Su fiesta se celebra el 13 de diciembre.
Santa Lucía nació en Siracusa, una ciudad de la provincia romana de Sicilia (Italia), en el año 283. Sus padres fueron Eutiquia y Lucio, nobles adinerados. Perdió a su padre durante la infancia y Lucía fue educada en la fe cristiana. Se consagró a Dios siendo muy joven y mantuvo en secreto su voto de virginidad.
Su madre la exhortó a contraer matrimonio con un joven pagano. Para evitar el matrimonio, Lucía persuadió a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Ágata para obtener la curación de unas hemorragias. Ella misma acompañó a su madre, y Dios escuchó sus oraciones y curó a su madre. Entonces, Lucía dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Llena de gratitud por el favor del cielo, Eutiquia le dio permiso. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el pro-consul Pascasio. La persecución de Diocleciano a los cristianos estaba entonces en todo su furor.
Fue detenida y conducida ante un juez, que le presionó cuanto pudo para convencerla a que apostatara de la fe cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo".
El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, ¿será capaz de resistir?".
La jovencita respondió: "Sí, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".
El juez entonces la amenazó con llevarla a un prostíbulo para someterla a la fuerza a la ignominia. Ella le respondió: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente". Santo Tomás de Aquino, el mayor teólogo de la Iglesia, admiraba esta respuesta de Santa Lucía. Corresponde con un profundo principio de moral: No hay pecado si no se consiente al mal.
No pudieron llevar a cabo la sentencia pues Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Probaron también a atarle de pies y manos, pero por más que se esforzaban no podían. Pascacio, al enterarse de lo sucedido, condena a Lucía de brujería y por lo cual fue llevada a la hoguera, pero el fuego no le afectaba nada. Al ver ésto, ordenó a que le sacaran los ojos, pero a pesar de estar ciega siguió viendo. Pascacio, enfurecido, la condenó a ser decapitada. Era el día 13 de diciembre del año 304. Ella se arrodilló preparada para su golpe mortal. Fue decapitada, pero aún con la garganta cortada, la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra "amén".
Es la patrona de la vista debido a que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. Por eso es representada con una bandeja con dos ojos. Es patrona también de los electricistas y las modistas. En cuanto a ciudades, es la patrona de Siracusa y Venecia (Italia).
Se probó la historicidad de Santa Lucía con el descubrimiento, en 1894, de una inscripción sepulcral del año 380, con su nombre en las catacumbas de Siracusa. En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el Papa San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que él fundó en el año 590.
¡Oh bienaventurada y amable Santa Lucía!, universalmente reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa abogada de la vista; llenos de confianza a ti acudimos pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana y que el uso que hagamos de nuestros ojos sea siempre para bien de nuestra alma, sin que turben jamás nuestra mente objetos o espectáculos peligrosos, y que todo lo sagrado o religioso que ellos vean se convierta en saludable y valioso motivo de amar cada día más a nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu intercesión, oh protectora nuestra, esperamos ver y amar eternamente en la patria Celestial. Amén.
Santa Lucía, que de la luz recibiste tu nombre, a Ti confiadamente acudo para que me alcances la luz celestial que me preserve del pecado y de las tinieblas del error.
También te imploro me conserves la luz de mis ojos, con una abundante gracia para usar de ellos según la voluntad de Dios.
Haz, Santa Lucía, que, después de haberos venerado y haber agradecido este ruego, pueda finalmente gozar en el Cielo de la luz eterna de Dios.
Así sea.
Modo de rezar esta novena
Comienza el día 5 de diciembre y se termina el 13, día en que se celebra a Santa Lucía. De todas formas, puede rezarse también en cualquier otro momento del año, en que se pretenda alcanzar del Señor alguna gracia especial, por medio de la intercesión de Santa Lucía.
Puestos de rodillas delante de algún altar o imagen suya, hacer la señal de la cruz. A continuación, se reza el acto de contrición:
"Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén."
Hecho el acto de contrición, se dirán las dos oraciones preparatorias a Dios y a la Santa, que servirán para dar principio a la Novena, diciendo al fin de ella tres Padrenuestros y tres Avemarías; se continuará con las dos oraciones propias del día. Y hecha la súplica después, se concluirá con la oración especial de nuestro Señor Jesucristo. Los que hicieren esta novena, se confesarán y comulgarán el primer día de ella, o al menos en alguno de los nueve.
