UNA MIRADA A CIERTO MUNDO JOVEN
Capítulo II: Las tres columnas que vertebran un mundo lleno
Ángel transpiraba angustia, desolación y vacío por todos los poros de su cuerpo y por los entresijos intrincados y misteriosos de su alma. En un momento determinado, escuchó a alguien que le hablaba de tres columnas. La curiosidad se apoderó de su angustia vital. Y con toda atención, fue oyendo a su interlocutor conuna mirada de niño. Era, en el fondo, ese alma de niño que afloraba a su exterior desde su interior. Parecía que despertaba de un largo tiempo de letargo anodino de nada menos que de diez años. Las tres columnas son: Afectos, trabajo y mundo religioso |
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Su interlocutor, avezado en las grandes cuestiones de la vida, trazaba con la mayor naturalidad y con un conocimiento experimental admirable, los componentes de estas tres columnas esbeltas y bellas como las griegas o romanas. Primera columna: Los Afectos Todo ser humano que viene al mundo encuentra su mayor felicidad en amar y en sentirse amado. Hay mucha gente- como Ángel- que no han encontrado el meollo o el núcleo para el desarrollo de este afán universal de ser feliz mediante la viva y la red cultivada de sentimientos que anidan en el corazón. Este, según la lengua hebrea y la concepción cristiana, es la sede del amor y de los sentimientos afectivos. Todo ser humano siente “Ante las gentes de espíritu ligero nos avergonzamos de nuestros afectos profundos”. Ante estas palabras de Madame Staël, escritora francesa, los ojos de Ángel recobraron de pronto un aire especial entre el gozo y el pesar. De gozo, porque hasta los 15 años había sentido y experimentado la dulzura del afecto limpio y claro como el agua que viene del manantial de la alta montaña. Pesar, porque fue justo a esa edad, cuando los mal llamados amigos lo iniciaron en la corriente peligrosa que lleva al abismo descontrolado de los sentimientos. Fue para él la pista de lanzamiento al mundo de la experimentación del universo afectivo, pero en su vertiente epidérmica. Notaba - dice Ángel -, el ansia de experimentar una y otra vez esos minutos placenteros de la unión de dos epidermis, como si fuera la ingestión de una droga. Pero, a medida que pasaban las experiencias, me sentía como un animal en continuo celo. Aquella delicadeza que había tenido con mi cuerpo, aquella alta concepción del mundo femenino, fueron derrumbándose de mi vida como un bombardeo que destruyó mi vida afectiva. Tuve la suerte, menos mal- dice Ángel – de no caer también en la droga. Estuve a punto. Coincidió justamente cuando comencé a notar el vacío afectivo en mi corazón. Sentí vergüenza y asco de mi mismo. Un ser epidérmico que se acuesta, bebe, come y vegeta a costa de los padres a los 26 tacos. De amor, nada de nada.¿ Qué riqueza iba a existir en mi si la malgastaba en su aspecto fácil, trillado y vulgar? Embellecer la columna Seguía Ángel en su soliloquio. No quería interrumpirle. Las palabras de Staël corrían veloces por las neuronas de su cerebro. Ciertamente, que he hecho el tonto durante diez años. Y lo he hecho precisamente por dejarme arrastrar por la corriente de la “chusma”. Gente de espíritu ligero. Y, ¡vaya cobardía! Me avergoncé de comunicarles mis más profundos afectos. Ahora que me he dado cuenta- tras varios años de sufrimiento y de sentirme una piltrafa de joven- intentaré embellecer esta columna con lo más sagrado que tiene el ser humano, aquello por lo que trabaja, siente y padece.
¿Cómo embellecerla? 1) Amor sincero Me queda por recorrer este esplendoroso camino para rehacer mi mundo afectivo. Implantaré en mi existencia- la única e irrepetible que tengo- la ley de la cordura, del equilibrio sobre mis instintos sexuales para que, a la luz del amor de quien me ame desinteresadamente en mi componente personal- no ya en mi epidermis- pueda comenzar por embellecer esta columna con muchos detalles que le den realce y una belleza fascinante. Cuando ame de verdad y me sienta amado, haré lo que quiera, como dice san Agustín. Una fórmula que, aparentemente, parece extraña, pero que no lo es. En el cielo- todavía oscuro y tormentoso de mi persona- vislumbro algo realmente grandioso: amar a alguien y que ese alguien, a su vez, me ame en todos los aspectos de mi persona, que está en proceso de rehacerse en profundidad. Este ideal del amor auténtico es el presagio que siento ya en mi ser profundo. Este ideal será la anticipación del orden por el espíritu. 2) Espíritu Como bocanadas de aire fresco entraba esta palabra en su ser. El tono de sus palabras, la sonrisa que se asomaba por sus mejillas, tenían cada vez más el encanto de sus primeros años. Tan sólo quienes son capaces de vivir la ley del espíritu sobre las tendencias facilonas del sexo, bebida y droga - entre otras cosas - será el “ tío” que sepa construirse una personalidad alejada de la mediocridad reinante en el medio en que se mueve. Este espíritu es quien crea en mi el orgullo sano de ser yo mismo; la felicidad de tener mi propio proyecto personal, mi propia arquitectura inquebrantable ante las oleadas de consumo que asolan nuestra sociedad y a las mismas personas. Es el espíritu el que da vida a todo el ser. Y una vida contagiante de hermosura, una visión optimista ante los acontecimientos. Es el espíritu quien crea en ti la inquietud de ser un joven creativo. Todo ser humano creativo, jamás se adhiere a la ganga de los humanos que viven sumidos en torpes e inútiles pasiones. El espíritu es como un ímpetu que te hace vivir la vida auténtica
a tope. Parece que si lo cultivas y sigues, andas flotando por el ambiente sin que nadie
ni nada te contamine. 3) Filtros Todo el primer capítulo tuvo como finalidad la descripción de la persona de Ángel o la tuya, una persona vacía de sí misma. Ahora, siguiendo la fenomenal y paulatina recuperación de nuestro amigo Ángel, nos encontramos con un joven que no tenía en su persona lo que se llama “filtros”. ¿Qué son los filtros? Sin embargo, todo aquello que sea indigno, poco loable y empobrecedor, has de mandarlo a la porra. Oye, no tengas en cuenta lo que digan quienes están apegados a lo simplemente material. Ángel estaba ya empezando a gustar las delicias de alguien que, con su propio sello personal, le dijese que en la autopista de esta sociedad, tan sólo valen quienes cultivan su persona a tope. Los demás son carne de cañón, expuestos a todos los vaivenes de este mundo ,cuyo eje central lo constituye el consumo y todo lo que lleva anejo. El filtro hay que llevarlo siempre puesto como una coraza que te defiende de tontadas. Con los filtros- dice Ángel- hago una separación instintiva entre lo que vale para mi riqueza personal, y aquello que la empobrece. Con ellos adquirirás una personalidad recia y equilibrada. Manda a la “ mierda” a todo aquel que te llame tonto porque no sigues las líneas fáciles da comodidad. Ángel, todo aquel que construye el edificio de su personalidad por las sendas fáciles, será como una veleta colocada en el campanario de la iglesia. Se mueve al pairo del viento. Con los filtros, el mundo exterior entrará en ti, pero haciendo una selección imponente. 