FRASES DE FRANÇOIS
XAVIER NGUYEN VAN THUAN
No temas decirle al Señor todo lo que tú
quieres. Piensa en las palabras de Jesús: "Hasta ahora no habeís pedido nada en mi
nombre; pedidlo y lo obtendreís" (Jn 16, 24). No tener temor significa amar como un
niño ama a su padre.
Jesús no te enseña a amar a partir de tus emociones, en efecto te enseña a amar incluso
a los enemigos. Amar a los otros significa desear sinceramente su bien y hacer cualquier
cosa para asegurar su felicidad. Esto requiere que te olvides completamente de ti mismo
Seguir a Jesús es una aventura: hasta el confín de la tierra, sin coche, sin caballo,
sin oro, sin medios, sin bastón; únicamente con la fe en Él.
Cada noche, antes de acostarte, tendrías que poder decir:"Hoy he amado todo el
día".
Sólo el momento presente es importante. No sigas recordando lo que tu prójimo te hizo
ayer, para criticarlo. No sigas recordando lo que te sucedió hoy para lamentarlo; ya
forma parte del pasado. No seas pesimista ante el mañana; todavía forma parte del
futuro. Confía el pasado a la misericordia de Dios, confía el futuro a su providencia y
confía todo a su amor.
Decide hacer lo que hay que hacer sin miedo y sin titubeos. Sé valiente y lleno de
esperanza; ¡Confía en Dios y en tu valentía!
Sí el Señor quiere que soportes alguna humillación a causa de tus obligaciones, ello,
en realidad, te está invitando a condividir con Él la gloria de la Cruz.
Continua avanzando en el camino de la esperanza, despreocupándote de las incisivas
protestas de los que están a tu lado, como dice San Pablo "Me esperan cadenas y
tribulaciones", y como dice Jesús "Ahora debo ir a Jerusalén para sufrir"
Cuando la gente te alaba o te denigra, no te preocupes: más bien alégrate porque por una
parte puedes perder algo, y por la otra puedes enriquecerte de algo. Hay una sola cosa que
te puede dañar; el pecado. Hay una sola cosa que te puede enriquecer: la virtud
Viviendo el presente es como las cruces se vuelven soportables; viviendo el presente se
pueden comprender las inspiraciones de Dios, los impulsos de su gracia; viviendo el
presente podemos construir con provecho nuestra santidad.
Para ser santo es suficiente que tú cumplas, hasta el fondo, tus deberes del momento
presente. El descubrimiento y la revelación de esta verdad traerá paz y fortaleza a tu
alma.
La Iglesia ha nacido en la cruz. La Iglesia crece continuando la pasión de Jesús hasta
el final de los tiempos. Si vuelves a poner tu seguridad en el dinero, en la diplomacia,
en el poder, en la influencia o en la propaganda de cualquier tipo, te encontrarás
tristemente desengañado.
El hombre fuerte sabe cuando tiene que callar. Muchas veces las palabras inútiles, dichas
sin pensar en las consecuencias, difunden discordia. Las palabras inútiles son el
instrumento del diablo para minar la caridad.
Los egoístas escapan a la responsabilidad, a las situaciones que implican un duro
esfuerzo, y evitan los sacrificios. Querrían crear la propia felicidad y el propio
paraíso en la tierra. Lamentablemente, perderán el paraíso por la eternidad
Si no permaneces estrechamente unido a la voluntad de Dios, momento a momento,
experimentarás caídas a lo largo del camino de la esperanza. Esto sucederá porque tu
deber te parecerá carente de novedad, demasiado inobservado y escondido y lleno de
monotonía cotidiana. El problema es muy simple. Antes de hacer cualquier cosa tendrías
que pensar: "Señor, ¿qué tengo que hacer?" (Hch 22, 10) ¡Haz la voluntad de
Dios!
Si todos en su vida fueran fieles a sus obligaciones, el crecimiento de la santidad
personal cambiaría sus corazones y renovaría, incluso, las familias y el mundo entero.
Tú estás dispuesto más bien a renunciar a la riqueza y a la posición social, a
renunciar a la vida para salvaguardar tu honor y tu fe. No abandones nunca este
comportamiento, porque eso significaría perderlo todo.
Quizá eres de aquellos que dicen "sí" a todo y están dispuestos a cualquier
compromiso. Ahora bien ¿Qué camino quieres seguir?, ¿Decir "sí" a muchos
dioses? ¿Adherirte a muchas religiones? ¿Acomodarte a las más variadas normas morales?
¿O tienes una conciencia elástica que sabe adaptarse a cualquier situación?
El Señor no es el Salvador que te obliga a amarlo y revivirlo, sino más bien áquel por
quien tienes que dejarte amar sin reservas.