Oración al Eterno Padre para todos los días
Dios mío y amorosísimo Padre mío, que por sola vuestra bondad infinita, criasteis en el principio del mundo los cielos y la tierra, haciéndolo todo de la nada; Vos, Señor, que con suma sabiduría lo gobernáis todo, y con admirable providencia lo ordenáis del modo más conducente a vuestra honra y gloria: os suplico, Señor, penetréis mi corazón con un rayo de vocación verdadera para hacer esta novena, y que me enseñéis, como sapientísimo Maestro, a pedir aquello que más me convenga para la salud espiritual de mi alma, disponiéndolo todo a mayor servicio vuestro, que así lo espero alcanzar de vuestra bondad y misericordia infinita. Amén.
Oración a Santa Lucía para todos los días
Gloriosa Virgen y Mártir Santa Lucía, a quien previno el Señor desde la tierna infancia con las bendiciones de su gracia, eligiéndoos el Eterno Padre por digna hija suya, el Hijo soberano por esposa amada, y el Espíritu divino por su agradable habitación, os suplíco Santa mía me alcancéis de la beatísima Trinidad un fervor devoto, para celebrar esta novena en honor vuestro, y que así como vuestra dichosa alma empezó a servir a Dios, inflamada de los ardores de su amor, no desistiendo de tan noble empeño, hasta llegar a poseerle laureada de las dos coronas de virgen y mártir, así consiga yo, mediante vuestra intercesión poderosa, un verdadero amor suyo para que amándole y sirviéndole en esta vida, logre después verle y gozarle en la eterna bienaventuranza. Amén.
Ahora para alcanzar la gracia que se pide, se dicen tres Padrenuestros y tres Avemarías y se continúa con las oraciones correspondientes al día de la novena. Después se concluye con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo.
Oración final a Nuestro Señor Jesucristo para todos los días
Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y hombre, que por solo vuestro infinito amor descendísteis del cielo a la tierra, y os vestísteis el saco de la naturaleza humana en el purísimo vientre de María Santísima, Madre y Señora nuestra, y compadecido de que el enemigo común, como lobo carnicero, hubiese hecho presa en mi pobre alma, padecísteis cruelísimos tormentos, hasta morir afrentosamente clavado en un madero, resucitando glorioso al tercer día triunfando de la muerte y del demonio. No permitáis, Señor, que por mi fragilidad vuelva yo a ser esclavo de tan fiero enemigo, antes bien dadme auxilios de vuestra gracia para formar un acto de verdadera contrición, con que me pese de haberos ofendido, sólo por ser Vos quien sois, con propósito firme de no volver más a ofenderos: y concededme la petición que hago en esta novena, y el perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida, para que mi alma logre después veros y gozaros por eternidades en la gloria, donde vives y reinas en unidad del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Misericordiosísimo Padre Eterno, fuente perenne de donde bajan infinitos arroyos de piedades, con que se riega la tierra estéril de los humanos corazones, y de cuya liberal mano desciende a este valle de lágrimas todo lo bueno, acordaos, Señor, de que por el grande amor que nos tenéis, permitís que os invoquemos con el dulce nombre de Padre; y que así, mirándonos como hijos, olvidado de nuestras ingratitudes, se mueve vuestra piedad a socorrernos; y pasando adelante vuestro amor, nos mandáis, por boca de vuestro preciosísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que llamemos a las puertas de la misericordia, empeñando al mismo tiempo vuestra divina palabra de abrirlas, y concedernos cuanto os pidamos dignamente. Así os suplico, Dios mío, me otorguéis la gracia que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh piadosa Virgen y Mártir Santa Lucía, cuya vida inocentísima fue toda una vida hostia, ofrecida en holocausto al verdadero Dios, padeciendo por su amor divino los más crueles tormentos que inventó la rabia de los tiranos, hasta dar el último aliento a los filos de una espada; alcanzadme, Santa mía que imitando vuestra piedad, sepa ofrecer al Señor en recompensa de mis culpas cualquier trabajo, contratiempo y persecución que padezca. Asímismo espero conseguir me alcanzaréis la gracia que pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien espiritual de mi alma. Amén.
