Teresa es una niña que proviene de una familia
muy pobre. Ella no sabrá lo que es disfrutar de una rica cena de
Nochebuena, ni sabrá de la alegría de abrir regalos, ni de adornar su
casa con luces de colores, porque ni siquiera puede llamarse casa a ese
montón de cartones y láminas de zinc, con las que su padre montó algo
parecido a un cuarto. La desgracia los visitó este año, ya que una
fuerte tormenta arrasó con la casita en donde vivían y perdieron lo
poco que tenían. Estuvieron viviendo en un refugio durante un
tiempo.Posteriormente, su padre hizo lo que pudo con esos "materiales
de emergencia", como él dice. Allí en ese cuartito, viven Teresa, sus
papás y sus tres hermanos. Pero Teresa es feliz, ya que su lema es:
"Pobres, pero juntos". Y tiene razones para pensar así. Su padre, que
hace trabajos esporádicos de jardinería en barrios acomodados y puede
darse cuenta de muchas cosas sobre la vida de las personas, un día
llegó diciendo:
- ¡Cómo me dan lástima los ricos! Creen que lo tienen todo porque
tienen una casa llena de muebles elegantes, alfombras persas y cuadros
caros en las paredes. Y también porque tienen automóviles y cuentas en
los bancos. Pero en todas las casas donde he trabajado, he notado una
enorme pobreza...
- ¿Cómo que una enorme pobreza?- preguntó Teresa.
- Sí hijita, una enorme pobreza en unión familiar. Cada uno anda por su
lado: el marido, ocupado en ganar millones; la mujer, aburrida porque
no ve al marido, se pasa el tiempo en la calle, de compras o con sus
amigas. Los hijos más pequeños están al cuidado de la niñera, y los más
grandes, también en la calle, malgastando el tiempo y haciendo uso de
todo lo que el dinero de papi puede comprar. Yo me preguntaba si serían
felices así y me atreví a preguntarle a uno de los hijos del patrón, de
unos catorce años, y le dije: "¿Y la Navidad la van a pasar aquí en la
casa?"... Y me dijo: "No, ¡qué va!, mis padres se van a París. A mi
hermano y a mí, nos van a dejar dinero como para pasar la Navidad
estupendamente y mi hermano pequeño se va a quedar con mi
abuela"...
Yo me quedé pensando: ¿para qué quieren una casa tan grande, llena
de lujos, con sus muebles elegantes y sus alfombras persas si nunca
están ahí? Pero se trata de algo peor que eso: ¿para qué forman una
familia si nunca están juntos? Entonces, me sentí rico, pero rico de
verdad, porque en esta vida hijita, lo que más vale es la unión
familiar, como la que tenemos nosotros. Los muebles se deterioran, las
alfombras se desgastan, los automóviles se estropean, ¡todo lo material
se extingue!, igual que nos pasó a nosotros con la tormenta, pero el
amor que yo te tengo nunca se va a acabar, ni el que le tengo a tu mamá
y a tus hermanos. Y cuando uno quiere a alguien, necesita estar cerca
de esa persona. Así que según lo que he visto, he sacado mis
conclusiones: que esas personas de cuello parado, como la familia esa
que te digo, son muy pobres, porque no quieren estar juntos. Les falta
lo principal, amarse unos a otros, porque si se amaran, querrían estar
juntos, digo yo...
- Sí, papá, es verdad. Yo os quiero mucho a mamá y a ti y también a mis
hermanos. Me daría mucha tristeza que nos separáramos. No podría ser
feliz así. Prefiero que estemos en este cuartito tan feo que hiciste,
pero juntos, papá.
- ¡Ja, ja, ja!- rió el papá de Teresa- con que feo ¿eh? ¡ja, ja, ja!
Esa fue una lección enorme para Teresa. Desde entonces aprendió a
valorar lo que tiene y a no lamentarse por lo que perdieron. Su familia
está muy unida y sabe que eso es un verdadero tesoro. Su padre es un
hombre inculto, pero para ella es un sabio, porque le ha enseñado lo
mejor de la vida. Él dice que después de una tormenta siempre sale el
sol, que hay que tener fe, porque sin fe, nada se puede. En esta
Navidad no tendrán pavo, pero quizá alcance para un pollo y algunas
patatas que su mamá consigue a bajo precio en el mercado. No habrá
pastel, pero quizá papá consiga bollos baratos del día anterior. No
habrá un árbol de Navidad, con esferas brillantes, pero sus hermanos
adornaron el viejo árbol que está junto a la choza, con papeles de
colores. ¡La imaginación de un niño lo puede todo!. No habrá regalos,
pero no hace falta: se regalan amor, abrazos y sonrisas durante todo el
año. No habrá una chimenea para calentarse, pero el fuego de sus
corazones siempre está vivo. Su papá ha prometido conseguir ayuda para
edificar una nueva casa el próximo año. Las cosas mejorarán. Así que no
hay porqué estar tristes esta Navidad, porque la familia está unida y
porque en medio de la miseria, siempre hay una luz de esperanza.
"De pasar privaciones, como vivir en la abundancia. Estoy entrenado para cualquier momento o situación: estar satisfecho o hambriento, en la abundancia
o en la escasez. Yo todo lo puedo en Aquel que me fortalece" Filipenses 4:12-13