UNA MIRADA A CIERTO MUNDO JOVEN

Capítulo III: ¿Qué debo hacer?

 

joven2.jpg (12150 bytes) Grabar en tu mente y corazón tres palabras:
    Primavera, Fiesta y Desafío

1) Primavera. Este tercer capítulo arranca con las palabras que pronunció el Papa Juan XXIII: <<Estad alegres, buscad lo mejor y dejad que píen los gorriones>>.
Una de las notas más sobresalientes de la juventud sana- la mucha que hay a tu lado - es ver la sinfonía de rostros jóvenes y de adultos bañados por la suavidad y el gozo de una mirada transparente. La plegaria que lleva a la hondura de Dios, provoca enseguida la felicidad en los rostros que deambulan por una y otra parte "pasando" de la gente superficial y mediocre.


Me comentaba Ángel que, una vez lanzado por esta senda de su transformación, era la contemplación de los rostros juveniles vestidos de primavera, lo que más le fascinaba.
Son jóvenes que llevan equilibradas las tres columnas de su personalidad. Y lo mismo hacen oración, que se divierten sanamente y que trabajan por mejorar esta sociedad que se han encontrado.
Estos chicos y chicas tienen en cuenta lo que dice el Hermano Roger de Taizé:<< Iglesia, llega a ser lo que eres en tus profundidades: tierra de hombres vivos, tierra de reconciliación, tierra de sencillez.
Iglesia, tierra de hombres vivos, abre las puertas de una vida interior para que todos sean no semi-muertos, sino vivos.
Abre las puertas de la alegría: haz presentir la alegría del cielo en la tierra por una amplia oración meditativa, reuniendo a todas las edades, con el canto que nunca acaba..
Iglesia, sé tierra de reconciliación.
No habrá jamás un gran despertar de los cristianos si no viven reconciliados.
Transfigurados por una reconciliación, no relegada para más tarde, serás fermento de confianza y de paz entre los pueblos.
Cuando tú eres tierra de reconciliación y de comunión, acudimos de todas partes.
Iglesia, sé tierra de sencillez
Los medios sencillos sostienen una comunión. Los medios fuertes dan miedo e impiden la confianza.
No olvides la aspiración de tantos seres humanos habitados por la búsqueda de un reparto equitativo de bienes materiales. El reparto injusto es una de las causas de los conflictos armados. Sé tierra de compartir, para ser también de paz>>.
El hermano Roger ,un anciano venerble, tiene un espíritu muy joven. Por eso les habla a los jóvenes en su lenguaje y lo entienden a la perfección.
Una de sus ideas claves es que los jóvenes hagan nacer una nueva primavera en la sociedad y en la Iglesia.
Y continúa diciendo: << Esta primavera es ya visible donde el espíritu de misericordia aparece para humanizar nuestro corazón por la claridad del amor fraterno>>
Joven, quizá estés habituado a ver esta tercera columna de lo religioso y, de la Iglesia en concreto, en la amplitud de sus paredes, en sus edificios, en sus sacerdotes o monjas. Es una visión corta. La consideras como una anticualla.
Y, sin embargo, estas palabras del Hermano Roger- héroe de la vida de la Iglesia actual - te dicen que no te contentes con la crítica facilona que hace la gente de tu pandilla o los mal intencionados Medios de Comunicación Social, manipuladores al máximo de la radiante vitalidad de la Iglesia.

Edúcate, entérate y métete en su corazón oceánico. Sólo entonces captarás el rayo primaveral que la ilumina siempre.
Sé como el Hermano Roger- aunque sea salvando las distancias - un joven de los muchos que hay -, que "poseen el genio creador capaz de transformar las ideas en realidades visibles", en palabras de Leslie Hunter, obispo anglicano de Sheffield.

Me da pena que derroches- como Ángel hasta su conversión - tu vida sin que seas una persona creativa y transformadora de ti mismo y de la Iglesia o realidad social de tu barrio.
No vuelvas a ser como Ángel, un comodón. No digas nunca la frase tópica y estúpida: ¡Que lo hagan los curas!
Es una falsa concepción de la tercera columna. La miras simplemente como paredes, como institución burocrática vaticana y de obispos. Falsa concepción, repito, y por supuesto, una postura muy cómoda.
No, amigo, no. La Iglesia auténtica es fermento de comunión y de paz para toda la familia humana.

¿Sabes una cosa?

