NUEVE DÍAS CON FAUSTINO

    Este texto es para ti, quien quiera que seas, que un día te topaste con Faustino. Te gustó su vida sencilla, su estilo de vivir alegre, su manera de ser amigo de Jesús y de María. Te gustaría imitarle un poco, o pedirle algún favor para ti o para alguna persona amiga. Este folleto quiere ayudarte a hacer una “novena”. Es decir ayudarte a aprender de él durante nueve días. Para aprender de él y para pedir al Señor algo por medio de él.

    Para cada día, hemos escogido un rasgo de la vida de Faustino. Algún pensamiento suyo nos servirá para reflexionar, para aplicarlo a nuestra vida y para pedir. Además de esa Reflexión sobre el tema del día, hemos puesto una frase del Evangelio que a él le gustaba mucho. Puedes detenerte a pensarla en diálogo con el Señor. Además hay, para cada día, una oración escrita por Faustino; es que, de vez en cuando, los apuntes de su diario se convierten en oración. A su ejemplo puedes hacer también, a tu estilo, una oración personal. La Oración, aprobada por la Iglesia, para pedir la intercesión de Faustino, se rezará diariamente, así como el Padre nuestro y el Ave María. Como doxología (la alabanza a la Trinidad) se aconseja la marianista. Para cada día encontrarás un Testimonio de alguien que ha “encontrado” a Faustino: nos puede ayudar a profundizar nuestra propia experiencia.

    Empieza estos Nueve días con confianza. Ponte en manos de Dios. Dile que te conceda amarle más. Y si conviene, que te otorgue también el favor que le pides por medio de Faustino. De todos modos saldrás, de estos nueve días, confortado en tu fe.


DÍA PRIMERO

            “Voy a estar completamente callado…”

Hoy Faustino nos invita a hacer silencio en nuestro corazón, para poder oír la voz de Dios.

Reflexión.

    De un modo u otro, Dios siempre nos está hablando y no sólo a través de la Sagrada Escritura. Habla a nuestro corazón; habla a través de las cosas que nos pasan; a través de las personas que nos quieren bien… y a veces de las que no nos quieren tanto; habla por boca de la naturaleza… Pero tiene la “mala” costumbre de hablar bajo. Por eso hace falta fijarse, meterse uno dentro de sí y estar callado para escucharlo. Quien vive metido en el ruido exterior e interior no puede captar sus mensajes.

A sus 14 años, Faustino está haciendo ejercicios espirituales y escribe: “Una cosa me ha impresionado: ¿qué vocación voy a elegir: médico, químico?, ¿o seré tal vez sacerdote? La última es la que más me ha impresionado. ¿me habrá elegido Dios? Él me lo dirá. El día y un poco más que me queda de ejercicios voy a estar completamente callado. Tal vez me hable Dios”. Y, en efecto, Faustino sintió en su corazón que Dios le hablaba. Sin palabras, sin visiones. Y dijo sí a su vocación.

    El silencio ayuda a reflexionar, a ser uno mismo, a ponerse a la escucha de Dios. No siempre para cosas tan importantes como la orientación de una vida. Tener momentos de silencio durante el día ayuda a hacer bien las cosas de cada día, bajo la mirada cariñosa de nuestro Padre del Cielo. ¿Y yo? ¿Cómo vivo yo el silencio? ¿Me pesa? ¿me cuesta? ¿me gusta? ¿Tengo momentos de “meterme dentro de mi”? ¿En dónde? ¿En mi habitación? ¿En una iglesia? ¿O hay demasiado ruido en mi vida? ¡Faustino, ayúdame a hacer silencio en mi corazón!


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

“María guardaba todas esas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc. 2, 19)


Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“María, quiero meditar hoy contigo, como guía que eres tan fenomenal. Que tanto nos amas y nos ayudas a aproximarnos a nuestra meta que es la santidad. He de ser un verdadero cristiano. Para eso he de ir limando mis imperfecciones. Ser buen cristiano no es fácil. Es mucho más difícil de lo que creemos. Madre, ayúdame a ser otro Cristo”.