4) Una chica que me quiera y me acepte Noto, a pesar de mi crisis, que mi corazón sigue latiendo con un afán inmenso de amar. Necesita amar como el campo de la lluvia de otoño o primaveral. Es inútil luchar contra esta ley inscrita por Dios en nuestros corazones a golpes de amor divino. Percibo en mi vida, en esta lenta recuperación de mi vacío, que ya existe alguien que me ayuda a reorientar mi existencia Con ella, vista como persona y no como objeto para usar durante 15 minutos, me doy cuenta de que, incluso mi vena poética apagada y maltrecha por el vacío y tantas uniones epidérmicas, se despierta en mi como la luna que besa a su novio, el mar, llevándole el beso de su rielo. Disfruto como alguien que ha cogido un pedazo de felicidad y la ha amarrado tan fuertemente en su interior, que nadie se la puede arrebatar. Sí, es verdad- continúa hablando Ángel- “ el amor es la poesía de los sentidos”, en palabras de Honoré Balzac. Al lado de mi amiga Lilia siento que mis sentidos se convierten ahora en pura y limpia creación de poesía. Ahora comprendo que me quiere y soy querido. Es esta fuerza humana y divina la que me hace gozar cada instante en plenitud, sin necesidad de “usar” la epidermis como perros encelados. Todo tiene en la naturaleza un plan divino trazado por Dios, de quien hablaré más tarde. El mismo autor, recién citado, afirma que “ los hombres superiores son los únicos que saben amar”. ¿No será que no lo he sido hasta ahora y por eso no he amado nada anteriormente? Lilia me consuela, me ayuda en cada paso que doy. Con ella percibo que mi personalidad y mi amor crecen piramidalmente. Siempre hacia arriba buscando ideales que logren que nuestra vida sea una luz encendida en medio de este mundo que naufraga en mediocridades. Ella es mi luz y mi salvación. Ahora es cuando siento el amor verdadero de una joven. No como antes. En mis años desgraciados, íbamos simplemente a lo fácil del “ rollo”. Y no fui feliz con ninguna. Un cuarto de hora no te concede la felicidad sino la frustración. No había amor. 5) Fidelidad A veces, me sirven de meditación frases de autores celebres. Hoy, por ejemplo, me han ayudado a pensar en mi mismo las palabras del marqués de Azeglio, estadista y escritor italiano:
“ En cosas de amor la constancia es necesaria, la fidelidad un lujo. Cuando Ángel comunicaba estas palabras, sus ojos brillaban con un bello esplendor. La cercanía de Lilia contribuía a la vivencia en su vida de algo que nunca había tenido en cuenta: la constancia. El había ido- como las mariposas- de una a otra con la baja intención de extraerle el placer. Lo demás no le importaba. Ahora, sin embargo, ante el hecho clave de la vida: querer y sentirse querido, amar y sentirse amado, la constancia le daba alas para volar por encima de bajas pasiones pasajeras. Ciertamente- comentaba Ángel- que no soy un Ángelito caído del cielo. Pero me he dado cuenta de que soy capaz de dominarme y de mantener mi sexo a raya. Y lo mantengo, porque la carga de amor hace que surja en mí algo que despreciaba anteriormente, la virtud de la pureza o castidad. Jamás le haré nada mientras nuestro compromiso no se selle algún día con el matrimonio. Sí, matrimonio. Se sonreía al decir esta palabra. Venían a su memoria los recuerdos de sus amigos con sus “bacanales y orgías”. Este vocablo era en sus mentes y corazones una bofetada al sexo libre sin compromiso de nada ni de nadie. Me siento dichoso como ave que cruza el cielo buscando nuevas tierras húmedas y sitios en los que pueda encontrar su pequeño alimento, sombra, sol y cobijo. Vivo conscientemente el lujo de los lujos: saber que ahora amo y que me siento correspondido. 6) La confianza En este proceso de reconversión que experimenta mi persona, la confianza brilla como un sol inundando mi vida de un júbilo que nunca había experimentado en esos diez años de crisis. Sí, afirma Ángel, sabía que tenía que someter mi vida a un juicio de valores. Al fin y al cabo, ése es el auténtico sentido de la palabra griega. Mucha gente entiende por crisis simplemente la falta de dinero o la caída en una depresión. Pues bien, a medida que me relaciono con Lilia, la confianza reina entre nosotros como una bandera ante la que juramos cada día el beso de nuestra confianza. Pero, para que mi confianza sea auténtica con ella, debo vivirla a fondo en mi propio ser. La empresa que siento cada día, me lleva a sentirme grande, realizado y con metas y etapas que no tienen fin. Nuestra confianza es honda. Ella nos conduce a vivir un nivel hondo de comunicación. Ya hemos dejado- aunque de vez en cuando viene bien- los halagos estúpidos para ir derechos a la comunicación seria, la que corresponde al último nivel. Es la comunicación que hace que nos interesemos mutuamente por crecer, la que nos hace preguntarnos por nuestros propios sentimientos, nuestros proyectos de vida, nuestras ilusiones, nuestra riqueza interior. El mejor pasaporte para vivir la seguridad con otro ser amado es la pradera verde en primavera. Crecen distintas hierbas, muchas y variadas florecillas. Cada una enriquece el cromatismo de colores y olores del campo. Así es la confianza de Ángel y Lilia: dos plantas que crecen en el campo abierto de sus conciencias y de sus corazones embriagando sus personas de perfumes agradables y olorosos dentro de sí mismos. Este es el “quid” de la cuestión: crecer y crecer cada día sin caer nunca en la monotonía, el aburrimiento y la mediocridad. “Generalmente ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra”, decía Tito Livio, el historiador romano. Por esta autopista marchamos seguros y felices. Respeto y aceptación mutua El chico, por fin, había encontrado el tesoro que anhelaba en su mundo interior. La chica, por otra parte, tuvo la dicha de encontrarse con un joven que, habiendo sufrido tantas decepciones, se mostraba ante ella como un espejo radiante de cualidades que, ocultas durante años, afloraban ahora como diamantes pulidos y de una belleza interna sensacional. Dios mío, - exclamaba Ángel -¡ qué suerte he tenido! “ El respeto por los otros es la primera condición para saber vivir bien”, dice Amiel, filósofo suizo, nacido en Ginebra. Por eso, los dos juntos, durante un rato cada día, vivimos a pleno pulmón la satisfacción que procura a la persona la seguridad de que va a ser respetada en sus derechos. Ahora, lo repetía una vez más Ángel, me considero una persona. Ya voy pregustando las excelencias que hablan del respeto y de la aceptación mutua. Me revienta oír la expresión de que la vida entre dos es insoportable. Vengo de un mundo en el que esa expresión tenía sentido, porque quienes viven como vivía yo y muchos otros de mi generación, tienen toda la razón. Su vida es como las de los animales en celo: hacen sus cosas y ahí te quedas. No pueden convivir