Te la diré. No habrá primavera en tu persona ni en la Iglesia y ésta no cumplirá su misión entre los hombres, si no hay reconciliación en los cristianos.        
Este trabajo es de todos. No solamente del sencillo cura párroco o de los profesores del colegio. No se va a la Iglesia para cumplir con Dios y no faltar al mandamiento, sino para vivir de Dios en unidad con todos los cristianos. Por eso, amigo, no tienen sentido las palabras que dicen muchos: No me hace falta la Iglesia. Yo me entiendo directamente con Dios.¡ Mentira! Dios no es una isla.

En los muchos encuentros que hizo el Hermano Roger con los jóvenes de los cinco continentes, recuerdo ahora las palabras que escribió en el Encuentro de Calcuta:<<El compartir también te lleva a modificar tu propia vivienda. Haz de tu morada un lugar de acogida, un casa de paz y de perdón. Simplifica tu habitación, pero no exijas lo mismo a las personas mayores cuyo alojamiento está lleno de recuerdos>>.

¡Mójate en lugar de criticar! Tienes vecinos de piso y de barrio. Tómate tiempo para crear lazos con ellos. Encontrarás soledades. Constatarás también que la frontera de injusticia no pasa solamente entre continentes, sino también a unas centenas de metros de tu casa. Invita a tu mesa. El Espíritu de fiesta resaltará más en la sencillez que en la abundancia de alimentos.

Como gesto concreto de solidaridad, algunos no dudarán en cambiar de vivienda y de barrio para ir a vivir en medio de los olvidados de la sociedad: ancianos, extranjeros, emigrantes...¡ Acuérdate de que en cada gran ciudad del mundo, en mayor o menor medida, hay zonas de pobreza que coexisten con zonas que rebosan riqueza!.

Como te puedes dar cuenta, todo esto se hace para llevar la primavera alegre a gente que está triste y que vive en la oscuridad del abandono. Fíjate las cosas que tienes ante tus ojos para que, viviéndolas, tu vida recupere el sentido noble al que está llamada.

Cuando trabajes de este modo, desde luego, no te quepa duda de que por encima de las crisis de afectividad , trabajo y religiosidad, las estrellas aparecerán en ti como luces profundas sin hacerte el menor daño y dándole sentido a tu vida joven.

2) Fiesta

"Una vida sin fiestas es como un largo camino sin posadas o sin hoteles", decía el filósofo griego Demócrito.
Los cristianos, desde sus mismos inicios, tuvieron un alto concepto de la fiesta. Sus reuniones no eran serias. Se cantaba en todas ellas la alabanza al Señor resucitado- el alegre por excelencia y el triunfador sobre la misma muerte .
Tan alegres estaban que los paganos decían de ellos:"Mirad cómo se aman".
Una de las cosas que más le extrañaba al mundo pagano era precisamente el sentido festivo de los creyentes en Cristo. Pero eran fiestas sanas: no bacanales ni orgías de bebidas y sexo.
¿Qué sería de la Iglesia si le faltara este ensueño de la fiesta y de la diversión?
En sus venas late el regocijo de celebrar con amigos y amigas el placer que inunda limpiamente su vida sana. Un tema, por tanto, dominante en la Iglesia, es la fiesta. Y una fiesta tan viva y sentida como la ruidosa de la ciudad, pero en plan cristiano. Posiblemente no haya exceso de cubatas ni de licores, ni de grandes discjokeys que pongan música. La mejor música es la que cada uno siente en la intimidad de su espíritu.
La Iglesia es siempre una fiesta permanente: la sonrisa, la apertura de corazones llevan al joven, en una lenta ascensión a nuevos valores, al reconocimiento de los demás. La gran fiesta comienza en ti mismo. ¿Razón? Te encuentras más a gusto contigo mismo y con el abanico de chicos y chicas de todo el barrio o de la ciudad que comparten tu misma alegría.
En la fiesta te sientes plenificado. La solidaridad aflora en cualquier detalle mínimo.
Este sentido de fiesta de los creyentes ha llamado la atención a más de un estudioso de la Sociología o Psicología. Las explicaciones- como te puedes imaginar - son muchas. La que predomina sobre las demás, es que el joven se queda admirado, en un mundo consumista, de que existan personas jóvenes dedicadas completamente a escucharles en un clima de sana alegría.
¿Por qué razón ha de haber fiesta cuando hay muchos licores y cuando cada uno vaya a su bola, a lo suyo?
Cuando se asiste a una fiesta cristiana, uno siente el ansia de comunicar aquello que ve, aquello que observa en los otros como riqueza y que, instintivamente, anhela asimilar para su bien personal.
Durante estas fiestas, como durante el trabajo y la misma oración, surge la felicidad. Y de nuevo el Hermano Roger te dice: <<La felicidad de los jóvenes libres es el motor de nuestra lucha para el hombre y con el hombre. Esta felicidad es coraje, es energía para tomar riesgos. Es desbordamiento de alegría>>.
Quiero que te des cuenta, una vez más, que la vida del creyente auténtico joven o adulto, no es nunca una adormidera que se contenta con cumplir. La vida del creyente es siempre una lucha por encontrar la felicidad de sí mismo y la de los otros.
Tan sólo así, tu vida se convierte en una fiesta perpetua.
¡Qué chulo!, me decía Ángel. Si a mi me hubieran presentado una vida de creyente así, no hubiera atravesado por el tortuoso desierto desde mis 15 a mis 26 años.


