Frases célebres del Santo Cura de Ars
* Los buenos cristianos que trabajan en salvar su alma están
siempre felices y contentos; gozan por adelantado de la felicidad del
cielo; serán felices toda la eternidad. Mientras que los malos cristianos que se
condenan, siempre se quejan, murmuran, están tristes... y lo estarán toda la eternidad.
Un buen cristiano, un avaro del cielo, hace poco caso de los bienes de la tierra; sólo
piensa en embellecer su alma, en obtener lo que debe contentarle siempre, lo que debe
durar siempre.
Ved a los reyes, los emperadores, los grandes de la tierra: son muy ricos; ¿están
contentos? Si aman al Buen Dios, sí; si no, no están contentos. Me parece que no hay
nada que dé tanta pena como los ricos cuando no aman al Buen Dios. Puedes ir de mundo en
mundo, de reino en reino, de riqueza en riqueza, de placer en placer; pero no encontrarás
tu felicidad. La tierra entera no puede contentar a un alma inmortal, como una pizca de
harina en la boca no puede saciar a un hambriento".
* Estaba profundamente convencido de que una persona es feliz cuando vive con Dios; y que
es infeliz sólo cuando esa persona libremente se ha separado de Dios: porque no conoce lo
que Dios dice, porque ha dejado de escucharle y hacerle caso.
"Hijos míos; ¿por qué somos tan ciegos y tan ignorantes? iPorque no hacemos caso
de la palabra de Dios!".
Pero lo primero para poder hacer caso a Dios es saber qué dice, estar formado: "Con
una persona formada hay siempre recursos. Una persona que no está formada en su religión
es como un enfermo agónico; no conoce ni la grandeza del pecado, ni la belleza del alma,
ni el precio de la virtud; se arrastra de pecado en pecado".
* Hay muchos cristianos que no saben por qué estan en el mundo.
-¿Por qué Dios mío, me has puesto en el mundo?
-Para salvarte.
-y ¿por qué quieres salvarme?
-Porque te amo.
iQue bello y grande es conocer, amar y servir a Dios! Es lo único que tenemos que hacer
en el mundo. Todo lo demás es tiempo perdido.
* "Hay personas que no aman al Buen Dios, que no le rezan y que prosperan; es mal
signo. ¡Han hecho un poco de bien a través de mucho mal! El Buen Dios les da su
recompensa en esta vida".
"Cuando no tenéis el amor de Dios en vosotros, sois muy pobres. Sois como un árbol
sin flores y sin frutos".
* Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de nuestro
corazón.
El que vive en el pecado toma las costumbres y formas de las bestias. La bestia, que no
tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus
apetitos; del mismo modo, el hombre que se vuelve semejante a las bestias pierde la razón
y se deja conducir por los movimientos de su'cadáver' (su cuerpo).
Un cristiano, creado a la imagen de Dios, redimido por la sangre de un Dios. iUn
cristiano... hijo de Dios, hermano de Dios, heredero de Dios! iUn cristiano, objeto de las
complacencias de tres Personas divinas! Un cristiano cuyo cuerpo es el templo del
Espíritu Santo: he aquí lo que el pecado deshonra!
El pecado es el verdugo del Buen Dios el asesino del alma...
Ofender al Buen Dios, que sólo nos ha hecho bien! Contentar al demonio que tan sólo nos
hace mal ! ¡ Qué locura!!!
* El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús
* Por una blasfemia, por un mal pensamiento, por una botella de vino, por dos minutos de
placer i Por dos minutos de placer perder a
Dios, tu alma, el cielo... para siempre!
Hijos míos, si veis a un hombre levantar una gran hoguera, apilar la leña, y le
preguntáis
qué es lo que hace, os responderá: Preparo el fuego que debe quemarme. ¿Qué
pensaríais si vierais a este mismo hombre aproximarse a la llama de la hoguera y, cuando
está encendida, echarse dentro? ¿qué diríais?............
Al pecar, eso es lo que nosotros hacemos. No es Dios quien nos echa al infierno, somos
nosotros por nuestros pecados. El condenado
dirá: He perdido a Dios, mi alma y el cielo: y es por mi culpa, por mi culpa, por mi
grandísima culpa! ¿Se levantará para volver a caer?.
* ¿Por qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia?
Porque no buscamos todos los secretos de la misericordia del Buen Dios, que no tiene
límites en este sacramento.
Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decirque
desclavamos a Nuestro Señor de la cruz.
Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a
ver si se han olvidado de decir algún pecado...
Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la
sangre del Buen Dios corre por nuestra alma laván-
dola y volviéndola bella como era después del bautismo.