Ahora levantando el corazón a Jesús se le pide con humildad y confianza, mediante los méritos de la Santa, la gracia que se desea alcanzar.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Eterno Dios, que para dar a los hombres un espejo de humildad, enviasteis al mundo a vuestro unigénito Hijo, vestido con el ropaje de esclavo, siendo Rey de los reyes y Señor de los señores, concededme, Dios mío, me vea con los ojos de la meditación en el terso cristal de sus virtudes, donde en cada una hallaré muchos ejemplos de humildad que imitar, y a cuya vista conoceré mi pequeñez. Polvo soy, Señor, de polvo es mi principio y en polvo me he de volver; no permitáis que este vil polvo se levante, movido del viento de la vanidad y amor propio para cegarme los ojos del entendimiento, persuadiéndome que soy algo, cuando nada soy en la realidad. Concededme: además, la gracia que os suplico en esta novena, y el que llegue a conocerme, para que me anonade y humille. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh cándida Virgen y Mártir, Santa Lucía, encendida rosa de caridad, cuya perfecta virtud mostrasteis, cuando habiendo ido a la ciudad de Catania, a pedir en el sepulcro de la bien aventurada Santa Agueda, la salud de vuestra enferma madre, se os apareció la gloriosa virgen, y os dio amorosa queja, de que por su intercesión pedíais la gracia que vos misma podíais alcanzar. La humildad, oh Santa mía, no os dejaba vieseis vuestro poder para con el Autor de la salud, y minoraba vuestros méritos en su presencia. Alcanzadme, pues tan poderoso sois con el Señor, un verdadero conocimiento de mi pequeñez, con el que vea humildemente lo frágil de mi ser, lo dudoso de mi vida y lo cierto de mi muerte, para que no apetezca las vanas estimaciones del mundo, antes bien solicite sus desprecios; y asimismo facilitadme la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de mi alma. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Generoso Padre mío, de cuya liberalidad son testigos infalibles los cielos y la tierra, y cuanto en ellos resplandece, pues todo nos lo dais del tesoro de vuestras riquezas; concededme Señor, que imitando esta generosidad, reparta con mis prójimos los bienes que tengo, y apartad de mi corazón el desordenado apetito de las temporales riquezas, que insensiblemente arrastran los sentidos con su mentida hermosura. No permitáis, Dios mío, reine en mi alma la abominable peste de la avaricia: antes bien que, despreciando todos los bienes caducos y perecederos, sólo apetezca los eternos de vuestra gloria. Concededme también la gracia que os pido en esta novena, y la pobreza de espíritu, con que no solicite cosa de esta vida. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh humilde Virgen y Mártir Santa Lucía, paraíso ameno de las delicias del Señor, que despreciando generosamente las riquezas de esta vida, con liberal desasimiento suplicasteis a vuestra madre que, en recompensa de la salud que le habías alcanzado del Altísimo, diese a los pobres cuanto os pudiese pertenecer por razón de dote; quedando vuestra alma rica, habiendo logrado la preciosa gala de la liberalidad, para celebrar desposorios castísimos con Jesucristo, Señor nuestro. Alcanzadme, Santa mía, un corazón desasido de los bienes perecederos, y que arranque de él todo amor y deseo, como espinas y abrojos que impiden que mi alma produzca sazonados frutos de virtudes. Asimismo conseguidme la gracia que os pido en esta novena a mayor honra y gloria de Dios. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Omnipotente Dios, que criasteis al hombre para sentarlo a vuestra mesa, ofreciéndole los sabrosos manjares de la gloria, y convidándole con las dulzuras de las espirituales delicias; Vos, Señor, que con sabiduría infinita nos hicisteis un medio entre los ángeles y los brutos, formándonos de cuerpo terreno y de espiritual alma; concededme, Dios mío, la virtud de la templanza, para que contentándome con el preciso alimento, no apetezca lo superfluo, llegando por este vicio a poder asimilarme con los mas estólidos irracionales, habiéndome dado un alma tan noble, que es capaz de espirituales operaciones, y de lograr los regalos de la vida eterna. En el ínterin os suplico me otorguéis la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh penitente Virgen y Mártir, Santa Lucía, ameno campo, no de frutos terrestres y perecederos sino de celestiales flores, que produjo en tu alma la virtud de la templanza, como se vio claramente en tus continuos