3)    Un Desafío

Me duele en el alma- ahora que me siento recuperado de mi extravío, dice Ángel -, que no exista un gran centro de telecomunicación para todo el mundo. Un centro que retransmitiera la inquietud de la juventud sana, la otra dimensión de la fiesta cristiana.
Pero esto- por ahora- es imposible. Un programa así no le interesa a muchos Medios de Comunicación Social. A lo mejor se llevarían un chasco si lo realizaran. Hay mucha gente buena que los sintonizaría en lugar de tanto bodrio que aburren al espectador normal.
¿Cuál es este desafío?

Este desafío consiste en algo grande y sublime, y que atañe a lo más íntimo de tu ser: ver la vida de tu juventud y de la historia que te circunda desde la perspectiva de Dios.
A ti, aunque no haya un centro de emisiones o pantallas parabólicas, te llega cada día el susurro - noticia de quienes han sufrido algún cataclismo o desgracia. Y en seguida pones tu persona entera a cultivar tus tres columnas: trabajando en ONG o CARITAS, orando por ellos y ellas y tendiendo una red invisible de afectos y de sentimientos que sólo se aprecian y se oyen en las ondas de Dios.
No vives alejado de la realidad humana. Al contrario, tu persona entera se convierte en un gran receptor al que llegan fácilmente las debilidades de los otros seres humanos, semejantes a ti e hijos del mismo Dios.
No me resisto a traerte, al final de esta reflexión, las palabras de los Obispos de Andalucía en la Carta Pastoral " Os anunciamos la vida eterna... para que vuestro gozo sea completo", publicada en "Fiesta", el 13 de diciembre de 1998.
"Nuestro testimonio y nuestro anuncio, se dirigen de modo especial a los jóvenes. Vosotros vais a configurar el mundo en los primeros pasos del milenio. Tenéis en el corazón un gran ideal, un irreprimible anhelo: que la vida sea algo grande y bueno, que no defraude. Deseáis que vuestra persona, vuestra vida y vuestras inquietudes sean tomadas en serio, sean queridas por sí mismas, y no sólo por lo que podáis ganar, producir o consumir. Deseáis que el mundo sea un lugar amable en donde los seres humanos seamos amigos, y nos ayudemos unos a otros a recorrer el camino de la vida.
Deseáis que crecer no sea sinónimo de escéptico y de tener que matar o censurar los anhelos más nobles del corazón. Todos estos deseos configuran la existencia humana, son su señal más característica. Por eso la infancia y la juventud no deberían acabarse nunca, deberían permanecer siempre. Y acaban. Y no porque acaben los años, ya que todos conocemos personas con muchos años en quienes la esperanza está intacta, sino porque el mundo que hemos hecho los hombres, la cultura que hemos construido entre todos, muchas veces no os hace fácil mantener vuestro ideal.


Un "mundo" sin respuestas

Con demasiada frecuencia, el mundo en que vivimos, que os da tanta información sobre tantas cosas, que os ofrece tantos sucedáneos baratos de la felicidad y de la libertad, deja sin respuesta las preguntas más importantes y urgentes. No os ayuda a reconocer el significado de la vida, ni os acompaña a entrar en la vida adulta, que consiste en afrontar la realidad de un modo que no destruya la esperanza. No os facilita el reconocimiento de vuestra dignidad como personas y de vuestra vocación. Os deja solos porque no le interesáis vosotros, ni vuestra esperanza ni vuestra alegría. A veces, el desinterés se da hasta en la misma familia, ese lugar que Dios ha creado para que el hombre pudiera experimentar lo que vale ser querido por uno mismo, y así adquirir la clave más decisiva para orientarse en la vida, y para reconocer a Dios.
Por eso tantos de vosotros, a pesar de vuestros pocos años, vivís ya en la tristeza y en la desesperanza, o tratáis de buscar un alivio a vuestra inquietud en el alcohol o en la droga, o en el sexo irresponsable, o en la violencia, que os terminan destruyendo. Algunos de los graves problemas sociales....os dificultan aún más el poder acometer con gusto la tarea de vivir: la inestabilidad de la familia, sobre todo, pero también la falta de perspectivas de futuro, y la falta de trabajo. (número 18).
Pero la vida puede construirse en verdad