porque les falta lo fundamental: el valor en su sentido humano y espiritual más amplio. Acepto a Lilia como persona y ella me acepta a mi como persona. Hay muchos que, al vernos, se quedan extrañados de mi cambio de rumbo. Me da igual lo que puedan pensar. Vivimos nuestra felicidad y, a medida que pasan los meses, la compartimos con otros seres humanos adornados de cualidades. Ahora se siente Ángel flotando en una atmósfera nueva que no podía ni soñar en sus años de vicio. Le venían a su mente las palabras de Marcel Duchamp, pintor francés: ”Hay millones de artistas que crean, sólo unos cuantos miles son aceptados, o, siquiera, discutidos por el espectador; y de ellos, muchos menos todavía llegan a ser consagrados para la posteridad”. Ángel y Lilia se aceptan. No piensan pasar a la posteridad. Piensan en vivir los instantes de felicidad que les causa la mutua aceptación y la pintura que a diario hacen de sus relaciones, tan bellas y hermosas como el mejor cuadro. Nos aceptamos en la calidad, y ésta nunca baja de precio. Al contrario, cuanto más tiempo pasa, vale más Mi mundo afectivo estaba destrozado y ahora, gracias al descubrimiento de mi mismo y al de mi amiga cualitativa Lilia, está tan nuevo como una recién estrenada primavera. Repulsa a los Medios de Comunicación Social
El hoy es discípulo del ayer. Ángel, que vive ahora el discipulado de una vida que va lentamente tomando sentido, le comentaba a su íntima amiga Lilia que los Medios de Comunicación ejercieron sobre él una influencia negativa. Una de las cosas que más me marginó de ciertas corrientes de pensamiento y del contacto con la gente- salvo como ya te he dicho, en los momentos de crápulas, orgías y bacanales -, fue la pasividad ante la tele. Creo que los videoclubs hicieron dinero con el alquiler de películas pornográficas. Estaba enfermo y , sin embargo, no me daba ni cuenta. Era una enfermedad que me corroía el coco y todas sus neuronas. Me extasiaba en las posturas y en las diversas formas de practicar el sexo.¡ Enorme torpeza la mía! Culturalmente, por otra parte, no te aporta nada la temática insulsa y estúpida de este subgénero cinematográfico. Y cuando me cansaba de tanto sexo bochornoso y degradante, acudía a películas de violencia en grado sumo. Era el espíritu conformista que anidaba en mi, el que me llevaba a evadirme mediante acciones violentas que me alejaran de todo problema que me hacía pupas en mi interior vacío, como una laguna seca. Ya en los últimos años, me dediqué por la tardes a curiosear los programas de chismes de mujeres con sus maridos, los divorcios, los malos tratos de los hombres a sus mujeres, el ambiente falso que crean presentando siempre a gente con problemas. Y me preguntaba: ¿ Es posible que en España vayan tan mal las cosas a todo el mundo? ¿ Es que los gays, las prostitutas, los violadores, los marginados sociales son los más dignos de ocupar espacios en las diversas cadenas? ¿No hay nadie sano? Este falseamiento de la realidad me hizo recapacitar. Dejé de ver toda esa basura de programas y me centré en alguna que otra película, la de los lunes sobre todo, y en programas culturales, los pocos que ponen en la mejor cadena, TVE 2. Te cuento esto, amiga Lilia, para que veas el proceso de maduración en mi persona. No quería ser un consumidor pasivo de los productos televisivos. Por mi mente y mi corazón entraban a raudales aires nuevos. Me convertí en un ser muy selectivo a la hora de encender la pantalla, de ir al cine o a fiestas degradantes. Todo mi interés, sobre todo desde que te conocí, querida Lilia, ha consistido en ver las cosas, actuar y enjuiciarlas para no caer nunca más en sus garras destructivas. A tu lado estoy dejando atrás todo el mundo sucio que he vivido. Y me siento realizado y alegre en tu presencia. Noto contigo que he puesto en tus manos un látigo de rosas para que descargues sobre mí los golpes de tu amor. Anhelo que nuestro amor se derrame entre nosotros como girasoles de fuego por los espacios incontaminados. Cuando te veo, Lilia, siento que el amor va levantando un murmullo de aromas en cada florecilla. Tomo mi corazón. Lo empapo de tu luz, de tus aromas, de tus ilusiones y sigo caminando, caminando, con mi juventud ya más madura, plena y rebosante. Y tu sonrisa es tan alta como el chopo de la verde ribera. Ángel amigo, - dice Lilia-, cultivo en mí tu presencia, rosa ensangrentada de olor penetrante hasta doblarme en la cruz de tus brazos. Nuestro corazón está floreciendo, y el tiempo corre por nuestras vidas con su mensaje de amor borboteante llamando cada día a nuestras puertas para que no se marchite jamás. Ya la luz no es mía ni tuya. La luz de nuestros ojos va ya cargada de mensajes. El amor es sacrificio, no egoísmo. Quien busca en el amor su propia complacencia va tras lo que ansía loca e irracionalmente: es egoísta. Gracias a Dios, éste no es ya nuestro caso. Segunda columna: El Trabajo “Nada que se consiga sin pensar y sin trabajo es verdaderamente valioso”, decía Joseph Addison, político, literato y autor dramático inglés. He subrayado a conciencia estas palabras porque son las que me despertaron de mi sueño rutinario y de mi vagancia extrema. Esta segunda columna, desde el principio de la Creación, es la que marca la pauta de los seres humanos auténticos.” Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Pero yo, sumido en aquella inconsciencia, repetía las brutalidades de algunos de mis compañeros de malas aventuras y andanzas: Yo no hago nada porque mis padres tienen la obligación de darme de comer y la “pasta” que necesite. Si nos ponían dificultades, les decíamos con la mayor caradura del mundo:” Tenéis que hacerlo. No os pedimos permiso para traernos a este mundo. Así, que aguantaros”. Hoy día, me da vergüenza, Lilia, de recordar aquellas palabras tan inhumanas. El trabajo constituye la segunda columna sobre la cual gira nuestra existencia. Falta de ambiciones e inquietudes “La inspiración es el trabajo”, dice Baudelaire, poeta francés ¿ Qué nos pasa a la generación actual, a una gran parte al menos? Esta pregunta es como una alarma para quien siente en sus venas el sentido de la vida, basada principalmente en el trabajo. Hoy, sin embargo, se ve pulular a cualquier hora del día a chicos y chicas por la ciudad. ¿No tienen nada que hacer? ¿ Qué les ocurre? Ante estas preguntas que Ángel se hace ahora, no encuentra respuesta. Se siente culpable de su situación laboral. Mi generación “ mucha de ella un tanto pija”, no quiere mojarse en nada. Aspira a grandes cosas sin hacer el menor esfuerzo. Los padres son quienes deben darnos dinero, herencias y colocaciones de alto rango. ¡Por nuestra cara bonita! No tenemos ambiciones como la generación anterior a la nuestra. Apenas cumplían sus 14 ó 16 años, ya estaban trabajando de aprendices en talleres, fábricas, en el campo o en cualquier otro sitio. Tenían la sana ambición de ayudar en casa cuanto antes, como auténticos colaboradores de sus padres y hermanos pequeños.