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes - por la Inmaculada Virgen María. Amén.

Un testimonio sobre Faustino:

Nos dice una tía suya:

“Yo lo admiraba. A donde iba llevaba la paz. Me causaba un respeto inapropiado para su edad y la mía: un algo incomprensible. Era todo sonrisa.”


DÍA SEGUNDO

        “Decir sí a todo lo bueno…”

Ser cristiano es sencillamente dar la bienvenida a Dios en nuestra vida: es procurar hacer las cosas que tocan lo mejor posible, bajo su mirada cariñosa.

Reflexión.

    Un cristiano es una persona normal que ha caído en la cuenta de que el bautismo fue una fecha clave en su vida y que la amistad con Dios es lo más importante de la existencia. En su cuaderno de retiros, Faustino escribió un día: “Voy a intentar la ascética del SÍ; decir sí a todo lo bueno”. “Todo lo bueno”: para Faustino no es sólo la oración, la misa, dar limosna... También “lo bueno” es un partido de fútbol, ir a ver una película, salir con los amigos, ir al monte, nadar… Dice la Biblia que, a Dios, todo lo que creó le pareció francamente bueno.

    Por eso para Faustino todo es normal. Todo lo bueno, claro. Es normal estudiar; es normal apasionarse por el fútbol; es normal preocuparse por los demás; es normal ir de acampada; es normal querer a sus padres; es normal hablar con Cristo; es normal tenerle cariño a la Virgen; es normal hacer deporte; es normal sufrir si a uno le toca una enfermedad; es normal gustarle a uno una paella, un bocata o una coca-cola; es normal que los demás no tengan que pasarlo mal por tu culpa; es normal seguir a Cristo si te lo pide; es normal sonreír y no gruñir; es normal intentar la santidad… ¿por qué no?

    Es normal decir sí a todo lo bueno: lo de la tierra y lo del cielo, lo natural y lo sobrenatural. En perfecta armonía. ¿Y yo? ¿Cómo es mi vida? ¿Procuro decir sí a todo lo bueno? Faustino, enséñame a poner al Señor en el centro de mi vida.


Una frase del Evangelio que le gustaba a Faustino:

“Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres.” (Lc. 2, 52)

Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“Jesús, quiero luchar por parecerme a ti. Que sea yo tu vivo retrato. Ayúdame, Jesús, a amarte como tú me amas a mí.”

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes - por la Inmaculada Virgen María. Amén.


Un testimonio sobre Faustino:

De María Encarna, hermana de Faustino:

“Faustino todo lo hacía fácil, cómodo y sencillo. El mismo día que murió Faustino, no hubo ningún drama. Fue extraordinario ver a mis padres como si algo maravilloso les hubiese ocurrido”. (Faustino había prometido consolarles desde el cielo)


DÍA TERCERO.

            “La maravillosa creación del Señor…”

Faustino no habla de ecología. Pero la vive. Le encanta la naturaleza. Allí espontáneamente levanta el pensamiento hacia el Señor.

Reflexión.-

    “Os escribo a 1500 metros de altura, desde un valle encerrado entre montañas. Detrás de ellas se encuentra el Desierto de nieve, a donde iremos el 5 de agosto. A 10 metros de aquí, un torrente trae el agua del deshielo del glaciar”: así escribe Faustino a sus padres. Un año antes, en su diario: “Ayer volé por primera vez en una avioneta de escuela. Es muy bonito ver todo desde esa altura. Yo en medio del cielo. Todo gracias a la maravillosa creación del Señor”.

    Es estupendo que nuestro tiempo haya descubierto la ecología: el respeto a la naturaleza. Y sería mucho mejor todavía si llegáramos a darnos cuenta que esa naturaleza es un regalo de Dios. Entonces respetaríamos mucho más todas las cosas, desde los elementos materiales, los animales y hasta a las personas desde el momento de su concepción. No haríamos derroches inútiles. Nos daríamos cuenta que hay muchas personas, hermanos nuestros, que no tienen lo necesario; que Dios hizo el mundo para todos; que no puedo vivir egoístamente… Escribe un día Faustino en su diario: “Tenemos una vida demasiado fácil. Peligramos. No tenemos más que comodidades. Hemos de ser sencillos.”
    ¿Y yo? ¿Peligro también, como dice Faustino? ¿Caigo en la cuenta de que no estoy solo en el mundo y que toca compartir lo que Dios creó para todos?