A pesar de todas estas dificultades, o precisamente por ellas, os queremos decir que la vida no tiene por qué consistir en engañarse a uno mismo; que hay alegría que no nace de evadirse de la realidad, y una esperanza que no es ilusión, y un amor que no es interés disfrazado. Que hay una verdad como una roca, sobre la que puede construirse una casa - la vida -, sin que los vendavales, las tormentas o las lluvias que inevitablemente azotan la casa con el tiempo terminen por echarla abajo.
Esa roca es Jesucristo. El es el Camino, la Verdad y la Vida. El os ama a cada uno, como sois, sin condiciones ni límites. El ha venido por cada uno de vosotros, "para que tengáis vida, y vida abundante". El hace que todo tenga sentido, y que las cosas pueden situarse en la vida en su lugar adecuado. Hasta el mal y el pecado, y la muerte, que ya no son, gracias a El, el destino inevitable de la vida humana.
En El se ha revelado el amor infinito de Dios por el hombre, por cada uno de los hombres, por cada uno de vosotros. En El se ha revelado la dignidad de nuestra vida, nuestro verdadero destino, y se nos hace posible realizar ya aquí en la tierra la verdad de nuestra vocación: vocación a la verdad, al bien y a la belleza; vocación a la amistad y al amor que no pasan. Gracias a El, es posible vivir con una razón adecuada a la realidad, a pesar de la fatiga y el esfuerzo  que la vida lleva consigo. Y es posible estudiar y trabajar con gusto, y luchar con ahínco por un mundo que corresponda más a la verdad del hombre. Gracias a El, la vida entera se convierte en una misión.(Número 19).

Cristo da el gusto por la vida

Queridos jóvenes, haciéndonos eco de las palabras que ese gran amigo vuestro que fue Juan Pablo II dijo en la Eucaristía inaugural de su pontificado, y os ha repetido después tantas veces, nosotros os decimos hoy:¡ No temáis! ¡ No tengáis miedo a Cristo!
Al contrario, ¡ abridle vuestra vida, vuestra mente, vuestro corazón, vuestro ámbitos de estudio o de trabajo, vuestras alegrías y vuestros sufrimientos, vuestras relaciones y vuestros amigos, para que podáis experimentar el gusto por la vida que tienen los que son de Cristo!
Es posible que el cristianismo os parezca a muchos una cosa aburrida y triste, o un conjunto de ritos incomprensibles o de normas extrañas y curiosas que vienen a hacer la vida más difícil de lo que ya es en sí.
Os podemos asegurar que no es así, que esa imagen es una deformación terrible del cristianismo. Tal vez los cristianos hemos dado esa impresión en ciertos momentos de la historia, o todavía la damos a veces hoy, pero entonces lo que veis no es el cristianismo, sino unos pobres sustitutivos moralistas o formalistas de la fe. Casi una señal cierta de una fe raquítica, débil.
Quienes hemos tenido la gracia inmensa de conocer a muchos cristianos verdaderos, os podemos asegurar que Jesucristo es una fuente inagotable de gusto de vivir, de amistad y de alegría. Cuanto más unido está uno a Cristo, cuanto más vive uno de Cristo, más grande es el amor por la vida, la gratitud por ella y por todas las cosas buenas que hay en ella, y más indestructibles el gozo y la esperanza.