Un fácil pasotismo Esa falta de ambición sana y de inquietud por insertarse cuanto antes en la sociedad, ha dado paso a un fenómeno social, principalmente de los jóvenes, conocido por el nombre de “ pasotismo”. Hay un amplio sector joven que ha hecho de la indiferencia ante el trabajo y otras formas sociales su ley de vida, y el paradigma de su actitud ante las personas, las cosas y, por supuesto, ante el trabajo. Quienes se instalan en el “pasotismo” son unos parásitos sociales y unos seres pasivos ante otros fenómenos culturales, sociales y religiosos. Es fácil buscarse un caparazón para defenderse de los “carrozas, de los carcamales”, de los adultos y ancianos, los tontos que trabajan para que nosotros comamos. Los actos sociales- y todos somos parte de la sociedad- se configuran para que todos disfruten haciendo lo que les corresponde. De esta correspondencia o corresponsabilidad no quieren saber nada. Les sienta mal a su comodidad. Prefieren tener de todo menos de lo que deben tener: agallas para trabajar y no para vivir a costa de unos padres que se esfuerzan porque el hogar marche lo mejor posible. Ángel recuerda que tuvo una época de total pasotismo. Sin embargo, el padre- que transigía en su vida indigna y entregada al vicio- le dijo un día: Hijo mío: A mi me encanta ser pasota. A partir de mañana voy a pedir la baja en el trabajo. Vamos a comer de limosna. No seré yo quien vaya a pedir. Los dineros que recibes, se te van a quitar. Lo cómodo nos gusta a todos. Y, efectivamente, el padre dejó unos días el trabajo. La economía de casa se resintió. El padre de Ángel no hacía nada. Incluso acompañaba a su hijo a alguna que otra fiesta. Sí, le decía el padre: Los “carrozas” también sabemos y nos gusta divertirnos, aunque sea de otra forma. Pero ya ves, Ángel, que bebo una copa de vino o una cerveza. No hay para más. Tú, sin embargo, con el dinero que te he estado dando, te “trincas” varios cubatas de “gin”,whisky, raciones de carne, invitaciones a las chicas... Pero llegará el día en que no podrás vivir de gorra. Hijo, tras estos días, te habrás podido dar cuenta de que si todos fuéramos “ pasotas”, la rueda del mundo no marcharía. Una cosa te voy a decir: Ahora que he visto el ambiente lúgubre en el que te desenvuelves y la facilidad de gastar la “ pasta” que me gano cada día, no vas a recibir nada. Apáñatelas como puedas. Oye, hijo, se acabaron aquellos años de tu golfería viciosa. O cambias a tu edad- buscando un trabajo – o aquí no vuelvas a pedir nada a costa de las espaldas de tu padre. Pero Ángel se las ingeniaba para sacarle el dinero a su madre porque le chantajeaba: Si no me das dinero, me marcho de casa. El pasotismo, plaga social, ha destruido y destruye la vida de muchos jóvenes que han hecho estandarte de sus existencias la facilidad, la comodidad, la flojera y la falta de respeto. Sí, en el fondo, eso es lo que significa esa horrible palabra acuñada por el ghetto joven.
Conformismo pobre Otra nota negativa pero muy distintiva de cierta juventud es el conformismo con todo lo establecido. Ya desapareció aquella generación anterior que luchaba por ideales nobles; aquella generación rebelde ante las injusticias de la sociedad, de algunos gobernantes, de algunas instituciones... Ya no hay inquietud por nada que no sea el placer fácil, la diversión nocturna, el derroche de dinero a costa de los adultos, que, - para colmo -, somos los tontos de la sociedad. Les da igual que los echen del trabajo por falta de rendimiento. Nadie- dicen- les puede “comer el coco”. A ellos les gusta ir a “su bola”. ¡Claro que les gusta ir a su bola cuando otros trabajan por ellos! ¿ Qué será de ellos cuando sean adultos? No tienen muchas preocupaciones por el futuro. Viven al día, pero con la comida y con el dinero de los que trabajan. Es una juventud que no cree en sus posibilidades porque ,desde que son adolescentes, han asimilado que hay que divertirse y montárselo bien. Lo demás son “rollos” de los viejos. Todo les da igual. La desgana es la reina soberana en la flor de sus vidas. Este conformismo se traduce en otras muchas manifestaciones, además de las ya enumeradas. Una de ellas – muy peligrosa – es la falta de motivaciones para hacer cosas que ennoblezcan sus vidas. Prefieren el “borreguismo” que despersonaliza, a ser gente creativa. Ángel comenta que algunos de sus amigos se han afiliado a los neonazis, grupos que están surgiendo como un arma destructiva en algunas ciudades. Es gente que está al vaivén del último que llegue, y les presente algo nuevo pero que no les exija trabajar, sino provocar la perturbación irracional en la sociedad.
Gente sin rumbo cierto Mientras que la generación anterior- con fallos y defectos – construía su propia familia a una edad relativamente joven, muchos jóvenes de hoy viven al amparo de su familia hasta una edad avanzada: los 30 o más años. A nivel simplemente humano son pocos los que se interrogan “quién soy yo, adónde me encamino y de dónde vengo”. No tienen pensamiento propio. Viven con la idea de los mitos que les crean los medios de comunicación social: actores, cantantes, grupos musicales, rockeros...Y así, es frecuente verlos con sus auriculares puestos por la calle, en los autobuses, trenes y coches, síntomas claros de que van a su “rollo”, sin tener en cuenta la comunicación con los que no sean biológicamente de su edad. Estos son sus grandes modelos de imitación. Les sacan el dinero y siguen la “bola” de lo que hacen los otros. Pero es que quienes no los sigan, son inmediatamente tildados de carrozas y desconectados de su mundo. No intentan dar respuesta a esas tres preguntas que son un hito en el proceso de su realización como personas. Su respuesta sería- según ellos – comerse el coco. En el fondo de todo esto, late un aprovechamiento desconsiderado de los otros. Todos estos mitos o dioses que se han creado, requieren mucho dinero. Y si no lo logran en casa, son capaces de robar hasta a los pobres ancianos que van a rastras a hacer sus compras.
Una generación infantiloide Han crecido sin sufrir Una constante
que se observa en un gran sector de la juventud actual, es su falta de sufrimiento. Las
palabras del filósofo escita Anacarsis tienen toda la razón: Es un gran mal no poder sufrir mal alguno; es menester
sufrir para sufrir menos”. O las de Aristóteles:” Sufrir cosas bajas sin algún honesto fundamento
es de hombres viles”. Esta ausencia de sufrimiento provoca en el joven una falta de maduración personal. Son cuerpos grandes con mentalidades equivalentes a 5 ó 6 años menos de los correspondientes a su edad psicológica. Los padres de esta generación de infantiloides tienen, en parte, la culpa. Los han habituado a que se les dé todo hecho. Y cuando el joven se ha acostumbrado a esta facilidad en tener dinero, moto, coche, música y todo cuanto anhelen sus sentidos, el trabajo lo consideran un estorbo y algo que no va con ellos. No es que haya que hacerles sufrir por sufrir. Cuando digo esto, se entiende que el orden les es indispensable, la disciplina familiar totalmente obligatoria, el estudio absolutamente necesario, y todo lo demás viene por añadidura. “No quiero que sufra lo que sufrí yo”. Esta es una afirmación errónea de los padres. Ellos son conscientes de que, gracias a su deber bien hecho en la fábrica o en otro sitio cualquiera, son hoy lo que son y tienen lo que tienen. Por tanto, todo lo que sea privar al hijo del más mínimo sufrimiento es un absurdo. Ángel, mientras le leía esto, mantenía unos ojos atentos y hacía con la cabeza un sí a todas estas palabras. Recordaba las cosas viles y bajunas que hizo en esos diez años, como agujas que se le habían clavado en el corazón y que ahora, gracias a Lilia, intentaba arrancárselas de raíz para que no continuaran hiriéndole en lo más hondo de su persona. La diferencia entre los padres y los hijos, respecto al trabajo, es que los padres se encuentran realizados por la ilusión que derrocharon cuando eran jóvenes, y los jóvenes actuales, sin embargo, no tienen valor para nada que se aparte un ápice de su “ bola”, es decir , de los dictámenes de sus apetitos y gustos, no siempre humanos y dignos. ¿ Qué hay en esta juventud que a los 20 años no está llena de coraje y esperanza?¿ Qué le ocurre para que no deseen reformar el mundo? Tienen una grave enfermedad: ser adolescentes continuos que no dan el salto a una mayor madurez de su juventud. Este infantilismo lo muestran en los trabajos en bares, restaurantes, fábricas...y en los estudios. No se toman las cosas en serio, como propias. ¿ Cómo es posible sacar suspensos al final de un cuatrimestre habiendo pasado seis horas ante los bancos de estudio? ¿ Harían lo mismo si no tuvieran asegurados hasta los 30 años la comida, el dinero, las diversiones y la cama? No trabajan porque les falta madurez. ¿ Qué educación
les dais?, recordaba a los padres Ferdinand Galiani, abad, economista y literato italiano
con esta sentencia: ”Toda educación se reduce
a estas dos enseñanzas: aprender a soportar la injusticia y aprender a sufrir
las desdichas”.