Faustino, ayúdame a vivir hoy “ecológicamente”, dando gracias al Señor por todo lo que Él me ha dado.


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

“Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria, se pudo vestir como uno de ellos.”
    (Mat. 5, 28-29)

Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:
   
“Hemos regresado del campamento de Olba. Lo he pasado muy bien. He chocado con la vida dura y me he curtido. Todo no es comodidad: una verdadera lección que he sacado de estos días. Cristo, me has ayudado, y lo he hecho mejor de lo que esperaba”.

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.


Un testimonio sobre Faustino:

De un compañero de acampada:

“Estuve de compañero con él en la tienda y en el autobús. Siempre era el mismo, sin enfadarse nunca, dispuesto a sacrificarse siempre, a conformarse con lo peor para que otros estuvieran mejor. Creo que cuando una persona tiene un defecto, donde mejor se nota es en un campamento. Sólo puedo decir que después de veinte días durmiendo y comiendo con él. No pude descubrirle ningún defecto.”


DÍA CUARTO

        “Señor, quiero participar de tu vida.”

Hoy Faustino nos invita a una amistad sencilla y fuerte con Cristo.


Reflexión:

    El Hijo de Dios se hizo hombre, se hizo hijo de María, para estar cerca de nosotros. Y para continuar esa presencia Cristo se quedó en la Eucaristía. Y lo que más desea es que lleguemos a identificarnos con Él. Por eso Faustino cultivó una gran amistad con el Señor. Ante todo haciendo oración. Para él hacer oración es hablar con un amigo: “Hoy hablé diez minutos con Cristo, tanto de las misiones como del empate Zaragoza-Valencia”. Con los amigos se habla de lo que interesa a cada uno. Por eso también Faustino, además de los domingos, comulga todos los días que puede. Se siente muy feliz cuando, enfermo, le traen la comunión: “Vino el padre y me dio la comunión. Es maravilloso recibir a Cristo”.

    Y así, poco a poco, se fue identificado con Cristo. Escribió un día: “Que cuando me vean a mí, vean a Cristo”. ¡Cómo cambiaría el mundo si cada cristiano intentara parecerse lo más y mejor posible a Jesús! En otra ocasión dice: “Debo llenarme de Cristo ¿qué he hecho hasta ahora por Él? ¿He cumplido su evangelio que me dice: ‘Id y predicad el Evangelio’. Mi vida tiene que ser combate”.

¿Y yo? ¿Rezo? ¿Vivo la Eucaristía al menos cada domingo? ¿Siento la necesidad de llenarme de Cristo para darlo? Si con corazón sincero me voy comunicando con el Señor, poco a poco me pareceré a Él. ¡Faustino, contágiame tu amor a Cristo!


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

“Si alguien me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.” (Jn. 14, 23)

Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“Dios habita en mí. Hace su morada en mí. Señor, quiero ser tuyo, quiero participar de tu vida.”

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.

Un testimonio sobre Faustino:

De un joven francés de 19 años:

“Leí por casualidad la vida de Faustino. Y he comprendido que quería ayudarme en mi caminar espiritual y en mi vida de cada día. Por eso he decidido que Faustino sería como mi santo patrono.”


DÍA QUINTO

            “Nuestra maravillosa Madre del Cielo…”
       
María, la Madre de Jesús, es también nuestra madre. Faustino supo, como san Juan, “recibirla en su casa”. Fue su maravillosa compañera de camino.