Cristo puede ser encontrado

Por eso, porque deseamos vuestra esperanza y vuestra alegría, y porque "nosotros hemos visto con nuestros ojos, y hemos tocado con nuestra manos el Verbo de la Vida", os invitamos a abrir vuestras vidas a Cristo. Y si nos preguntáis que dónde es posible encontrar a Cristo vivo hoy, como una ayuda concreta para la vida, que no sea una ilusión o una fantasía, una abstracción en forma de reglas y normas, o un mero recuerdo de alguien que vivió hace dos mil años, os aseguramos que Cristo puede ser encontrado hoy en su Cuerpo, que es la Iglesia.
Sí, esta Iglesia concreta, cuya cabeza es el Papa, y de la que nosotros somos pastores junto con él, es hoy el Cuerpo de Cristo. Como su humanidad , "su cuerpo" hacía visible "el Verbo de la Vida" durante su ministerio terreno, hace dos mil años, así la Iglesia lo hace visible hoy para los hombres de todas las razas y de todos los pueblos. Purificado por los Sacramentos del bautismo y la penitencia, alimentado con la Eucaristía, vivificado por el Espíritu Santo de Dios, ese pueblo que es la Iglesia, a pesar de todas sus debilidades, es portador de Cristo, hace presente a Cristo a lo largo de la historia. En ese pueblo están, indefectiblemente, su palabra y sus Sacramentos: es decir, está su gracia, su fuerza redentora.
En Él se da también esa inefable comunión y ese amor que cambian la vida de quien sigue la vida de la Iglesia con sencillez. Y por eso, en él no dejan de florecer innumerables hombres y mujeres que ponen de manifiesto de mil modos, en mil circunstancias diversas, cómo Jesucristo hace posible al hombre vivir plenamente la verdad de su vocación. " Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo", esa fue la promesa del Señor. Y nosotros somos testigos de que esa promesa se cumple. (Número 20).


Los primeros discípulos de Jesús

"Venid y veréis", le dijo Jesús a Juan ,los primeros que se acercaron a él por indicación de Juan el Bautista. Ellos también buscaban, acaso sin saber muy bien lo que buscaban. Buscaban su felicidad, buscaban a Dios. Oyeron a Juan el Bautista hablar de Jesús, y llamarle el " Cordero de Dios". Y se fueron tras él. "Maestro,¿ dónde moras?", le preguntaron. "Venid y veréis", respondió Jesús. Muchos años después, el Evangelista San Juan se acordaba todavía de la hora de aquel encuentro decisivo, el más decisivo de su vida, y el más decisivo para la historia del mundo. "Fueron, vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día". Al día siguiente, les contaba a sus amigos que habían encontrado al Mesías.
Probad cómo Cristo cambia la vida

Lo mismo os decimos a vosotros, queridos jóvenes. " Venid y veréis". Acercaos, probad seriamente a vivir la vida de la Iglesia. En el fondo es muy sencillo. Los signos de la redención están muy cerca de vosotros. Abrid los ojos, estad atentos a las personas de fe viva y verdadera que haya en vuestro entorno. El Espíritu Santo no deja de renovar a las comunidades de la Iglesia y de suscitar en su seno nuevos carismas, formas y estilos de vivir la misma fe. No temáis uniros a aquellos lugares donde el espectáculo de la fe vivida os provoque una claridad, un gusto y una alegría mayores, según vuestras circunstancias, vuestra historia y vuestro temperamento personal. Así podréis experimentar cómo Cristo cambia la vida y llena de gozo. Como para Juan y Andrés, y como para tantos otros después, hasta nosotros, el encuentro con Cristo es a la vez lo más grande y lo más natural. Lo más decisivo y lo más inesperado. Y a la vez lo más sencillo, lo más humano.( Número 21)...
Vivamos nuestra fe al aire libre, ofreciéndola con humildad a todos, conscientes de que a través de nuestra humanidad, con toda su debilidad y pobreza, es Dios quien se acerca a los hombres para saciar su sed y curar sus heridas..."

Ha habido alguien que, para vivir esta sintonía con el quehacer humano, escribió en un poster las palabras del escritor cubano José Martí:<<Cuando otros lloran sangre, ¿qué derecho tengo yo para llorar lágrimas?>>( 18-5-1970).

Ángel, mi amigo, al escuchar estas palabras, se emocionó. Los recuerdos de diez años perdidos en francachelas, le seguían atormentando. "Tranqui", Ángel. Ya eres un joven nuevo. Dios no es un guardia urbano que te apunte las multas o tus faltas para pedirte cuenta. Él es Amor.

Te pide que entres en este sano desafío de apostar por una vida joven sana , divertida y alegre , que- como has visto- está en las entrañas mismas de la vida cristiana- y , simultáneamente estás apostando por aquél que nunca falla ni defrauda, Cristo Jesús.

 

Introducción Capítulo II Índice del Web Católico de Javier
Capítulo I Capítulo III