Juan Pablo II fue canonizado el 27 de abril de 2014.
Los beatos San Juan XXIII y San Juan Pablo II están ya inscritos en el
Libro de los Santos. El Papa Francisco presidió la ceremonia de
canonización de dos de sus predecesores el 27 de abril de 2014, solemne pero
también emotiva, que ha dejado algunos momentos para el recuerdo.
La aparición de Benedicto XVI
Momentos antes de que se iniciara la ceremonia, el papa emérito
Benedicto XVI aparecía en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde fue
recibido con una gran ovación por parte de los cientos de miles de
peregrinos que ocupaban la plaza y las calles adyacentes.
Cuando el Papa Francisco hacía también su entrada en la Plaza, se
acercó hasta el sector izquierdo de la misma para fundirse en un
cariñoso abrazo con el Papa emérito antes de comenzar el rito.
Igualmente, ha acudido de nuevo al terminar para estrechar ambas manos
del Papa emérito, que le ha corrrespondido sonriente.
Incripción en el Libro de los Santos
Era el momento más esperado. El Papa Francisco proclamó santos a sus
dos grandes predecesores del siglo XX, que ahora se llaman San Juan
Pablo II y San Juan XXIII. Eran las 10.15 de la mañana del Domingo de
la Divina Misericordia, que será recordado como el «Día de los cuatro
Papas» y se producía el momento culminante en la solemne declaración
papal, pronunciada en latín: «En honor de la Santísima Trinidad (…) con
la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos Apóstoles Pedro
y Pablo, y la nuestra (…) declaramos y definimos santos a los beatos
Juan XXIII y Juan Pablo II…».
Sangre y piel, reliquias de Santos
Las reliquias de los papas recién proclamados santos Juan Pablo II y
Juan XXIII fueron colocadas junto al altar mayor del atrio de la Plaza
de San Pedro. El momento de la entrega de los relicarios, justo después
de que el papa Francisco proclamase santos a ambos pontífices, fue
también especialmente emotivo.
El relicario en plata del papa Karol Wojtyla fue llevado a Francisco
por Floribeth Mora Diaz, la mujer costarricense cuya sanación en 2011
fue considerada el segundo milagro que sirvió para canonizar Juan Pablo
II. La reliquia era una ampolla con la sangre del papa polaco.
La reliquia de Juan XXIII es un trozo de piel que fue extraído de su
cuerpo, exhumado en el 2001 para su beatificación. El relicario del
llamado «Papa bueno» fue entregado al papa Francisco por los
sobrinos-nietos de Roncalli.
Homilía breve pero contundente
La Homilía que el Papa Francisco dedicó a los dos nuevos santos —San
Juan XXIII, «el Papa de la docilidad al Espíritu Santo», y San Juan
Pablo II, «el Papa de la familia»— fue corta pero contundente, marcada
por una clara mirada al futuro de la Iglesia. Precisamente, Francisco
aseguró que «son los Santos quienes hacen crecer la Iglesia».
«Colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar la Iglesia según su
fixonomía originaria, la que le dieron los Santos a lo largo de los
siglos», añadió. Ambos «fueron dos hombres valientes, llenos de la
parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el
mundo de la voluntad de Dios».
«Las llagas de Jesús son un escándalo para la fé, pero son también la
verificación de la fé, por eso no desaparecen en el cuerpo de Cristo
crucificado (...) Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar
las heridas de Jesús. No se avergonzaron de la carne de Cristo; en cada
persona que sufre veían a Jesús (...)En estos dos hombres
contemplativos de las llagas de Cristo había una esperanza viva junto a
un gozo inefable y rallante».. Son precisamente», relata Francisco.
Saludo a las autoridades
Francisco tuvo palabras para todos los fieles, las delegaciones de los
países y los religiosos, a quienes agradeció su presencia en San Pedro
para rendir homenaje a los santos. Al concluir la misa, agradeció el
afecto de los peregrinos de las diócesis Bergamo (norte de Italia) y
Cracovia y les pidió que «siguiesen fielmente las enseñanzas de los
santos».