Tener valentía no supone: ni aventurarse en cosas sin sentido, ni hacer planteamientos
temerarios. Si quieres llegar hasta el fondo en este camino de la esperanza, debes
liberarte del miedo. ¿Cuántas personas permanecieron al lado de Jesús, al pie de la
Cruz?.
El rechazo a aceptar falsos valores no es soberbia, ni siquiera obstinación: prueba más
bien la total adhesión a tus ideales.
El Señor dice "Yo soy la verdad". No dice que el periódico o la televisión
son la verdad. ¿Qué tipo de verdad quieres tu seguir?
Que tú seas rico o pobre, que la gente te alabe o te tome a risa, que tú seas noble o de
humilde condición, todo esto no tiene ninguna importancia si has decidido recorrer el
camino, esperando la alegre esperanza, la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Si lo has abandonado todo, pero todavía no has renunciado a ti mismo, en realidad no has
abandonado nada, porque poco a poco te aferráras a todas aquellas cosas que has dejado al
inicio.
La costumbre de lamentarse es una epidemia contagiosa cuyos síntomas son el pesimismo, la
pérdida de paz, la duda y la disminución de ese celo que proviene de estar unidos a
Dios.
Ten el coraje de vivir la vida de fe cada día, como valientemente lo han hecho los
mártires.
La fe es la aceptación incondicional de Jesucristo, y la decisión de vivir y morir con
él
Evita la falsa humildad. Hay que ser "ambiciosos" en buscar lo verdadero, en
querer actuar y aceptar los riesgos, pero todo esto por Dios y por su Iglesia.
El hábito de la crítica es uno de los obstáculos más grandes del crecimiento
espiritual. El hablar mal de los otros no hace más que irritarlos y cultivar amargura en
tu corazón
Tengo miedo de perder un segundo viviendo sin sentido.
Yo no esperaré. Vivo el momento presente colmándolo de amor.
En una peregrinación solemne en la que participan miles de personas, todos querrían
llevar la cruz a la cabeza de la procesión. Pero, en la peregrinación de nuestras vidas
cotidianas ¿cuántos están dispuestos a llevar la propia cruz? En verdad, es díficil
ser héroes sin que los demás lo vean.
Crees que no tienes nada que sacrificar a Dios, pero él ve que rechazas muchas
oportunidades. Por ejemplo, trata de ser alegre y jovial con alguien que te toma el pelo y
que trata de hacerte enojar; calla ante acusaciones falsas e injustas; demuestra afecto a
un amigo que te traiciona; no repliques con ira. A cada instante se te ofrece una ocasión
de sacrificio.
Si el Señor quiere hacerte soportar alguna humillación a causa de tus deberes, él en
realidad te está invitando a compartir con él la gloria de la cruz. Entonces que tu
respuesta sea;"Señor, mi deber es tu Calvario y yo soy el holocausto".
Los laicos piensan que la santidad consiste en fervientes plegarias, en hacer sermones, o
en apartarse del mundo; ellos se inspiran en la figura del religioso o sacerdote de los
tiempos pasados. Los sacerdotes y religiosos entienden la santidad en términos de
actividad social o política. Deberían competir con los laicos. ¡He aquí cómo se ha
caído en el reino del caos!.
Si tú partes para ir a un sitio, a miles de kilómetros y llevas todos tus defectos y al
hombre viejo ¿de qué te sirve?
Antes de decidir qué acción hay que hacer, para cualquier cosa, haz una oración.
Después, compórtate como haría Jesús en una circunstancia semejante
Un examen de tus acciones y de tus reacciones bastará para ver si la tuya es una fe que
encuentra eco en la vida. ¿O acaso tu fe es sólo una etiqueta?
No digas: "Yo estoy hecho así; es imposible cambiar". No, se trata de tus
defectos y de tus errores. Tienes que ser maduro, tienes que llegar a ser un verdadero
hijo de Dios; continuar con estos errores y defectos va en contra de que llegues a serlo.
Usar de la gente para sus propios intereses no es digno de un lider. Serás un digno
responsable si no te sientes distante de la gente, si te mezclas con ellos y pones en
juego tu vida para salvarlos.
Todos pueden comenzar, pero sólo los santos logran recorrer el camino hasta el final.
Nuestra vida está compuesta de millones de minutos. Para hacer una hermosa línea recta
hay que hacer miles de puntos, y si hacemos bien cada punto tenemos una hermosa línea
recta. Nuestra vida está formada por millones de minutos; si vivimos bien cada minuto
tenemos una vida santa.
El amor auténtico no razona, no pone límites, no calcula, no recuerda el bien que ha
hecho ni las ofensas que ha recibido, nunca pone condiciones. Si hay condiciones, ya no
hay amor.