«¡Que su recuerdo sea bendición para todos y que las obras fundadas por ella, entre las que destaca la "Casa de la Virgen" en San José, sigan siendo fieles a los ideales que les dieron origen!», exhortó Juan Pablo II.

En la celebración participaron los presidentes de Nicaragua, Enrique Bolaños, y de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez,

Concelebraron la eucaristía medio centenar de cardenales, arzobispos, obispos, y sacerdotes, entre quienes se encontraban los purpurados Miguel Obando y Bravo, de Managua, y Pedro Rubiano Saénz, de Bogotá, así como los arzobispos Román Arrieta Villalobos, de San José de Costa Rica, y Carlos José Núñez, de Córdoba (Argentina).

El milagro

María Solís Quirós, nacida en 1994, personifica el milagro atribuido a Sor María Romero Meneses, que permitió su beatificación. Según explicó la madre de María, detectaron en el feto el grado más avanzado de labio leporino y paladar hendido. Todos los pronósticos médicos prenatales apuntaban a que la pequeña nacería con esa malformación congénita. Pero pudo más la fe, y en el momento del alumbramiento, el 28 de noviembre de 1994, nació la niña sana, sin rastro de dicha enfermedad. La confirmación de este milagro no fue un asunto sencillo. En Costa Rica, se tuvo que constituir un tribunal formado por un juez delegado, un promotor de justicia, un notario y dos médicos peritos en la materia, nombrados por la Arquidiócesis de San José. Los médicos que tuvieron a cargo las indagaciones fueron Gonzalo Montero y Ana Cecilia de Cavallini. Tras dos años de investigaciones (1997 y 1998), ellos emitieron un criterio que luego fue examinado por dos médicos del Vaticano, peritos legales y por la consulta médica de la Congregación para la Causa de los Santos, quienes emitieron el voto unánime afirmativo. Los médicos de la Santa Sede que tuvieron a su cargo esa evaluación fueron Carlos Alú y Nino Pasetto. El voto de Roma respaldó la «inexplicabilidad», desde el punto de vista científico, de la curación de María Solís Quirós.