* Lo central de su vida, como sacerdote, era celebrar la Misa. La Misa era lo más grande
para él. Durante sus cuarenta años en Ars, antes de celebrar la misa (de ordinario a las
siete de la mañana) se preparaba durante casi una hora de oración... ¿era tan grande lo
que iba realizar!:
"Si uno tuviera suficiente fe, vería a Dios escondido en el sacerdote como una luz
tras su fanal, como un vino mezclado con el agua.
Hay que mirar al sacerdote, cuando está en el altar o en el púlpito, como si de Dios
mismo se tratara".
* Jamás se negó, jamás. Se dio siempre a los demás sin interés alguno. 'La señorita
Bernard de Fareins, enferma de un cáncer terminal, deseaba antes de morir tener el
consuelo de ver por última vez al Cura de Ars, de quien oía contar maravillas. El
reverendo Dubouis le escribió cuatro palabras para comunicarle los deseos de la enferma.
Era el día del Jueves Santo de 1837, día en el que tenía la costumbre de pasar toda la
noche en la iglesia, acompañando a Jesús en el Monumento. Sin haber dormido, partió
enseguida para Fareins. Se equivocó en el camino; después de dar vueltas y vueltas,
llegó cubierto de barro y muerto de fatiga. No quiso aceptar ni un vaso de agua. Como ya
era conocido, la gente del pueblo le abordaba por la calle. Sin la menor impaciencia,
atendió amablemente a cada persona, y se volvió a su casa sin darse importancia.
Lo mismo en 1852, con 66 años, el Rdo.Beau (Cura de Jassans y confesor ordinario del cura
de Ars durante 13 años), cayó gravemente enfermo: "Mi amigo vino a visitarme. Era
por la tarde del día del Corpus, el 11 de junio. Hizo el viaje a pie, con un fuerte calor
y después de haber presidido en Ars la procesión del Santísimo Sacramento', contaba
agradecido este sacerdote".
* Era sacerdote para todos, no sólo para los de su pueblo: sacerdote de Jesucristo para
todos los hijos de Dios. Por eso, cuando algunos curas, viejos o enfermos, como los de los
pueblos vecinos Villeneuve y Mizerieux, no podían atender bien sus parroquias,
espontáneamente su compañero de Ars se ponía a sus órdenes.
Iba de noche a visitar a los enfermos de Rancé, de Saint-Jean-de- Thurigneux, de
Savigneuxy, de Ambérieux-en-Dombes. Si le llamaban en domingo, partía enseguida,
después de la misa mayor, sin entrar en su casa, y volvía en ayunas al tiempo de
vísperas.
* No le interesaba más que ser sacerdote: era ese su mayor orgullo. En la última
década, el emperador le designó para nombrarle Caballero de la Legión de Honor. El
nombramiento apareció en los periódicos. El alcalde, señor des Garets, le comunicó la
noticia:
-¿Tiene asignada alguna renta esta cruz?... ¿Me proporcionará dinero para mis pobres?
,preguntó el Santo sin manifestar contento ni sorpresa.
-No. Es solamente una distinción honorífica.
-Pues bien, si en ello nada ganan los pobres, diga usted al Emperador que no la quiero.
* Su gran preocupación es inculcar en los cristianos la convicción de que en la tierra
estamos de paso, que vale la pena vivir sien-
do avaros del cielo. La tierra es comparable a un puente que nos sirve para cruzar un
río; sólo sirve para sostener nuestros pies.
Estamos en este mundo, pero no somos de este mundo, puesto que decimos todos los días:
Padre nuestro que estás en los cielos. Hay que esperar nuestra recompensa cuando estemos
en nuestra casa, en la casa paterna".
* Quiso vivir pobremente, prescindiendo de todo lo posible, para que nada le atase. Y si
podía dar, prescindía sin pensárselo dos
veces. Un día, cuando se dirigía al orfanato para explicar el catecismo, se cruzó con
un pobre desgraciado que llevaba el calzado destrozado. Inmediatamente, el Cura le dio sus
propios zapatos y continuó su camino hacia el orfanato intentando ocultar sus pies
descalzos bajo la sotana.
* Cuenta Juana-María Chanay: Le envié una mañana un par de zapatos forrados,
enteramente nuevos. i Cuál fue mi admiración al verle, por la tarde, con unos zapatos
viejos, del todo inservibles! Me había olvidado de quitárselos de su cuarto.
-¿ Ha dado usted los otros ? , le pregunté:
-Tal vez sí, me respondió tranquilamente.
* En invierno iban muchos pobres a su casa a pedir: "Qué feliz estoy -decía- de que
vengan los pobres! Si no viniesen, tendría que ir yo a buscarlos y no siempre hay
tiempo".