Reflexión:

    “Y nació de Santa María Virgen”. Esto dice el credo cristiano. En muchos retablos medievales, en lo más alto se encuentra la figura de Dios Padre o de la Trinidad. Luego, algo más abajo, y a izquierda y derecha las figuras de Gabriel y de María: la Anunciación. María es la persona clave en la encarnación del Verbo. A través de ella nos vino, y nos sigue viniendo, Jesús. María no es un adorno del cristianismo: es una pieza esencial. ¡Qué bien lo comprendió Faustino! “Jesús, haz que ame a María no sólo porque es pura, bella, buena, compasiva, madre mía, sino porque es Madre tuya y tú la amas infinitamente. ¡Oh Jesús, hazme participar de tu amor a María. Haz que la ame como tú”.

    María participa con Jesús en la salvación del mundo: “La Virgen sufre todo eso para salvar al mundo. Le sigue hasta el Calvario”, apunta Faustino. Además es la que nos lanza al apostolado. Como a los servidores de Caná nos dice, señalando a Jesús: “Haced lo que Él os diga”. Por todo esto, a Faustino le gusta llamar a María “maravillosa”. Una de las últimas frases de su diario dice: “Nuestra maravillosa Madre del Cielo nos tiene que ayudar a todos a ser mejores”.

¿Y yo? ¿Qué lugar ocupa María en mi vida? ¿Acudo a Ella como madre? ¿Me considero a su servicio para ayudarla en su misión de salvar al mundo?


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

“Jesús al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” (Jn. 19, 25-27)

Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“Madre, estamos en mayo, tu mes. Ayúdame a amarte más. A tener más fe, a no desanimarme. A solidificar mi vocación. Ayúdame a ser más constante en mis obligaciones. A no hacer caso a los desánimos que a veces tengo. Ayúdame, Virgen María, tú que todo lo puedes”.

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.

-    Hoy podrías rezar además la oración de Faustino a la Virgen que está en la página .


Un testimonio sobre Faustino:

De una religiosa francesa:

“Gracias a Faustino he modificado mi devoción a María. Me ha llamado la atención su manera cristológica de amar a la Virgen. No es corriente. ¡Cuántas personas rezan directamente a María para obtener un favor! Pero pedir a Cristo ‘participar’ en su amor para con su Madre, o como dice Faustino, querer imitar a Cristo en su amor a María… eso no es corriente. Esta pequeña ‘luz’ se la debo a Faustino.”

DÍA SEXTO

        “Él ha muerto en la cruz por salvarnos.”

En toda vida hay sufrimientos. Hay que saber llevarlos. Hoy vamos a pedir a Faustino que nos ayude a verlos con los ojos de Jesús.


Reflexión.-

    ¡Cuánto nos gustaría un mundo sin contratiempos! Pero no es posible. Hay enfermedades. Hay accidentes. Hay amores no correspondidos. Hay ingratitudes. Hay tristezas. Hay odios. Hay muerte. Unos sufrimientos naturales; otros por desgracia fruto del egoísmo y del pecado... Jesús se ha hecho hombre para liberarnos del pecado. Y participa en nuestro sufrimiento. ¡Qué bien lo expresa Faustino al recordar el descendimiento de la cruz!: “María acepta a todos aquellos hombres, que han matado a su Hijo, por hijos suyos. Recibe a Cristo en sus brazos igual que cuando era pequeño. Ella pensaría: ‘Mis otros hijos han hecho esto’.”

    Cristo da al sufrimiento un valor de salvación. Faustino unió los suyos a los de Jesús en la cruz. “He pensado mucho sobre el pecado, - dice-, sobre el gran sufrimiento de Cristo en la cruz. Quiero sufrir por Cristo, que tanto ha sufrido por mí”. Pero, por otra parte, Jesús quiere que luchemos contra el mal en el mundo. Por eso dice también Faustino: “¡La cruz de Cristo! Todos los que sufren son las cruces vivas de Cristo!”. Y se dirige a la Virgen: “María, siempre a tu servicio para ayudar al prójimo que sufre.”

    ¿Y yo? ¿Sé afrontar mis sufrimientos con valentía? ¿Soy consciente de los sufrimientos que hay alrededor mío? ¿Qué hago por aliviarlos?


