaban los años y la idea de consagrarse a Dios se hacía cada vez más firme en José Mª. El día de su jubilación, 4 de abril de 1961 los compañeros le hicieron una despedida muy cordial, a la que corresponde con unos simpáticos pareados. Así se despidió de su trabajo y sus compañeros sencillamente y sin nostalgia pues tenía muy decidido lo que iba a hacer.

Les comunica a sus hijos su intención de hacerse sacerdote y estos se llenan de alegría y agradecen al Señor este nuevo don. Se dirigió a D. Ángel Herrera, Obispo de Málaga, al que conocía desde hacía muchos años, y le solicitó aceptara su petición de ser sacerdote Don Ángel Herrera, futuro Cardenal, lo aceptó en su diócesis de Málaga. No sabía cómo agradecérselo al Señor.

Su ordenación de menores el día 25 de junio de 1962 fue en la capilla privada del palacio del obispo auxiliar de Málaga, D. Emilio Benavent. A la ordenación de menores sólo pudo asistir un hijo, pues por diversas circunstancias todos estuvieron ausentes.

De presbítero, le ordenará el sr. Obispo de Ávila D. Santos Moro en la Iglesia de las carmelitas descalzas de San José para que pueda asistir su hija carmelita.

La celebración tuvo lugar el día 29 de junio de 1962, fiesta Le acompañan en la ceremonia religiosa, dos de sus hijos jesuitas, un sobrino sacerdote y un cuñado jesuita. Una hija teresiana llega la víspera desde Brasil.

Asisten todos sus hijos excepto el mayor, jesuita, enfermo de cáncer que tuvo que ofrecer a Dios el sacrificio de su ausencia. El cáliz de su Primera Misa fue un regalo de sus hijos. El diseño es de uno de ellos, critico de arte y de gran sensibilidad artística. En él quedaron grabados distintos símbolos que quieren ser la presencia callada de todos los suyos, incluida su esposa, ya en el cielo y a quien representan con una estrella.

Alrededor de la copa se grabó la frase que dice el Señor en su parábola del viñador que va mandando obreros a su mies en distintos momentos del dia. “Id también vosotros a mi viña”… . En la base del cáliz quedó grabada esta frase (en latín): “Como brotes de olivo, en torno a tu mesa, así son los hijos…”.

En el recordatorio de su ordenación quedaron escritas estas palabras que él vivió con inmensa humildad “Tu autem, Domine, miserere mei” ( Mas, tu Señor, ten misericordia de mi.")

De padrinos actuaron dos de sus hijos.

Desde Malaga donde fue ordenado de órdenes menores viajó a Ávila con la alegría de que pudieran estar todos en su ordenación sacerdotal.

Despues de la solemne ceremonia de la ordenación sacerdotal, en el locutorio del Monasterio de las Carmelitas de San Jose de Ávila tiene lugar el encuentro íntimo familiar en el que no pudieron faltar, entre otras cosas, unas improvisadas coplillas que dicen asi:

Comencemos con amor
este místico jolgorio
que esta tarde se celebra
en el viejo locutorio.
Cuando te impuso las manos,
el venerable Prelado,
una nube de emoción,
los semblantes ha mojado.
Desde el Brasil tropical,
un reactor muy raudo,
ha trasportado a la Tere,
para presenciar el acto
Debajo de blancas tocas,
detrás de la celosía,
vibran emociones locas,
y místicas alegrías.
Hoy está el clero español
de fiesta y enhorabuena,
porque gratis ha fichado,
un jugador de primera.
Las campanas tocan, tocan,
y las monjas cantan, cantan,
y los fieles miran, miran,
y las manos se levantan.

La alegría de todos fue muy grande festejando tan solemne acontecimiento.

Al día siguiente D. José Mª Lorente y todos sus hijos marcharon a Alcalá de Henares para poder celebrar la Santa Misa ante su hijo enfermo y ayudado por él.

Allí, tiene el consuelo de pasar con él los últimos días de su vida terrena y darle la última absolución. El último diálogo que mantuvo con él antes de morir, fue éste:

“Papá estoy en las manos de Dios”, le dijo Rafael y su padre contestó: “Pues estás en las mejores manos”.

Y DESPUÉS, QUÉ?

Padre José María Lorente El curso siguiente, asistió a todos los cursillos organizados para sacerdotes jóvenes, viviendo con ellos, con la máxima ilusión, su sacerdocio recién estrenado. El rezo del oficio lo cuidaba de modo especial, y preparaba con esmero la celebración de la Misa.

Aunque pidió trabajar en la diócesis de Málaga, se juzgó más conveniente que se quedara en Madrid con sus hijos. Aquí colaboró en parroquias de suburbios. Iba todos los domingos a decir la Santa Misa a una capilla militar en Cuatro Vientos. Posteriormente, pasó a una parroquia del barrio de Campamento, donde celebraba hasta tres Misas los domingos y las tardes de los sábados las pasaba confesando en una parroquia de suburbios.