ayunos, abstinencias y vigilias. Oh fragante rosa, que conservasteis la más singular hermosura, no por el jugo que recibíais de la tierra, sino por el rocío de la gracia que en vos destilaba el Cielo; alcanzadme, Santa mía, hambre y sed de los manjares de la gloria, un espiritual apetito de las celestiales viandas, y un eficaz deseo de sustentarme en aquella celestial mesa, para que a su vista me cause hastío la bajeza de los deleites de la gula, y abominándolos los desprecie como principio de nuestra perdición, pues por ellos, fuimos justamente desterrados del Paraíso. También os suplico me impetréis la gracia que pido en esta novena, a mayor honra y gloria de vuestro querido y amado esposo Jesús. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Divino Señor y criador mío, tan amante de la castidad, que a sus amadores concedéis plaza en las escuadras angélicas, haciendo coro con estos celestiales espíritus; dadme, Dios mío, a conocer la nobleza y hermosura de esta virtud, para que enamorados mis sentidos y potencias de su belleza, no pierdan la modestia y recato necesarios para conservarla, antes bien cerrados con la llave de vuestro santo temor, preserven mi alma pura y limpia de todo apetito sensual, cuyo fiero huracán ha derribado los más alto cedros de santidad. Otorgadme además Señor, la gracia que os pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh casta Virgen y Mártir, Santa Lucía, blanca y cándida azucena, cuyos armiños no pudo manchar toda la malicia del demonio, induciendo al juez Pascasio os llevaran al lugar público pecaminoso, donde fuese amancillada vuestra pureza; lo que no consintió vuestro Esposo, haciendo milagrosamente que ni las fuerzas de los verdugos, ni la violencia de forzudos bueyes, pudiesen moveros de la tierra que pisabais. Alcanzadme, oh Santa mía, persevere yo inmóvil en la virtud de castidad, y que no prevalezcan contra mi, ni las asechanzas del enemigo común, ni las tentaciones sino que resistiendo animosamente salga victorioso de todas ellas. También os suplico me alcancéis la gracia que os pido en esta novena, a mayor honra y gloria del Señor. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Pacientísimo Dios mío, ¡cuántas veces mis pecados han irritado vuestra infinita justicia! pero vuestra infinita misericordia os ha quitado siempre de las manos la espada, que yo mismo había puesto en ellas. Suplícoos, Señor, adornéis mi alma con la preciosa joya de la paciencia; y si se alborotare contra mí el dilatado y soberbio mar del mundo, acometiéndome con las olas de sus persecuciones, conjurándose en perversas voluntades mis enemigos, dadme paciencia, Señor, pues no tengo de qué quejarme si me ofenden, acordándome de lo mucho que os he ofendido. Concededme, os ruego, la gracia que pido en esta novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh paciente Virgen y Mártir, Santa Lucía, finísimo diamante de la tolerancia como se vio en los crueles tormentos con que el juez Pascasio intentó quebrantar vuestra fortaleza, logrando sólo que se descubriesen los preciosos quilates de vuestra paciencia. Alcanzadme, oh Santa mía, de vuestro querido Esposo, una perfecta tranquilidad, paz y sosiego, para que no se levante en mi alma la furiosa borrasca de odios, iras y deseos de venganza contra los que me ofenden, antes bien les ofrezca gustoso la otra mejilla, como el Señor nos lo dejó encomendado. Asimismo suplicadle me conceda la gracia que os pido en esta novena a mayor honra y gloria suya. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Sempiterno Dios y amantísimo Padre mío, cuyo amor con el hombre es tan grande que os obligó a enviarnos a vuestro unigénito Hijo y Señor nuestro para que nos redimiese de la potestad del infierno, y nos enseñase el camino de la gloria; haced Señor, se imprima en nuestros corazones una ardiente y fervorosa caridad, para que amándonos unos a otros, seamos reputados por verdaderos discípulos de Jesucristo; y apartad de mi corazón todo género de envidias del bien de mis prójimos, no permitiendo que me entristezca por sus felicidades. Llenadlos, Dios mío, a todos de bienes espirituales y temporales, y concededme a mí la gracia que os pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh amante Virgen y Mártir, Santa Lucía, encendido clavel de caridad, cuya perfecta virtud os unió tan estrechamente con Jesús, vuestro amado Esposo, que anhelabais padecer por su amor los mayores tormentos; y así, cuando vuestro cuerpo fue cercado de encendida leña, pez y resina ardiente, no permitió el Señor que las llamas consumiesen vuestra vida, y en medio de la hoguera le rogabais dulcemente por la salud espiritual de los mismos verdugos. Alcanzadme, Santa mía, que imitándoos en la caridad, aunque me vea rodeado de trabajos, contratiempos y persecuciones, no desfallezca en amar y servir a mi Dios, antes en medio de las tribulaciones sepa pedirle por los mismos que me ofenden. Conseguidme de su piedad infinita la gracia que solícito en esta novena, mayor honra y gloria suya. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Increado Padre mío, que habéis adornado al hombre de un entendimiento para conoceros, de una voluntad para amaros y de una memoria para acordarse de los beneficios que le hacéis, concediéndole piadoso el tiempo de esta vida, para que lo emplease en vuestro santo servicio: por lo que le ofrecéis en recompensa de sus trabajos abundantes riquezas en la gloria: apartad, Señor, de mi corazón la pereza que ha tantos años que lo posee, malogrando por mi flojedad y tibieza uno y otro día, sin saber sí llegaré al de mañana. Dadme, Dios mío, un espíritu pronto y fervoroso, con que no deje pasar un instante que no lo emplee en agrado vuestro, ayudado de los fervores y auxilios de vuestra gracia; y concededme lo que os pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh laboriosa Virgen y Mártir Santa Lucía que como oficiosa abeja, volando día y noche en las ramas del Líbano de la Iglesia, hicisteis en vuestra alma un panal sabrosísimo de heroicas virtudes, con que regalar a vuestro divino Esposo; y como fiel gusanillo, con continuado trabajo, tejisteis en vuestro corazón la preciosa tela de tan realzadas obras, que enamorado el mismo Dios, os concedió la aureola del martirio, para que con los rubíes y corales que vertió vuestra garganta a los filos de la espada, se aumentase el valor de la vestidura de actos de amor, con que os adornabais. Alcanzadme, Santa mía, sepa yo también ejercitarme toda mí vida en servir y amar al Señor, y que por mi ociosidad y desidia no me parezca a aquella viña sin fruto o higuera estéril que, como árboles inútiles, fueron condenados al fuego eterno. Pedid también a Dios que me conceda la gracia que solicito en esta novena, a mayor honra y gloria suya. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:
Oración deprecatoria al Señor
Dios inmenso, principio y fin de todas las cosas, que por ser tan perfectas, publican ser obras dignas de vuestro poder, resplandeciendo en ellas como en cristiano espejo vuestros soberanos atributos de poderoso, por haberlo hecho todo de la nada; de sapientísimo, por el orden admirable con que lo dispusisteis, y de inmenso, por haberos comunicado a tanta criatura. Bendígante, Señor, todas las obras de vuestras manos: alábente y glorifíquente por tantos beneficios como de Vos reciben, y principalmente yo os doy infinitas gracias, porque me habéis concedido empezar y concluir esta novena, en que os he pedido las principales virtudes, para que adornada de ellas mi alma, sea digna morada vuestra. Finalmente os ruego me otorguéis la merced que solicito y el especialísimo don de la perseverancia en el bien obrar, con que logre la corona que tenéis ofrecida a los que perseveran en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amen.
Oración deprecatoria a Santa Lucía
Oh feliz Virgen Mártir Santa Lucía, girasol amante del Sol de justicia que olvidada de la tierra que habitabais, corristeis dichosamente a beber los rayos celestiales, sin desviaros un paso de la perfección, por más estorbos que el enemigo común solicitó poneros, peleando tan varonilmente que merecisteis las dos aureolas de virgen y mártir; gózome, Santa mía, de que el coro de los ángeles os recibiese, admirado de ver en una criatura vestida de cuerpo y alma, aquella pureza propia de su espiritual naturaleza, de que los mártires os diesen mil enhorabuenas por ver en su jerarquía vuestro valor y constancia; de que las vírgenes cantasen a Dios nuevos cánticos de alabanza, por veros en su compañía; y finalmente, de que Jesús, vuestro amado dueño, os recibiese como a esposa. Y pues tan poderosa sois con el Señor, espero de vuestro patrocinio me alcancéis lo que pido en esta novena, con auxilios de gracia, para enmendarme y perseverar hasta el fin de mi vida en servir y amar a Dios, y conseguir después acompañaros en la gloria. Amén.
Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.
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