Jóvenes depresivos y amantes de sus derechos Se observa también que un número considerable de ellos y ellas cae en depresión cuando sus caprichos no se cumplen. Es normal que les suceda. Han sido educados entre algodones, como infantes de leche y papillas. Apenas sufren los contratiempos que la sociedad les presenta, se vienen abajo. Los padres, muchos, en un acto no muchas veces útil, acuden a los psicólogos o psiquíatras para que les solucionen los problemas que el hijo padece. Y, en realidad, - en muchos casos -,no tienen nada más que una cosa: la rabieta de que algo que esperaban conseguir, no lo hayan logrado. Son niños caprichosos. Los médicos les mandan las pastillas respectivas, se pegan en la cama un montón de días, y la preocupación alerta a los padres innecesariamente. Háblenles claro y háganles trabajar, salvo , claro está, que sean enfermos de verdad. Pero la bastantes depresiones juveniles vienen por el desfase entre su edad biológica y psicológica. Otra nota digna de observar en muchos jóvenes- la mayoría- consiste en la gran facilidad con que han aprendido sus derechos como estudiantes, como trabajadores y como seres humanos. Y eso está bien. Sin embargo, de sus obligaciones no quieren ni oír hablar. Las obligaciones cuestan, y todo lo que suponga sufrimiento, desean alejarlo de sus vidas lo antes posible. No les interesa cómo vaya la nación o la propia familia. “Los países en donde no se ha amado ni sufrido no dejan en nosotros ningún recuerdo”, decía Pierre Loti. Me contaba Ángel de uno de sus ¿amigos? con interrogante que, al matarse sus padres en un accidente, fueron en seguida a preguntar cuánto tenían que pagarles las Agencias de Seguros. Y una vez que tuvieron en sus manos los dos hijos los 15 millones, los fundieron en seguida en dos motos de alta cilindrada y en dos coches. La pobre abuela marchó al otro barrio antes de tiempo al ver la actitud injusta de los nietos. No habían dejado ningún recuerdo. El coche, la moto y la chica o el chico respectivos. Ese fue todo el llanto y el luto que guardaron por sus padres. Hay que educarles en las dos cosas: en los derechos y en las obligaciones. Tanto unos como otras forman el esqueletaje de la persona. Ante una sociedad competitiva Me causa risa, dice Ángel- que ya ha encontrado trabajo- las quejas que hay acerca del paro. Esta realidad social es lacerante. No se pone en duda. Pero, aunque son advertidos de que quien vale por sus cualidades y habilidades adquiridas a base de muchos esfuerzos y sufrimientos encuentra trabajo, ellos no mueven ni un dedo por quemar horas y horas de estudio o por el perfeccionamiento laboral de su profesión. Esperan el trabajo por arte de birlibirloque o de magia. Y la vida, abierta ya a todo el mundo- ya que somos una aldea global- busca a aquellos de sus miembros que están preparados para afrontar un trabajo con solvencia, elegancia, rendimiento y dignidad. ¡Ah- comentan muchos- pero esto es muy duro! No quiero depender de nadie y que me obliguen a trabajar X horas para otros que se aprovechan de mi. Yo quiero vivir a mi bola, a mi aire! Los que valen, siguen en sus empresas del tipo que sean, y los que van a su rollo, los echan inmediatamente. Total, como saben sus derechos, piden la indemnización, ¡ y con la música a otra parte! Bueno, a otra parte, no, ¡a la casa de los padres a seguir viviendo de ellos! Como el mundo es un pañuelo, los bien preparados en las diversas profesiones tienen trabajo en España o en las naciones de la Comunidad Europea. Pero, para este objetivo, hace falta constancia, laboriosidad y amor a lo que se hace. Como ves
Esta segunda columna hay que estar toda la vida embelleciéndola con el cultivo de tu profesión. Tienes que estar al loro. Y para eso hay que estar al día en el estudio y en el perfeccionamiento de la maquinaria nueva que sale cada día. Quien se instala en esta sociedad y no está en proceso de renovación continua, acaba pronto. Es la fuerza de la ilusión la que te mantiene al día, la que te hace trabajar a gusto por lograr metas que realicen tus ansias profundas de ser una persona realizada en esta segunda columna, la básica de tu edificio personal. Ten en cuenta las palabras de H. Lovecraft, novelista americano de ciencia ficción:” La satisfacción de un momento es la ruina del siguiente”.
Trabajo inacabable Tienes ante ti una aventura fascinante: construir tu persona desde el mundo precioso de los afectos y del trabajo. Suele ocurrir que muchos jóvenes dedican todos sus impulsos a la primera columna con detrimento de la segunda. De esta forma, no pueden crecer equilibrados, ni vivir alegres en las profundidades de su ser. Van tirando de su vida, arrastrando de ella como pueden, pero faltos de motivaciones. De este modo, como hemos visto, se plantan en sus veintitantos o treinta y tantos años sin nada que hacer, a expensas de sus padres y entregados a lo que les llena los sentidos de momento, pero lo que hacen , en realidad, es buscarse la ruina personal. Hay tiempo para todo: para el trabajo y para gozar después de los afectos y de la compañía de tus seres queridos.