Les encendía el fuego de la chimenea, les calentaba, y mientras tanto también
aprovechaba para hablarles del Buen Dios, les animaba a que le amasen. Algunos le
propusieron hacerse cargo ellos, de los pobres, para quitarle trabajo al Cura; pero los
pobres, con quien querían estar era con el Cura. Juan Pertinand, que lo vio, cuenta: Los
llamaba 'amigos míos' con una voz tan dulce, que se retiraban muy consolados: ¡Se
sentían queridos!
* Su cariño a los pobres era muy sobrenatural. Jesús quiso ser pobre, y santificó la
pobreza. Por eso le gustaba contar sucesos de la vida de Jesús en los que se presentaba
pobre. Contaba con frecuencia aquella anécdota de San Juan de Dios, que al darse cuenta
de que los pies del pobre a quien socorría estaban llagados, los besó mientras decía:
iEres tú, Señor!; al contar esta anécdota, solía emocionarse.
* En la antigua casa parroquial de Ars se conservan, y pueden verse todavía, las
disciplinas y el cilicio del Cura de Ars, pero su
principal instrumento de mortificación no está ahí. Lo han dejado en la Iglesia, pues
era el confesionario. Durante largo tiempo del día permanecía sentado en el
confesionario, prisionero de los pecadores. De ahí que sufriese una serie de hernias muy
dolorosas.
Comentaba en una ocasión el señor Camilo Monnin: Nunca se sentaba en las visitas. Sin
duda que era por deferencia a las personas
que recibía, pero también a causa de las hernias que sufría y que había contraído
permaneciendo tantas horas sentado en el confesionario.
* Si alguien le dijera: Me gustaría ser rico.. ¿Qué hay que hacer? Usted le
respondería: Hay que trabajar. Pues para ir al cielo hay que sufrir.
iSufrir! ¿Qué más da? Sólo es un momento. Si pudiésemos pasar ocho días en el cielo,
comprenderíamos lo que vale este momento
de sufrimiento aquí en la tierra. Ninguna cruz nos parecería pesada, y ninguna prueba
sería amarga.
* ¡Cuánto amo las pequeñas mortificaciones que nadie ve! : como levantarse un cuarto de
hora más pronto, levantarse un momentito para rezar por la noche; pero hay personas que
sólo piensan en dormir.
Podemos privarnos de calentarnos; si estamos mal sentados, no buscar colocarnos mejor; si
paseamos en el jardín, privarnos de algunas frutas que nos agradarían; al hacer la
limpieza en la cocina, no picotear; privarse de mirar algo bonito que atrae la mirada en
las calles de las grandes ciudades sobre todo. Cuando vamos por la calle, fijemos la
mirada en Nuestro Señor llevando su cruz ante nosotros, en la Santa Virgen que nos mira,
en nuestro ángel de la guarda que está a nuestro lado".
* A los padres les insistía en que atendiesen el alma de sus hijos, que es lo que más
vale de ellos.
"Esa madre que no tiene en la cabeza otra cosa que su hija..., pero que se preocupa
mucho más por mirar si lleva bien puesto el sombrero que en preguntarle si ha dado a Dios
su corazón. Le dice que no ha de parecer uraña, que tiene que ser amable con todo el
mundo, para llegar a entablar amistades y colocarse bien... y la hija se esfuerza en
seguida en atraer las miradas de todos".
Así forman a las hijas moviéndolas a que vistan de cualquier manera, poniendo más
atención en lo externo suyo que en su interior y cuando visten indecentemente, son
instrumentos para perder a las almas. y sólo en el tribunal de Dios se sabrá el número
de crímenes que habrá hecho cometer...".
* La Santa Virgen está entre su Hijo y nosotros. Aunque seamos pecadores, ella está
llena de ternura y de compasión hacia nosotros. El niño que más lágrimas ha costado a
su madre es el más querido. ¿No corre una madre siempre hacia el más débil y expuesto?
Un médico en un hospital, ¿no presta más atención a los más enfermos?"
* El hombre había sido creado para el cielo. El demonio rompió la escalera que conducía
a él. Nuestro Señor, por su pasión, ha construido otra para nosotros. La
santísimaVirgen está en lo alto de la escalera y la sostiene con sus manos".
* María, no me dejes ni un instante, estate siempre a mi lado. Volvamos a ella con
confianza, y estaremos seguros de que, por miserables que seamos, ella obtendrá la gracia
de nuestra conversión.
María es tan buena que no deja de echar una mirada de compasión al pecador. Siempre
está esperando que le invoquemos.
En el corazón de María no hay más que misericordia".
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