EL DOLOR NO DEFORMA, TRANSFORMA
Valió
la pena, sufrir dolores de parto, cuando al final se sostiene entre las manos una nueva
vida que el existir de la Madre ha transformado.
Y el dolor que se experimenta en las pequeñas caídas, cuando se dan los primeros pasos,
se convierte en triunfo, al lograr afianzar el caminar, luego poder correr, y quizás
hasta en sueños volar.
Un fracaso, asumido con madurez, puede en un principio doler; pero al superarlo, el alma
se logra fortalecer; y más valiente se hace el ser humano, ante cualquier reto que se le
presente o ante los diferentes momentos que en su vida pueda tener.
Los padres que tienen un hijo especial, desde un primer momento, es tan grande el dolor
que pueden llegar a pensar, que se sienten frustrados y no lo podrán superar; pero con el
tiempo y asumido desde la fe, ese ser que en un principio causó dolor, se llegará a
convertir en el más grande amor, y les enseñará a descubrir lo que realmente en la vida
tiene valor.
El perder un ser querido, deja el corazón destruido, hasta que se logra ver la muerte
desde los ojos de Dios, y se transforma en esperanza el dolor; esta tristeza que deja el
vacío, nos enseña a valorar a quienes a nuestro lado han quedado, y que también son
seres amados.
Si careces de algo, valoras más lo que tienes. Si sufres por alguien, llegas a amarlo
más, si escoges el camino difícil, te haces más fuerte, si experimentas de cerca la
muerte, aprendes a amar más la vida, si caes; adquieres destreza en levantarte. El dolor
no deforma, sino que transforma.
El dolor no deforma, transforma, es una gran verdad y eso lo sustentan, quienes al sufrir,
sienten que han crecido y se han fortalecido aún más. Todo esto define, esa gran verdad:
"El dolor no deforma, transforma".
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