Tercera columna: el mundo religioso Fe recibida y no cultivada
Una gran parte de nuestro pueblo ha recibido el don de la fe por generación de padres a hijos. Es una forma normal de transmitir este regalo desde que murió y resucitó el Señor. No se conoce el mensaje divino si no se recibe mediante la palabra de unos a otros. En nuestros hogares sucede así, juntamente con la ayuda de la escuela, y de sus profesores cristianos y de la catequesis parroquial. La fe entra por los oídos. Resulta relativamente fácil la transmisión de la fe hasta la Primera Comunión. Después, sin embargo, viene la problemática. Primera Comunión Es sumamente curioso que la familia confíe la catequesis y preparación de la Primera Comunión a los catequistas de la parroquia y del colegio. Ellos descargan todas sus responsabilidades en los profesores y catequistas. Por su parte, los padres no se mojan en nada. No van a la catequesis. Su gran preocupación consiste en buscar el restaurante mejor con un año de anticipación. Hay que dar una fiesta al hijo o la hija que se acercan al misterio de la fe. No se preocupan, dice Ángel, de vivir la preparación al unísono con su hijo o hija. Más bien, da la impresión de que no les importa mucho. Así fue mi Primera Comunión, comenta Ángel. Mis padres se habían preocupado en hacer la lista de invitados y la lista de regalos. Como si se tratase de una Boda. El caso es que, durante mi Primera Comunión me aburrí soberanamente. No había chicos de mi clase por ser de nivel social inferior. Tan sólo invitaron a cuatro pelmas ricos que no jugaban ni querían participar en la cosas propias de los niños. Estaban adheridos a sus padres para no molestar a nadie y mantener la compostura de la clase social a la que pertenecían. Pero lo que más me escandalizó- continúa hablando Ángel – fue que mis padres no comulgasen conmigo en un día tan señalado. No sabría decir el por qué no lo hicieron. Ahora, a mis 26 años, comprendo que no estarían preparados o que, llevados por las amistades poco religiosas – tuvieran reparos en acercarse con su hijo a recibir al Señor. No faltes a misa, hijo mío Desde que hice la Primera Comunión, mis padres me exigían que fuese a la Misa. E iba con los compañeros y compañeras de la clase. Me gustaba ver a mis amigos y amigas con sus padres en la Misa y participando de la Comunión. Recuerdo que fue entonces cuando les pregunté a mis padres que por qué ellos no iban a la Misa conmigo como hacían los padres de mis amiguitos y amiguitas. Esta pregunta les sentó fatal. Lo recuerdo perfectamente. Fue instantes antes de que tocasen a Misa. Reaccioné con mucha valentía y les dije: Si es tan importante ir a Misa y habéis celebrado un baquetazo en mi honor, ¿por qué no venís conmigo? No me respondieron nada. Total, al cabo de poco tiempo, comencé a pensar que la Misa no sería muy importante cuando mis padres no iban. Y poco a poco dejé de frecuentar la Eucaristía. Es normal- me decía para mi mismo- que si tus padres que son adultos no van, será porque el encuentro con el Señor no sirve para nada. Y de esta forma, tan racional y tan frecuente en los niños y niñas de mi edad, comencé a dejar de frecuentar la Misa. Experiencia distinta A los pocos días de la Primera Comunión, un amigo de clase me invitó a la suya. Sus padres no tenían tanta pasta, pero sí un gran corazón y una fe profunda- cosa que les faltaba a mis padres, que eran pura apariencia. Tras la Primera Comunión, el sacerdote les cedió el salón parroquial para que celebraran un piscolabis. Había refrescos, patatas fritas en abundancia, dulces y otras cosas que a los niños- sean de la condición que sean – les encanta. Además, casi toda la clase estaba allí reunida. Me lo pasé mucho mejor que en el banquetazo aburrido y tostón que mis padres habían preparado para lucirse ante los invitados. Sus padres –como debe ser normal- participaron con el hijo en la Comunión. Había sintonía de fe en todos. Fue una gozada. Me consta que este amigo sigue participando de la Misa juntamente con sus padres. Me entró la crisis de fe Pasé así tres años. Me metí en los 12-15. Nunca pisé una iglesia. Mis padres se cansaron de decirme que fuera a la Misa. Cada vez que me lo decían, les contestaba: Dadme ejemplo. Si vosotros no vais, será por que la Misa es solamente para tener una fiesta en casa, y, una vez terminada, todo se acabó. Comencé a darle vueltas al coco.¿ Vale la Misa para algo si mis padres no van nunca a ella? ¿Por qué no participaron conmigo en la Comunión aquel día tan importante en la fiesta de nuestra fe cristiana? Por todas partes me surgían preguntas. Y además, comencé a juntarme con amigos que no frecuentaban ya la Misa. Es muy aburrida- me decían . Como ya hemos hecho la Primera Comunión, ¿para qué vamos a ir todos los domingos? No tiene sentido. Es mejor jugar que ir a Misa. Y de este modo, tan simple como un amanecer, dejé de ir a Misa. Y sin ella, se me agudizó la crisis de fe. Empezaron a funcionar los sentimientos Para colmo- repetía Ángel – al poco tiempo de abandonar las cosas de la religión, se suscitaron en mí sentimientos raros. No me los sabía explicar. Tampoco mis padres me prepararon para este despertar. Notaba que mi cuerpo iba cambiando y, unido a este cambio físico, me atraían las chicas como un volcán en erupción. ¿Qué hice entonces? Entregarme a lo que me satisfacía más que la Misa y los rezos: lo que experimentaban mis sentidos, enfurecidos como leones rugientes dispuestos a quién devorar. Comenzamos unos cuantos amigos a echarnos amigas. Cualquier causa era motivo suficiente para faltar a clase e irnos solos al campo, a sitios en los que nadie pudiese vernos. Comenzamos como inocentes chicos a hacer juegos sin malicia. Pero poco a poco el gusto por las chicas nos comía el coco. A ellas les pasaba lo mismo. Pronto nos fuimos haciendo amigos un poco más serios y con la innata curiosidad de conocer los misterios del otro sexo. No les hacíamos ni nos hacían nada de particular. Así nos metimos en nuestros 15 años. ¡Vamos a probar! Nuestros padres, en lugar de iniciarnos en el misterio de la vida, pasaban olímpicamente de nosotros. Cuando les decíamos algo, nos respondían: Es cosa de jovencitos. Ya se les pasará. Y fue a causa de una de estas preguntas no contestadas, cuando nos fuimos a una casa de prostis a experimentar lo que tanto atraía nuestros sentidos. Fue el inicio- como comentaba Ángel en el primer capítulo- de nuestro descenso a los infiernos. Las notas- cuando nos las entregaban en clase- procurábamos que no llegasen a casa. Hubiera sido nuestra ruina. Nuestros padres, tan panchos y lirondos, no sabían de nuestra vida ni la mitad. Tampoco- la verdad sea dicha – se preocupaban mucho por nosotros. Fue en estos momentos cuando se agudizó la crisis de nuestra fe. Ya no nos importaba la Misa ni nada. Decíamos que la catequesis era para niños chicos y niñas, y para los grandes que fueran beatos, o para los curas y las monjas. No para nosotros.
Nuestros padres no practican No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que si los padres no dan ejemplo, el hijo, a medida que crece, percibe que no debe ser muy importante la práctica religiosa. En esta sociedad de consumo, los padres valoran el tener muchas cosas y vivir a base de bien y con toda clase de comodidades. Esta concepción, totalmente opuesta a la vida cristiana, crea en el adolescente un agravamiento de su crisis. Y, como consecuencia, persigue tener todo lo que quiera y le apetezca. Los padres, por otra parte, en su falsa concepción de la vida, creen que el hijo debe tener todas comodidades que ellos no tuvieron cuando tenían su edad. La práctica cristiana de los padres- de muchos- queda reducida a ir a funerales por compromiso, a bodas de amigos o familiares cercanos o algún que otro bautizo. Una vida religiosa vacía no es , desde luego, la mejor invitación para que el hijo sea un cristiano practicante. Causas por las que los padres dejan la práctica religiosa Los padres y los hijos, sumidos en este ambiente de consumo, no apetecen ni viven la dimensión religiosa, que consideran inútil y poco rentable. La sociedad en la que viven, mide a las personas por lo que tienen y no por los valores que viven. De este modo, poco a poco, lo religioso va desapareciendo de sus vidas como algo estéril e inútil. Normalmente, además, el círculo de amistades que suelen frecuentar, son personas descreídas o agnósticas o indiferentes. Todo este cúmulo de cosas va haciendo mella en la vida de los hijos. Los misterios de la fe pierden todo su encanto y su valor profundo para darle sentido a la vida humana. Por otra parte, salvo en grupos religiosos que surgen cada día con mayor fuerza e ímpetu, el lenguaje mismo de la Iglesia no les dice nada. Se han atrincherado en su mundillo, y las palabras de la Iglesia les suenan a chino. Debería la Iglesia adaptar su lenguaje al medio en el que vive, para ejercer una mayor atracción entre la gente, adulta y joven. Los Sacramentos se ven como actos sociales a los que se asiste por compromiso de alguien que ha muerto o se casa. No tienen para ellos la fuerza y la vitalidad de la comunicación que Dios ejerce mediante su vivencia y su práctica.
