La labor misionera es sólo un pequeña muestra de la titánica historia de la evangelización protagonizada por los misioneros que a lo largo de tantos siglos han puesto en marcha un desarrollo integral del hombre.
El anuncio del Evangelio no puede desligarse de la promoción humana del hombre y por eso lo misioneros se han convertido er los verdaderos protagonistas de desarrollo de estos pueblos. Han sido elegidos y enviados a servir a los demás, no son meros gestores de obras sociales. Enseñan en las escuelas, sanan en los hospitales, promocionan a la mujer en los países donde están completamente olvidadas y relegadas, se encargan de miles de niños abandonados, huérfanos y víctimas de conflictos armados, se trasladan a los campos de refugiados, acompañan y trabajan por esos grandes olvidados de la historia que son los pobres.
Sus vidas, como la de Jesús, representan un compromiso. Han comprometido sus vidas con los más pobres, con los que no tienen, con los que no pueden alzar su voz, con los que no saben, con todos aquellos a los que las sociedades más avanzadas han convertido en números estadísticos.
Un famoso periodista los definió como obstinados, audaces, abnegados... hombres y mujeres llenos de coraje y entrega que se encuentran siempre en los lugares más castigados del planeta, en cada uno de los infiernos que se abren sobre la faz de la tierra. Hombres y mujeres sencillos que luchan como humanamente pueden contra las consecuencias de luchas políticas o intereses económicos que les son ajenos, poniéndose siempre del lado de los más pobres, cumpliendo su vocación y la llamada de la misión fuera de su patria.
Los catequistas, los religiosos, los párrocos, los animadores misioneros y todos en general debemos hacer que niños, jóvenes y adultos vean la importancia de la labor de los 25.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo y que descubran que estamos ante los 2000 años de la primera misión de la Iglesia.
Todos estamos llamados a ser misioneros en este Tercer Milenio siguiendo el ejemplo de Santa Teresita de Lisieux, San Francisco Javier y tantos otros misioneros santos que ha dado la historia de las misiones.
Los misioneros atienden:
Como de costumbre, la Agencia Fides publica al final del año la lista de los agentes pastorales que han perdido la vida en modo violento durante los últimos 12 meses. Según las informaciones que tenemos, en el año 2023 han sido asesinados 20 agentes pastorales: 1 obispo, 8 sacerdotes, 2 religiosos no sacerdotes, 1 seminarista, 1 novicio y 7 hombres y mujeres laicos. Si bien las listas elaboradas por Fides están siempre abiertas a actualizaciones y correcciones, el número de misioneros asesinados ha aumentado en 2 con respecto al año 2022. Según el desglose continental, este año el número más alto se registra de nuevo en África, donde han sido asesinados 9 misioneros: 5 sacerdotes, 2 religiosos, 1 seminarista y 1 novicio. En América, han sido asesinados 6 misioneros: 1 obispo, 3 sacerdotes y 2 laicas. En Asia, han muerto violentamente 4 laicos y laicas. Por último, en Europa, ha sido asesinado un laico
Como
sucede desde hace tiempo, el recuento de Fides no hace referencia sólo
a los misioneros ad gentes en sentido estricto, sino a todos los
agentes pastorales muertos de forma violenta. Con respecto a estos solo
usamos el término “mártires” en su sentido etimológico de “testigo”,
para no entrar en mérito al juicio que la Iglesia podrá eventualmente
dar sobre algunos de ellos, y también por las pocas noticias que, en la
mayor parte de los casos, se logran recoger sobre su vida e incluso
sobre las circunstancias de su muerte.
Como escribía el Santo Padre Benedicto XVI en el Motu Proprio “Porta fidei”, con el que convocó el Año de la fe que la Iglesia está celebrando, “Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo para vivir en la sencillez evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad, signos concretos de la espera del Señor que no tarda en llegar. Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones en favor de la justicia, para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos. Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban”. (PF, 13)
Como en años anteriores, Fides utiliza el concepto de “misionero” para designar a todos los bautizados, reconociendo que “en virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se convierte en discípulo misionero. Cada persona bautizada, sea cual sea su función en la Iglesia o conocimiento de la fe, es un sujeto activo de evangelización” (Papa Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 120). Además, la lista anual de Fides, desde hace ya tiempo, no solo se refiere a los misioneros “ad gentes” en sentido estricto, sino que trata de reflejar todos los casos en los que bautizados comprometidos con la vida de la Iglesia han muerto de manera violenta, aunque no sea expresamente “por odio a la fe”. Por esta razón, preferimos no usar el término “mártires”, excepto en su significado etimológico de “testigos”, con el fin de no entrar en el juicio que la Iglesia pueda hacer sobre algunos de ellos proponiéndolos, tras un minucioso examen, para su beatificación o canonización.
Uno de los rasgos distintivos que tienen en común la mayoría de los agentes de pastoral asesinados en 2023 es, sin duda, su vida normal, es decir, que no llevaban a cabo acciones sensacionales ni hechos fuera de lo común que pudieran llamar la atención y ponerlos en el punto de mira de alguien. Recorriendo las escasas notas sobre las circunstancias de sus muertes violentas, encontramos sacerdotes que se dirigían a celebrar misa o a realizar actividades pastorales en alguna comunidad lejana; asaltos a mano armada perpetrados a lo largo de carreteras muy transitadas; ataques a rectorías y conventos donde se dedicaban a la evangelización, la caridad, la promoción humana. Se han visto, sin culpa alguna, víctimas de secuestros, de actos de terrorismo, implicados en tiroteos o en actos de violencia de diversa índole.
En esta vida “normal” vivida en contextos de pobreza económica y cultural, de degradación moral y medioambiental, donde no hay respeto por la vida y los derechos humanos, sino que a menudo la norma es sólo la opresión y la violencia, ellos estaban también unidos por otra "normalidad", la de vivir la fe ofreciendo su sencillo testimonio evangélico como pastores, catequistas, trabajadores sanitarios, animadores de la liturgia, de la caridad.... Podrían haberse ido a otra parte, trasladarse a lugares más seguros, o desistir de sus compromisos cristianos, tal vez reduciéndolos, pero no lo hicieron, aunque eran conscientes de la situación y de los peligros a los que se enfrentaban cada día. Ingenuos, a los ojos del mundo. Gracias a ellos, que “no son flores que brotan en un desierto”, y a los muchos que, como ellos, testimonian su gratitud por el amor de Cristo traduciéndolo en actos cotidianos de fraternidad y esperanza, la Iglesia, y en definitiva el mundo mismo, sigue adelante.
En el Ángelus de la fiesta de San Esteban, primer mártir de la comunidad cristiana, el Papa Francisco ha recordado: “sigue habiendo -y son muchos- quienes sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, como también hay quienes son penalizados a diversos niveles por comportarse de forma coherente con el Evangelio, y quienes luchan cada día por mantenerse fieles, sin aspavientos, a sus buenos deberes, mientras el mundo se ríe de ellos y predica otra cosa. Estos hermanos y hermanas también pueden parecer fracasados, pero hoy vemos que no es así. De hecho, ahora como entonces, la semilla de sus sacrificios, que parecía morir, brota y da fruto, porque Dios, a través de ellos, sigue obrando maravillas (cf. Hch 18,9-10), para cambiar los corazones y salvar a los hombres” (Ángelus, 26 diciembre 2023).
Web católico de Javier
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