EL PAPA FANCISCO Y LOS JÓVENES
La
televisión pública flamenca de Bélgica, cadena VRT, transmitió hace un tiempo la entrevista informal de unos jóvenes belgas al Papa Francisco,
el 31 de marzo de 2.014, realizada en el Palacio Apostólico Vaticano. La iniciativa nació de un proyecto de comunicación de la pastoral juvenil
de Flandes. Los chicos acompañados por mons. Lucas Van Looy, obispo de
Gante, hicieron sus preguntas en inglés y el Papa respondió en
italiano. Fue un encuentro alegre y familiar, en un clima de gran
sencillez: entre los jóvenes se encontraba también una chica no
creyente que afirmó estar inspirada por las palabras del Papa
Francisco. Preguntan ante todo por qué había aceptado esta entrevista.
El Papa respondió que para él es un servicio precioso hablarle a las
inquietudes de los jóvenes. Luego, le fue formulada una pregunta
espontánea: “¿Ud. es feliz? ¿Y por qué?”:
“¡Absolutamente! Absolutamente [ríe] ¡soy feliz!… Y es también una felicidad tranquila, porque a
esta edad no es la misma felicidad de un joven, hay una diferencia. Una cierta paz interior, una paz
grande, felicidad, que también viene con la edad. Y también con un camino que siempre ha tenido
problemas. También ahora hay problemas, pero esta felicidad no se va con los problemas, no: ve los
problemas, los sufre y luego va adelante, hace algo por resolverles y va adelante. Pero en lo
profundo del corazón existe esta paz y esta felicidad. Es una gracia de Dios, para mí,
verdaderamente. Es una gracia. No es mérito mío”.
Los chicos preguntaron el motivo del gran amor de Francisco por los pobres: “Porque es el corazón
del Evangelio”, respondió el Papa:
“Para mí, el corazón del Evangelio es de los pobres. He escuchado, hace
dos meses, que por esta razón una persona dijo: ‘¡Este Papa es
comunista!’. ¡No! Ésta es una bandera del Evangelio, no del comunismo:
del Evangelio. La pobreza sin ideología, la pobreza… Y por este motivo
creo que los pobres están al centro del anuncio de Jesús. Basta leerlo.
El problema es que después esta actitud hacia los pobres, algunas
veces, en la historia ha sido ideologizada”.
La muchacha no creyente preguntó al Papa que mensaje tiene para todos los jóvenes:
“Todos somos hermanos. Creyentes, no creyentes, o de una confesión
religiosa o de la otra, judíos, musulmanes… ¡Todos somos
hermanos! El hombre está al centro de la historia, y para mí esto es
muy importante: el hombre está al centro. En este momento de la
historia, el hombre ha sido expulsado del centro, ha resbalado hacia
la periferia, y al centro – al menos en este momento – está el poder,
el dinero y nosotros tenemos que trabajar por las personas, por el
hombre y la mujer, que son la imagen de Dios”.
Hoy, continuó el Papa, “hemos entrado en una cultura del descarte”:
“son expulsados los niños - no queremos niños-, menos familias
pequeñas: no se desean niños, son expulsados los ancianos: tantos
ancianos mueren por una eutanasia escondida, porque no se ocupan de
ellos y mueren. Y ahora son expulsados los jóvenes”. El
Papa recordó que en Italia la desocupación juvenil de los 25 años para
abajo es casi del 50 por ciento. Pero recordando sus encuentros con
algunos jóvenes políticos argentinos, afirmó tener confianza en ellos y
en su deseo, de hechos concretos:
“Y estoy contento porque ellos, ya sean de izquierdas o de derechas,
hablan una música nueva, con una música nueva, un nuevo estilo de
política. Y aquello me da esperanza. Y yo creo que la juventud, en este
momento, debe tomar la luz e ir adelante. ¡Que sean valientes! Esto me
da esperanza” .Respondiendo a una pregunta sobre la búsqueda de Dios,
el Papa responde:
“Cuando el hombre se encuentra a sí mismo, busca a Dios”. “A lo mejor
no consigue encontrarlo, pero va por un camino de honestidad, buscando
la verdad, por un camino de bondad, y un camino de belleza... es un
buen camino y ¡encontrará a Dios seguro! Tarde o temprano, pero lo
encontrará. Pero el camino es largo y algunas personas no lo encuentran
en la vida. No lo encuentran conscientemente. Pero son verdaderos y
honestos con sigo mismos, muy buenos y muy amantes de la belleza, que
al final tienen una personalidad muy madura, capaces de un encuentro
con Dios, que siempre es una gracia. Porque el encuentro con Dios es
una gracia”.
Un joven le pregunta qué le han enseñado sus errores. Papa Francisco
afirma que los errores son “grandes maestros de la vida”: “Grandes
maestros: te enseñan tanto. También te humillan, te enseñan tanto.
También te humillan, porque uno puede sentirse súper hombre, una súper
mujer... y tú te equivocas y esto te
humilla y te pone en tu sitio. Yo no diría que de todos mis errores he
aprendido: creo que de algunos no he aprendido, porque soy testarudo
–ríe- y no es fácil aprender. Pero de otros errores he aprendido y esto
me ha hecho bien, me ha hecho bien. Y también reconocer los errores. Me
he equivocado aquí, me he equivocado allá, me equivoco allá... Y
también estar atento para no volver al mismo error”.
Una chica le pregunta: “¿Tiene un ejemplo concreto de cómo ha aprendido de un error?”:
“Por ejemplo, en la conducción de la vida de la Iglesia: yo fui
nombrado superior muy joven y he cometido muchos errores con el
autoritarismo, por ejemplo. Yo era muy autoritario: a los 36 años… Y
después, he aprendido que se debe dialogar, se debe escuchar que
piensan los otros… ¡Pero esto no se aprende de una vez para siempre!
¡Es un largo camino!”.
Llega después otra pregunta espontánea: “¿De qué tiene miedo usted?”
“¡Eh, de mí mismo! [Ríe] Miedo… pero mira, en el Evangelio, Jesús
repite mucho: ¡No tengan miedo! Tantas veces lo dice, ¿no? ¿Y por qué?
Porque Él sabe que el miedo es una cosa diría ‘normal’. Nosotros
tenemos miedo de la vida, tenemos miedo de tantos retos, tenemos miedo
delante de Dios. Todos tenemos miedo, todos. Tú no debes preocuparte de
tener miedo. Debes sentirlo, pero no tienes que temerlo, y luego debes
pensar: ¿Por qué tengo miedo? Y delante de Dios y delante de ti misma
buscar de aclarar la
situación o pedir ayuda a otro. El miedo no es una buen consejero, porque te aconseja mal”
Entonces explica que “existe el miedo malo y el miedo bueno. El miedo
bueno es como la prudencia”: ayuda a no hacernos caer. Y existe el
miedo malo: aquel que te anula y no te deja hacer nada. Y es necesario
rechazarlo.
Finalmente la última pregunta de los jóvenes al Papa fue particular: “¿Tiene usted una pregunta para nosotros?”:
“No es original, la pregunta que les quiero hacer. La tomo del
Evangelio. ¿Dónde está tu tesoro? Ésta es la pregunta. ¿Dónde reposa tu
corazón?, ¿Sobre qué tesoro reposa tu corazón? Porque donde está tu
tesoro será tu vida… Ésta es la pregunta que les hago, pero deberán
responderla a ustedes mismos, solos [ríe] en su casa…”.