El joven a su aire Este alejamiento de la juventud de la vida cristiana, les causa problemas. La sensación de misterio y del más allá viene alguna que otra vez a su mente y a su corazón, y se hacen preguntas que los padres, claro está, no saben dar respuesta. Los jóvenes inquietos por los valores trascendentales o religiosos van a centros en los que puedan encontrar un sentido a sus vidas y a sus rupturas afectivas continuas. En casa no se ora, en casa se come, se duerme y se ve la tele. Se habla muy poco. Es un hotel de dos, tres estrellas pero en plan barato. No cuesta nada. El joven pasa el menor tiempo posible en este hotel porque, en el fondo, no encuentra los valores que con ansiedad busca su corazón. Los bienes materiales los tiene al alcance de la mano. Los espirituales, no. Padres, ¿ sabéis los interrogantes de vuestros hijos? 1) Buscan una paternidad espiritual Los jóvenes buscan una paternidad espiritual en alguien que les escuche sin pedirles nada a cambio. Buscan a personas que sean como la encarnación del sentido auténtico de la vida, aunque parezcan pasotas. Necesitan de una presencia que tenga algo de gratuito. Por desgracia, el Sacramento de la Penitencia o Confesión está “ demodé”, (pasado de moda) y la dirección espiritual brilla por su ausencia. Los padres recurren fácilmente a los psicólogos o psiquíatras, curanderos, quiromantes, magos u horoscopistas cuando la salud no les va bien o desean conocer el futuro. Estos, sobre todo los dos primeros, a pesar de su excelente profesionalidad, no pueden darle un sentido radical profundo a sus vidas. El tema de las almas no es de su especialidad. Dios cuenta muy poco en los asuntos humanos. Y, sin embargo, hay un sector de la juventud- cada vez más numeroso –que anhela encontrar a alguien que le sostenga en los cimientos de la fe. Los hijos no hallan en los padres modelos cercanos de vivencia religiosa. Por eso, tienen que buscar a trancas y a barrancas a alguien que les ayude en sus inquietudes espirituales o en la escala de valores personales 2) Viven el pecado como ausencia de vida
El joven no tiene nada de tonto. Sabe que sus rupturas afectivas son la expresión de algo mucho más profundo que llamamos el misterio de la separación. Eso es el pecado para ellos y ellas. ¿No habéis observado a chicos y a chicas que, ante un paisaje pletórico de belleza, empiezan sin más a pintar en su rostro apolíneo un fresco de tristeza? Sienten que están cerca del paraíso y, sin embargo no pueden entrar. De repente, al verse contrariados, se entregan a la droga o al sexo o a la bebida y tampoco lo alcanzan. Esta es la condición del pecado que los jóvenes experimentan hoy en las fibras sensibles de su corazón. Ellos captan lo que es pecado cuando se les habla de soledad, de angustia, de la desgracia humana. 3) El joven quiere que se le hable de lo positivo Una de las cosas que más molesta al joven actual es que se le esté hablando casi siempre del pecado en su vertiente sexual. Como si no existieran otros pecados, por ejemplo, los que van contra el amor a Dios y al prójimo. Lo mismo siente ante lo permitido o lo prohibido. Esta clase de lenguaje no le gusta nada al joven. Le llena mucho más que se le hable de lo positivo y del sentido verdadero de la vida. Con este lenguaje nuevo, el joven entra en su propia dinámica de vivir con plenitud.
¿Y por qué? Sencillamente porque en la sociedad en que vive,es consciente de que el cristianismo que le entra por los ojos y por los oídos es aquel que, no tanto habla de normas y juicios, sino aquél que, alentado por el Espíritu Santo, le lanza a la transformación de su persona como una respuesta a la situación del pecado que va dejando lentamente atrás para convertirse en un joven nuevo. Quiere que le presenten a un Dios alegre y bailarín porque la vida de un creyente está en las antípodas de la tristeza. El joven que ve a Dios como una persona alegre y que comparte con él sus alegrías y sus penas, baila de alegría porque sabe que el amor de Dios vence la muerte, y que la alegría rompe con las ataduras que bloquean la presentación de un Dios que ama y que siente en profundidad las realidades juveniles. El joven capta que tendrá en su vida momentos de alegría exultante, junto a otros difíciles y dolorosos, pero los ve como pasajes y aduanas hacia una novedad de vida. Esta novedad de un mensaje liberado y no culpabilizante le fascina al joven.
4) Una sociedad sin oración está muerta Una sociedad en la que falte la corriente bienhechora de la oración de los creyentes, de los monjes, de las consagrados y consagradas padece una grave enfermedad. Toda sociedad debe poseer una especie de laboratorios en los cuales la persona haga sus ratos, sus semanas o su tiempo de oración, si se quiere vivir sin tanto sobresalto, sin tanto estrés y sin tanta falta de sentido para la propia existencia.
Estos lugares deben ser unos sitios que reflejen el alma y ésta acuda a
Dios a para alabarle, darle gracias y para pedirle favores. Unos
lugares que hagan realidad la presencia envolvente y comprometida de
Dios. Estos sitios paradisíacos son los que alimentan la
eternidad por encima de la propia biología. Tu vida, posiblemente, conozca o sepa que cuando se vive algo auténtico, los demás acuden a ti en busca de consejo. Porque tu existencia, vivida en la profundidad de Dios, adquiere una dimensión nueva, que la gente normal, de ordinario, olvida o relega para ciertos actos concretos y pasajeros.
5) El cristianismo es vida Te puede llamar la atención este titular. Hay no creyentes , los célebres ateillos o agnósticos de nuestros días, que consideran el Cristianismo como un sistema filosófico estupendo, aunque poco desarrollado en su coherencia filosófica estructural. No es verdad. Les falta a esta gente- cada vez más extendida,y como una moda de hoy -, le falta, digo, saber que Cristo no vino a fundar una teoría filosófica , ni una ideología apubullante. El Cristianismo se centra en una persona, en Alguien, al que llamamos Cristo. Y el creyente entabla una relación vital con él. Una relación de comunión por estar en sintonía con sus pensamientos, con sus sentimientos y con la vida salvadora del hombre. Entrar en relación con Cristo supone para el creyente sumergirse en la verdad, en el misterio del amor. No puede haber una vida cristiana auténtica si falla la comunión de la fe en Dios y, al mismo tiempo, la comunión con la problemática de los hombres. Por eso, la gran filosofía- mejor teología- es aquella que crea en el ser humano una dinámica de relación simultánea con Dios y con el hombre. Y esto no es doctrina. Esta la tienen otras religiones. La vida cristiana es esencialmente un encuentro con el amor, una comunión. Señores agnostiquillos y ateíllos: Los dogmas de la fe cristiana buscan el encuentro de la persona con Cristo. El no ha venido a crear una religión más. Su misión fundamental ha consistido , consiste y consistirá en ofrecer una comunión de amor a todo ser humano que se abra a su amor. Os pido, por favor, que dejéis de llamar a la vida cristiana una Religión, so pena de seguir mostrando una incultura grande respecto al Cristianismo.
6)
Novedad del Cristianismo Ángel, que ha vuelto con toda profundidad a las fuentes cristianas, cuenta que, estando en la India, se dio cuenta de que todo el cosmos es sagrado.
Más tarde, estudiando el mundo y la cultura semítica, cayó en la cuenta de que el judaísmo y el islamismo conciben a Dios viviendo tranquillo en el cielo y a la persona humana en la tierra. Pero entre él y los hombres no puede haber comunión. Lo Infinito no puede relacionarse con los finito y caduco. La gran novedad del Cristianismo consiste en esto: el ser humano y el ser
divino están unidos <<sin separación>> y sin << confusión>>. El
Dios revelado por Cristo no es en sí mismo soledad: no es un océano que todo se lo
traga, ni una soledad en el cielo, sino un misterio de comunión, un misterio de amor. Es
la realidad de una unidad total y, al mismo tiempo, de la diferencia más total. El
ser humano está llamado a vivir en esta comunión, en esta unidad y en esta diferencia:
quienes están unidos a Cristo forman un solo ser. No están separados como islotes de
soledad. Cristo va al encuentro de cada uno de forma diferente.
