EL MISTERIOSO CUADRO DE SOR EUSEBIA


Manuel Parreño Rivera es el autor de un cuadro de Sor Eusebia. Por lo ocurrido mientras se pintó, se considera un milagro. El cuadro se ha convertido en una parte importante del proceso de beatificación de Sor Eusebia. Veamos por qué.

Manuel no tiene manos; pinta con los pies. Estudió Bellas Artes en la Escuela "Santa Isabel de Hungría" de Sevilla. Nació en 1938 y vive en Valverde del Camino, localidad de Huelva en la que nació.

Este singular valverdeño se confesaba "ateo consumado, hombre muy reacio a las corrientes religiosas".

Al pueblo venían autocares de distintos lugares de España. Sor Eusebia era ya un auténtico tesoro custodiado con formidable cariño por los valverdeños. La fama de santidad de la humilde mendiga salmantina, que trabajó y murió en la casita salesiana del bonito pueblo de Huelva, era un imán auténtico para incontables almas necesitadas de su celeste protección.

Un día, Sor María Luisa Aparicio, directora del Colegio de las Hijas de María Auxiliadora de Valverde del Camino, tuvo una luminosa idea: ¿por qué nuestro famoso pintor local no nos hace un retrato hermoso de Sor Eusebia Palomino?... Rápidamente se lo propuso al artista.

"Existía una repugnancia tal en mi fuero interno -dice el artista del que nos ocupamos- que no me permitía tomar los pinceles y la paleta para plasmar la figura de Sor Eusebia".

Le entregaron una fotografía de escasa calidad, en blanco y negro. A pesar de que Manuel se había especializado en el retrato, se sentía incapaz de comenzar su obra tratándose de una persona a quien no había conocido.

"La mayoría de los retratos los he hecho al natural, con la persona presente", confiesa nuestro hombre. Pero pasaba el tiempo y la gente le paraba por la calle confesándole que Sor María Luisa Aparicio no perdía la fe en que el retrato se vería acabado cualquier día...

Al encargarle el retrato, Manuel considera "enormemente difícil" llevarlo a cabo. Tanto es así que dilató el comienzo de su obra nada menos que 6 años, seis...

Un Jueves Santo, el pintor salió de su casa despidiéndose de su esposa al tiempo que le dirigía alguna frase escéptica sobre el retrato de Sor Eusebia que iba a comenzar. Al llegar al estudio, encontró un lienzo de 130 por 81 cm. preparado por un alumno suyo cuatro días antes. No estaba la tela lo suficientemente tensa, ya que el aprendiz no disfrutaba todavía de la experiencia conveniente. De buenas a primeras aparece en escena un representante de una casa de lienzos de Alicante. Siempre que venía este Señor a Valverde lo hacía por razones comerciales, profesionales.

Pasó por el pueblo y dijo: "Voy a acercarme al estudio de Manolo para ver si necesita algo". Efectivamente: tensó el lienzo en 10 minutos, lo dejó perfectamente, se despidió y Parreño ya no le vio más.

"¿Qué ocurre aquí?... No lo sé. La verdad es que este hombre no estaba citado y se presentó" comenta el maestro valverdeño en los cinco folios que ha redactado y ha dado su consentimiento para que sean divulgados.

Sin carboncillo ni retrato previo, el artista impregna el pincel y comienza a pintar la figura. "Lo normal es corregir, dice Manuel, pero no hubo necesidad de ello". Un accidente inesperado en la elaboración del cuadro hizo que Parreño comenzara a ensartar improperios... Al resbalar el pincel, una mancha cayó sobre el ojo de la retratada. El artista aparta con un dedo (no olvidemos que trabaja con sus pies al carecer de manos) esa mancha y se sobrecoge, ya que no ha necesitado de pincel alguno para corregir el retrato definitivamente. "Sentí tanto miedo que cerré la puerta y me marché a casa".

Manuel Parreño tarda normalmente unos 14 ó 15 días en acabar un retrato para que quede a su gusto. Si le presionan demasiado, puede concluirlo en 5 ó 6 días. Por eso, cuando Manuel contempló el retrato de Sor Eusebia dispuesto para ser admirado por el público después de 4 horas y media de trabajo solamente, le recorrió su espalda un repeluzno.

Parreño se había encarado con la foto de Sor Eusebia: "Bueno, vamos a ver si es verdad lo que dicen de ti. No tenemos tiempo material. Yo sé que dentro de 14 días tu cuerpo va a ser trasladado al colegio. A mí me gustaría quedar bien y comprobar si tus prodigios son ciertos..."

Por aquellos días pasaron por la casa del pintor más de 400 personas. Por lo menos 50 de ellas (que habían conocido personalmente a la Hija de María Auxiliadora) declaraban la autenticidad de su expresión.

"Conseguir una expresión de una persona que no se conoce, que solamente se ve a través de la fotografía -que en este caso era pequeña y en blanco y negro- es un hecho que el pintor jamás puede soñar en conseguir sin tener una referencia más amplia", afirma el maestro.

"Mi interpretación del cuadro es la siguiente: concibo a Sor Eusebia en el cielo, con Dios Padre. La lectura es mensaje directo del cielo que está recibiendo Sor Eusebia. La cara refleja esa expresión radiante. Yo lo interpreto así ahora, pero no lo hice pensando en ello. Aquello salió... Yo fui el vehículo. No vamos a quitar importancia al pintor, pero es que, en realidad, yo no la quiero, no quiero esa importancia."

"Lo confieso noblemente. Una vez que el cuadro de Sor Eusebia estuvo terminado, supe interpretar lo que allí había. Es decir, estoy diciendo esto para que la gente vea que yo no pensé en aquello. No estaba concebido por mí."

"Todo el mundo lo sabe. Yo he vivido siempre al margen de todo tipo de religión. Ser protestante, ortodoxo, católico o testigo de Jehová, a mí me tiene un poco sin cuidado. Yo he vivido siempre libre."

"Antes vivía en una constante tensión y hoy estoy relajado, con una paz extraordinaria y esto se produce a raíz de pintar el cuadro de Sor Eusebia. Esto lo puedo confesar noble y gallarda y humanamente..."

"Estaría dispuesto a manifestar la verdad de lo que me ha sucedido ante los Tribunales, si fuese menester."

 

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