Se refirió incluso a quienes siguieron la ceremonia «por radio y
televisión» y agradeció a los medios de comunicación «haber dado la
posibilidad de participar a tantas personas».
Al finalizar la ceremonia saludó uno a uno a los representantes de cada
delegación, apretándoles las manos. Especialmente emotivo fue el saludo
a los Reyes de España, con quienes se reunirá mañana en audiencia por
primera vez.
Emoción de los fieles
Las primeras gotas de lluvia, que amenazaban con pintar de gris un día
que pretendía llenarse de luz, no pudieron con el fervor de los 800.000
fieles —según las cifras oficiales de El Vaticano— que se congregaron
en la Plaza de San Pedro y en las calles adyacentes para asistir a tan
importante cita.
El respetuoso silencio sólo se quebró en los momentos en que los
feligreses entonaban los cánticos litúrgicos y se atrevían a romperse
en aplausos tras las palabras del papa Francisco o la aparición de
Benedicto XVI.
«Un Santo al que hemos podido tocar» fue la frase más refpetida entre
quienes concoiero a Juan Pablo II en vida. Nadie quiso perderse la
ceremonia y por ello se instalaron pantallas en los aledaños de la
Plaza para los 300.000 asistentes que se quedaron sin sitio junto al
altar.
ANTECEDENTES DE LA CANONIZACIÓN
El Papa
Francisco anunció el 30 de septiembre de 2013 que Juan Pablo II sería
beatificado el 27 de abril de 2014, en la plaza de San Pedro. Ese día, ante 800.000 peregrinos llegados de múltiples países,
la Iglesia celebró el domingo de la Divina Misericordia,
una importantísima fiesta establecida por Juan Pablo II hacia el final de su
pontificado, y una devoción compartida por millones de fieles en todo
el mundo.
La canonización fue posible gracias a la aprobación del milagro que se produjo por intercesión de Juan Pablo II,
después de ser beatificado. La persona que fue curada es Floribeth Mora, costarricense que reside en Tres
Ríos de Cartago. Flory, como la llaman sus familiares y amigos, fue
curada de un aneurisma cerebral cuando ya estaba desahuciada por los
médicos.
Para que una persona sea beatificada es necesario que se haya producido
un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado, es
necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después
de ser proclamado beato, y es el que se ha aprobado por todas las Comisiones, considerando la curación como "inexplicable para la ciencia". Este segundo milagro es el de la curación de Floribeth.
El proceso que llevó a Juan Pablo II a los altares se abrió el 28 de
junio de 2005 y comenzó en Roma, ciudad en la que murió y de la que fue
obispo durante 26 años y medio. La causa se abrió por deseo del papa
Ratzinger, sin esperar a que transcurrieran cinco años de su muerte,
como establece el Código de Derecho Canónico y como ocurrió con Madre
Teresa de Calcuta.
El anuncio de la canonización fue acogido con extraordinaria alegría en el mundo católico, donde aún
sigue vivo el grito "santo súbito " (santo ya) que decenas de miles de
personas corearon aquel día de abril de 2005.
BEATIFICACIÓN
La beatificación de
Juan Pablo II se realizó el 1 de Mayo de 2011. La comisión médica de la Congregación
para las Causas de los Santos y un grupo de teólogos le dieron el visto bueno al milagro
atribuído a su intercesión: la inexplicable curación del mal de Parkinson de una monja
francesa, Sor Marie Pierre-Simon.
Esta enfermedad le había obligado a dejar su trabajo como enfermera en el área de
maternidad de un hospital de Arles, en Francia. En junio de 2005, tras haber pedido a Juan
Pablo II una mejora en su enfermedad, el Parkinson desapareció totalmente.
Los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos dieron su visto
bueno y Benedicto XVI firmó el decreto poniendo como fecha el 1 de Mayo de 2011, domingo
de la Divina Misericordia, devoción impulsada por Juan Pablo II.