7)
La fe no es una moral Cuando Ángel descubrió y comenzó a vivir esta nueva dimensión del Cristianismo en compañía y en intimidad con Lilia, su vida cambiaba de día en día. La educación que recibió en su niñez y hasta los 15 años, se basaba en una moral fría, rígida y un tanto absurda para sus sentidos. Por el contrario, cuando le presentaron la vida cristiana concebida como una experiencia espiritual, se quedó prendado de su fuerza revolucionaria para la integración y equilibrio del ser humano. Cuando el Cristianismo se dedica a hacer normas y códigos, se aparta, si no hay mucho cuidado, del centro y del corazón. Corazón. Frente a nuestro mundo occidental, regido en gran parte por la razón fría, la inteligencia, el deseo, la violencia y la sexualidad..., el corazón, lo más esencial de la persona debe ocupar el eje central sobre el cual gire tu existencia. Un corazón alimentado por la fuerza imponente de la oración logra convertirte en un ser responsable. La oración no es una diversión, ni una especie de droga para el domingo. La oración es la comunicación con Dios Padre, en el poder del Espíritu Santo y en la comunicación de su Hijo Cristo. De esta comunicación surge un corazón , centro de tu persona, creativo. Por eso, un creyente nunca se queja ni llora. La vida cristiana necesita de cristianos creativos y cordiales y no de llorones y quejicas. Sensibilidad. El mundo está falto de gente sensible, de gente que ame el silencio como energía creadora. Hoy , dice Ángel , se tiene miedo al silencio y se prefiere el ruido. Gracias a esta sensibilidad y al cultivo de su manantial, el joven va adquiriendo la experiencia de Dios. ¿ Qué le ocurre al creyente que, después de tantos años, no ha logrado tener la experiencia de Dios? Somos especie de sonámbulos aunque hagamos muchas cosas. Necesitas pararte para admirar y dejarte asombrar por todo lo que sea bello, digno y loable. El joven experimenta la presencia de Dios tocando la guitarra, contemplando un bello atardecer o cuando nace en su corazón el amor. 8)
El problema del mal Todo el mundo, más pronto o más tarde, siente la herida del mal en su cuerpo y en su interior. Es entonces cuando nace la eterna pregunta: Si Dios existe y si nos ama, ¿por qué el mundo es tan malo?¿ Por qué hay tantas cosas feas, malas, estropeadas, perdidas, enfermedades?... Dios ha creado a los hombres y les ha dado el espacio y el regalo de la libertad. El amor del que hemos hablado no puede forzar nada. El amor deja existir al otro en libertad. Una libertad que puede hacer el bien o el mal. Por eso, te lo repito una vez más, Dios actúa en el mundo a través del corazón que se abre libremente a él. Y, a partir de esta apertura, se crea un flujo de luz, de paz y de amor. Convéncete: Dios nunca puede actuar desde fuera, como lo haría un dictador o un huracán. Por eso, el autor ruso cristiano, Berdiaev, dice: << Dios tiene menos poder que un agente de policía>>. Iván Karamazov se hacía la misma pregunta que tú: <<Entonces, ¿dónde está Dios, cuando un niño es perseguido y devorado por unos perros? Pues bien, Dios está en el niño pequeño que sufre y que muere. Esta es la experiencia contada por Elie Wiesel: << Estaba en un campo de concentración y una noche, mirando el cadáver de un hombre ahorcado, se decía: Y Dios, ¿ dónde está? Y tuvo de repente esta intuición: Es Dios quien está ahorcado. Este es el misterio de Dios crucificado tal y como Cristo nos lo ha revelado>>. Estos autores se dieron cuenta- como tú – de algo sumamente importante: Si las personas se abren libremente a Dios, entonces las energías divinas ( de bondad, amor, fuerza creadora) pueden brotar en el mundo y hacerlo mucho más habitable. Sólo así es posible el cambio del mundo. 9)
Misión de la Iglesia La gran misión de la Iglesia es que brote por todos los rincones del universo ese flujo de paz y amor. Dios ama a las personas en concreto. Decía el patriarca Atenágoras: <<Jesús no amaba a las personas en abstracto y en general. Antes de su pasión, él va a ver a Marta, María y Lázaro. Era la prueba evidente de su cultivo por el mundo de las amistades serias y fecundas. Jamás se detuvo en privilegios de poder. La enorme misión que le corresponde a la Iglesia en nuestro mundo actual, secularizado, es renunciar a toda forma de poder y afincarse en lo que le compete: ser fermento de una civilización nueva caracterizada con el nombre y la realidad de la civilización del corazón. Su poder debe ser influyente solamente desde el interior. Ella es fermento y nunca poder. ¿Qué es lo que Dios espera de los cristianos auténticamente creativos? Una espiritualidad creadora que les haga capaces de modificar lentamente, por ósmosis, los fundamentos de la cultura y de la sociedad. Gracias a Dios, se ha desprendido el cristianismo de que se le conciba como ideología de una comunidad, de un Estado, de Inquisiciones y de la necesidad de ser influyente hoy en día en las esferas políticas. Esta maquinaria de dos mil años de vida se va desprendiendo de muchas ataduras para llegar a lo que fue en sus inicios: una comunidad de infancia espiritual abierta al ser de Dios. El cristiano es una criatura que se manifiesta abiertamente como testigo de la alegría de vivir en sintonía con Dios. SINTESIS DE LAS TRES COLUMNAS A lo largo y ancho de este corto ensayo, has ido viendo la transformación de Ángel, un joven como tantos otros, despistado por los caminos de esta sociedad, imponentemente bella para quien tiene un corazón limpio y una mirada de fe. Has asistido a su evolución y transformación, debido en gran parte a la riqueza del encuentro con la joven Lilia. Cuando lo conocí estaba al borde de un ataque de nervios y de desesperación. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que le fallaban los cimientos de su estructura personal: el amor o el mundo de los afectos y sentimientos, el mundo del trabajo y el mundo de lo religioso. Todo ser humano que anhele vivir la felicidad que esta sociedad puede proporcionar, y el equilibrio que necesita para vivir en paz consigo mismo y con los otros, tiene que cimentar su personalidad en base a estos tres ejes. ¿Qué le pasó a Ángel? Sencillamente que, al entregarse a vivir desaforadamente el primer eje, abandonó los otros dos. Esto le causó un desequilibrio personal profundo. La única forma de sentirse realizado- cada uno con sus limitaciones – es ir adornando a lo largo de su vida estas tres columnas de forma simétrica. Si trabajas, por ejemplo, mucho y no cultivas los detalles finos de tus sentimientos, te sentirás infeliz, porque hay algo en tu persona que está desfasado. También, si tienes una concepción “pietista” de la tercera columna, el mundo religioso, abandonarás las otras dos para entregarte a un falso concepto y vivencia del amor de Dios y del prójimo. Si vives tu fe a solas, dejas de percibir el aliento de vivirla en comunidad, no en un islote desde el que hablas directamente con Dios. Él, mucho más sabio que tú, ha dejado aquí signos sensibles mediante los cuales comunicarse con él en comunidad y a solas. Joven amigo, todo este entramado te parecerá difícil al principio. Pero si te dedicas cada día algunos instantes para verte en tus profundidades, notarás que la vida te sonríe, y ella a ti como una flor de primavera. |
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