Esto no calma su sed apostólica. Durante la semana visita enfermos, lleva la comunión a otros, trabaja incansablemente para remediar las necesidades que iba conociendo: familias sin casa, ancianos a los que procuraba un asilo, huérfanos a quienes había que buscar colegio.

Las oficinas de Cáritas, fueron un lugar muy frecuentado por él, en busca de solución a los mil problemas que conocía y quería solucionar.

Junto a esto hay que señalar su vida de piedad intensa: En su mesilla de noche se acumulaban vidas de santos que en sus ratos de insomnio leía una y otra vez.

Tuvo preferencia por algunos libros: “Jesucristo ideal del monje” de Dom Columba Marmión fue uno de los libros que más manejó (lo tenía subrayado y anotado profusamente). Su biblioteca eclesiástica se enriquecía con una buena selección de libros: doctrina de los Papas, encíclicas y algunos folletos que después repartía, siempre creyendo en la acción evangelizadora de la “buena prensa”.

Antes de casarse había ayudado a D. Damián Bilbao en la propagación de la “Pía Unión del Tránsito de San José para la buena muerte”. Para él, uno de los mejores apostolados era ayudar a los agonizantes en el instante supremo de su muerte.

Después de la guerra, y habiendo fallecido su celador en España, José Mª Lorente intentó rehacer la Pía Unión; pero como habían desaparecido los ficheros y nadie podía hacerse cargo de ella; intentó conectar con Roma pero no tuvo respuesta. Finalmente conoció en España a uno de los sacerdotes italianos que llevan dicha Obra en Roma; se puso su disposición y comenzó la tarea de darla a conocer en España; empezando a reunir adhesiones que él comunicaba a Roma, hasta que los Padres de la Pía Unión vinieron a España y se encargaron de ella; él seguíó buscando nuevas inscripciones. La devoción a San José fue muy importante para él desde su juventud; creía en su intercesión poderosa y confiaba en su ayuda.

En otro momento, fue la Asociación de San Leopoldo la que ocupó su tiempo. Un sobrino suyo, sacerdote, trabajada en una parroquia dedicada San Leopoldo y había fundado una asociación de S. Leopoldo, tarea a la que también se entregó D. José Mª. Con ilusión buscaba personas con este nombre para animarlas a inscribirse en la asociación y completó su trabajo escribiendo una pequeña biografía del santo, recogiendo material en bibliotecas y pidiendo información a Viena. Además de todo esto, aun tenía tiempo para hacer un pequeño estudio sobre las Letanías Lauretanas que representó en un gráfico.

Reunió documentos sobre el Padrenuestro y comenzó a escribir un sencillo trabajo sobre esta oración. Las Moradas de Santa Teresa fueron también objeto de su meditación y estudio, al igual que el “tiempo climático” en el Antiguo Testamento, proponiendo como patrono de los meteorólogos a San Elías ya que hizo llover, después de una tremenda sequía. Y aún le quedaba tiempo para rezar muchos rosarios. Día a día iba madurando para el cielo.

CUADERNO DE MISAS

Es impresionante repasar los cuadernos en los que iba anotando cada día el lugar donde celebraba la Santa Misa, la intención por la que era ofrecida, si le daban el estipendio, cuanto era, mes, dia del mes y de la semana.

Estos cuadernos los empezó el mismo día de su ordenación sacerdotal y los siguió anotando hasta que pudo hacerlo. Llegó un momento en que no podía salir de casa para celebrar la Santa Misa, dado su estado de salud, mas no por eso dejo de seguir anotando fielmente todos los detalles de sus celebraciones Eucaristicas. Con el mismo cuidado las seguía preparando y si cabe con màs fervor las seguía agradeciendo durante un rato después de terminar la Misa.

El no poder salir de casa para celebrar la Misa, le costó un poco dado su gran deseo de entregar a todos el gran don de una Eucaristía.

Los domingos y días de fiesta disfrutaba mucho diciendo una pequeña homilía que preparaba con el máximo interés, cuidaba mucho no alargarse mas de cinco minutos. Procuraba que fueran lo mas concretas posibles y centradas en el Evangelio Durante el tiempo que pudo en su vida sacerdotal todas las tarde de los sábados las pasaba confesando en una Parroquia suburbial Espiritualmente disfrutaba con el ejercicio de su magisterio sacerdotal

LA GRANDEZA DE LAS COSAS PEQUEÑAS.

Sus hijos pueden atestiguar que nunca le vieron una falta externa de impaciencia, ni de amor propio, ni un alzar la voz, ni quejarse de nada ni de nadie, ni hablar mal de otros. Siempre equilibrado, sereno, en su puesto, cumplidor de su deber, dispuesto a ayudar a todos, dando todo, sin guardarse nada para sí, quitando importancia a su saber y a sus triunfos. Se sacrificó mucho por sacar adelante a sus hijos y educarlos lo mejor posible. Lo mismo actuó con su esposa, cuya enfermedad llevó sin amargura, sacrificando el no poder salir con ella a muchos sitios tales como salir a pasear, compras, excursiones, etc., por su delicada salud.

