VOCABULARIO DE SAN JOSÉ PARA ENSEÑAR AL NIÑO JESÚS
En el País de la fantasía, donde la
ciencia no comprende nada y donde los niños son felices, acaban de encontrar un viejo
manuscrito. Los entendidos que lo han analizado consideran que es auténtico, así que lo
comunicamos a la prensa para conocimiento del mundo. Para leerlo, dicen, hay que hacerse
como niños. Los que se creen grandes quizá comprenderán poco. Esperamos que al menos
puedan sentir, allá muy dentro, la necesidad de hacerse hoy un poco como niños.
El manuscrito, según parece, fue un vocabulario que preparó San José para dar clases al
Niño Jesús y se reproduce a continuación:
Alegría: lo que
sentimos María y yo cuando te vemos.
Amigo: Es el que no piensa en sí, sino en el otro. Es el que da la vida por el que ama.
Entonces, Jesús, amigos de verdad hay pocos. O, mejor, hay uno: tú en la cruz...
Amor: eso que tú eres y que quieres que seamos todos los hombres y mujeres del planeta.
Banquete: una fiesta por algo grande. En los cielos hay banquete siempre que un pecador se
convierte. ¿Cómo consigues que haya vino para tanta fiesta?
Cizaña: lo que siembra un enemigo para estropear la cosecha. Dicen que hay mucha cizaña
por ahí, pero yo sólo veo trigo cuando miro tus ojos frescos, dulces, serenos, limpios.
Cordero: un animal bueno, manso, siempre listo para el sacrificio. Algunos dicen que un
poco tonto, pero no puede ser tonto: los tontos son seres inteligentes empobrecidos y
egoístas, y el cordero es generoso por esencia.
Cosecha: Ese momento en el cual los hombres recogemos lo que tu Padre nos dio. Se puede
convertir en un momento de alegría y solidaridad o de egoísmo y rencillas.
Cruz: no quiero explicártelo. Lloro cada vez que me entero que han crucificado a un
bandido.
Divorcio: una mala costumbre que permite destruir el proyecto de Dios respecto del amor
humano.
Egoísmo: un amor equivocado que no lleva a nada. Creo que no entenderás nunca lo que es
pues tú eres lo contrario.
Estrella: para los científicos, algo que tal vez ya no existe. Para ti y para mí, un
guiño de tu Padre que saluda a los hombres y mujeres del planeta.
Lirio: una flor que se viste mejor que Salomón. Una sonrisa al cielo, un momento de paz y
de ternura, una señal de tu Padre que se cuida de todo. Dile de mi parte que también
crezcan árboles para no perder el trabajo de carpintero...
Lluvia: lo que manda tu Padre sobre buenos y malos y llena de goteras nuestra casa.
María: el nombre más hermoso después del tuyo. Con ella vivo y trabajo, sueño y sufro.
Me ha revelado un poco de tu
misterio, y me ha dicho que tú eres único.
Matrimonio: una vocación maravillosa desde la creación del mundo que hace que hombre y
mujer sean una sola carne y que ayuden a tu Padre al nacimiento de nuevos hijos.
Misericordia: no sabía lo que era hasta que tú naciste. Es compasión, es cercanía,
lavar al herido, limpiar al pecador, acoger al fugitivo, perdonar al traidor. Es algo que
se inicia en la tierra con tu venida y que nos puede hacer felices para siempre.
Moneda: lo que tendrás que usar para pagar impuestos. Sirve mucho si se emplea para
atesorar en el cielo a base de limosnas. No sirve nada si en nuestro corazón reina el
egoísmo y la avaricia, y la guardamos en un banco para aumentar los intereses y disminuir
la alegría del dar.
Muerte: ese misterio que termina con nuestras vidas. Ese dolor que separa a la madre de
uno de sus hijos. Esa pena que hará llorar a Marta y María. Esa experiencia por la que
pasarás tú un día. Pero... ¿puede morir el amor? Un día resucitarás, y nosotros
contigo. La muerte, entonces, será vencida.
Mujer: es algo maravilloso, como tu Madre. Es esa joya de la creación que sirve como
santuario de la vida y como calor del hogar. Es esperanza, belleza y ternura. Es...
Jesús, me callo: siempre me quedo corto cuando pienso en tu Madre.
Nazaret: es el pueblo donde fuiste concebido. Ahora es tu casa, pero me parece que se ha
quedado pequeño. Tu casa es el mundo, tu cetro es la tierra, tu corona son las estrellas,
y tu cama... un poco de paja. Aún no entiendo cómo lo más grande se puede contentar con
un poco de pan de pobres.
Niños: los que pueden entrar en el Reino de los cielos. Los que acogen tu venida. Los que
no se complican. Los que confían en sus padres como tú en el Padre.
Nube: una señal de esa lluvia bendita con la que tu Padre prepara los campos para la
siembra.
Oveja: vale mucho tanto si está en el rebaño como si escapa por ahí. Sé que irás a
buscar la perdida, Jesús, pero no te olvides de cuidar también a las 99 que se quedan en
el redil (no sé si me harás caso, pues veo que amas mucho a tu Padre).
Pájaro: un animal que vuela y que siempre tiene algo para comer. No trabaja como tu Madre
y yo para que en casa esté siempre todo listo. ¿Por qué tu Padre quiere tanto a los
pájaros? Quizá para enseñarnos a volar, a pensar en el cielo, en medio de las mil
aventuras de la vida que tienen siempre nuestros ojos en el suelo.
Pan: lo que comes todos los días y lo que convertirás en tu Cuerpo antes de la Pascua y
a lo largo de los siglos.
Pecado: eso que nos hace tanto daño a los hombres pero que Dios puede borrar desde que
tú viniste al mundo.
Pobreza: para algunos, una maldición, un fracaso. Para tu Madre y para mí, no puede
haber pobreza desde que tú estás en casa...
Templo: era el lugar donde nos encontrábamos con Dios. Ahora tú te has convertido en
algo mucho más importante que el Templo...
Tentación: esa prueba por la que pasamos todos los hombres y que nos invita a construir
la vida sin Dios.
Trabajo: lo que hago yo y lo que tú harás cuando puedas coger la sierra y el martillo.
Lo que trae el pan para la casa y la dignidad para la familia. Lo que se convierte en
nuestra colaboración a la generosidad infinita de tu Padre que da comida a los gorriones
y azadas a los hombres.
Vida: lo que corre por tus venas, lo que trabaja en tus células, lo que impulsa tu
corazón y lo que te permite amar de modo humano. Vida es un suspiro de tu Padre, una
poesía de tu Madre, tu llanto en la noche de Navidad y tu victoria (que es victoria
nuestra) al salir del sepulcro un domingo de Pascua.
Viento: eso que sopla y no sabemos si viene del Este o del Oeste. Para ti, ya lo sé, es
como el Espíritu, que nos lleva a ser buenos y a vivir tu Evangelio.
Vino: lo que bebemos los días de fiesta y lo que convertirás en tu Sangre.