La sordera, ¿Qué diríamos de su sordera? Esta le permitió muchas ocasiones de ejercitar la virtud; cuando había personas reunidas no podía seguir la conversación y esperaba callado que se dirigiesen a él, pero nunca preguntaba ni se quejaba de no oír.

En alguna ocasión, habiendo asistido a una animada reunión, al finalizar la misma alguien le pregunto si se había enterado de algo, dada su expresión, a lo que respondió que nada aunque su expresión externa era de todo lo contrario.

Trabajaba mucho por su propio perfeccionamiento. En su mesa de trabajo había puesto esta frase de un filósofo antiguo. “Nulla dies sine linea”. Era un trabajador incansable.

Tenía, también, consejos muy prácticos para ir adelantando en la virtud recibidos de un santo sacerdote, y los transmitía a sus hijos. Uno de ellos era:... “que fueran haciendo siempre lo que pudieran” Su deseo del cielo era muy grande; pensaba en él con frecuencia. Acostumbrado a mirar al cielo visible (por su trabajo de meteorólogo) se trasladaba en muchas ocasiones al Cielo de verdad. Una vez, en la víspera de la Asunción, comentando con una hija, que para él, ese año sería el último con obligación de ayunar (iba a cumplir 60 años) esta le dijo: “Papá alguna ventaja tiene que tener el cumplir los 60 años”. Y él respondió: “Ya lo creo, yo me imagino que, como decía Sta. Teresa, la vida es como una noche pasada en una mala posada, y ahora van a ser las seis de la mañana y está empezando a amanecer” Con ese sentimiento de lo sobrenatural vivió toda su vida.

“AL ENCUENTRO DE CRISTO”

Llegó un momento en el que ya no pudo salir a la calle. Obtuvo permiso para celebrar la Misa en casa; le costó un poco, pero lo ofreció a Dios y se preparaba diariamente a ella con esmero, con detalle, y dedicando largos ratos a la acción de gracias después de la celebración.

Su conciencia, sumamente delicada, le hacía llamar a un sacerdote para confesarse. La más mínima falta le dolía porque sentía la grandeza de Dios y su miseria; y no quería celebrar sin estar bien preparado.

En la Misa le acompañaba alguna de sus hijas. No ponía condiciones de horario, aceptando celebrarla cuando más conviniera, siempre dispuesto a lo que le dijeran, sin exigir nada, dejándose en manos de los otros para todo.

El día del Corpus de 1983, dijo la Misa por última vez, ayudado por uno de sus hijos jesuita; este fue uno de sus últimos consuelos. Ya estaba totalmente entregado. En alguna ocasión al preguntarle si tenía sueño, dijo que no. Pues entonces ¿cómo es que cuando te acuestas te duermes?, y él respondió: “es que yo hago lo que tenga que hacer; si hay que dormir se duerme, si hay que comer se come”. Para él todo era bueno y oportuno en el momento en que se le ordenase. Nada pedía, la comida siempre estaba buena, fuese como fuese. Hasta sus últimos años no se supo que era goloso, pues siempre había dejado los dulces para sus hijos. Últimamente, para hacer todavía algún otro sacrificio, se privaba los viernes de la merienda con la mayor naturalidad. Unos dos años antes de morir tuvo una gripe muy fuerte, y ante el temor de que fuese el final recibió la Santa Unción, pero el Señor lo dejó aún esos dos años, de recuerdos inolvidables para sus hijos Estaba contento; se sentía querido y mimado por todos, era la alegría y el centro de la casa.

Uno de sus hijos solía llevarlo en coche de excursión a sitios cercanos a Madrid. Su última salida fue a una casita de campo que tenían en Las Matas, pueblecito cercano a Madrid; estaba ya muy delicado, pero se sentía feliz.

Un resfriado en pocos días le llevó al cielo. Era el 1 de agosto de 1983, fiesta del Beato Fabro, de la Compañía de Jesús, el mismo día en que su hijo mayor jesuita había muerto hacía 21 años atrás. La paz que dejó en todos, a la vez que profundo dolor, fue muy grande. Tres años antes el P. Arrupe, General de la Compañía de Jesús, le había concedido los votos “in artículo mortis”

El último autógrafo que se conserva de él y en el que escribe de mala manera lo que pensaba que harían a su muerte cada uno de sus hijos, termina así: “... y José, en el cielo, pidiendo a Dios y a la Virgen por todos los vivos”.

En el cementerio madrileño de la Almudena, donde reposan sus restos mortales junto a los de su esposa, quedó grabada una frase que mucho le gustaba repetir a su hijo jesuita: OBVIAM CHRISTO “ al encuentro de Cristo”.


Biografía escrita por Teresa Mª Lorente para Web católico de Javier


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