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

    “Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos”.
(Jn. 15, 13)

Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:
   
    “Virgen Santísima, enséñame a ver el valor del sufrimiento”.
“Señor, tu dices: ‘Tengo sed’. Pero tú tienes sed de las almas de todos esos hombres. Señor, que yo participe de tu sed.”

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.

-    Hoy podrías emplear la “Oración a las tres de la tarde”.


Un testimonio sobre Faustino:

De un teólogo, Baldomero Jiménez Duque:

“Un caso encantador. Se ve palpable la presencia y la acción del Espíritu Santo. Pero de esa manera suave, normal, segurísima, que se ‘mete’ a través de nuestros mecanismos psicológicos y de nuestras circunstancias ambientales ordinarias. Por eso es accesible y ejemplar esa vida.”


DÍA SÉPTIMO

            “Soy muy feliz…”

La alegría era uno de las características más acusadas de Faustino. ¿De dónde nace esa alegría? ¿Quieres participar de ella?


Reflexión.-

    “El cristiano puede carecer de todo, pero nunca le faltará la alegría”: lo dijo una vez el Papa Pablo VI. Esta afirmación parece fuerte; a contracorriente de lo que muchos piensan hoy. Jesús llama “bienaventurados”, es decir felices, a los pobres, a los que lloran, a los misericordiosos, a los perseguidos por su nombre… ¡Qué paradoja! Faustino es testigo de que eso es posible. Está enfermo, pero escribe en su diario: “Soy muy feliz. No sé lo que me pasa, pero gracias a Dios no conozco la desgracia y siempre soy feliz. Se siente algo por dentro. Un amor enorme hacia Él, que me ha llevado siempre tan de la mano, que no me ha dejado caer, ni una sola vez en pecado mortal. No sé lo que son los problemas. Gracias, Cristo, por darme este bienestar interior tan maravilloso. Te estoy muy agradecido”.

    Este texto nos da las claves de la alegría verdadera: presencia de Dios en el interior del alma y un amor “enorme” hacia Jesús. Lo demás viene por añadidura: la alegría de querer a sus padres, de tener tantos amigos, de haber sacado buenas notas, de que ha ganado su equipo favorito, de una acampada… Todas estas pequeñas alegrías están enraizadas en esa felicidad interior fundamental, que hace que las tristezas queden relativizadas.

    ¿Y yo? ¿Soy feliz por dentro? ¿Sé hacer frente a los aspectos negativos de la vida corriente, elevando la mirada al Señor?


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

    “Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”. (Lc. 1, 46-47)


Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“¿Qué devolveré al Señor por tanto que Él ha hecho por mí? Me ha dado todo lo que tengo, todo lo que he tenido y todo lo que tendré. ¿Cómo se lo pagaré? Es imposible. Pero, Cristo, estás aquí, a mi lado, en mí. ¡Cómo no voy a ser bueno!”


Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.


Un testimonio sobre Faustino:

Conclusión de un estudio morfopsicológico, por Franz Bommer:

“Estamos en presencia de un chico extremadamente simpático, muy despierto, lleno de promesas para el porvenir, con gran riqueza de cualidades; predomina el impulso espiritual; los valores morales e ideales están en primer plano; es un carácter generoso, disponible, sensible. (…) La persona que posee una tipología sensibilidad-pensamiento es un ser noble que, si se le cultiva, siembra la alegría y la felicidad en torno suyo; posee un tacto y una nobleza innatos que lo hacen muy simpático.”


DÍA OCTAVO

            “Las manos de Cristo somos nosotros”

No basta amar a Dios. Más aún, si no amas al prójimo no eres un verdadero cristiano. Faustino lo tuvo muy claro.

Reflexión.-

    Los demás existen. Hay mucha gente alrededor de nosotros. Son lo que Jesús llama el “prójimo”. Es decir las personas con las que, de un modo u otro, estamos en relación. En casa, nuestros padres, hermanos, familiares. En el estudio, compañeros, profesores, personal no docente. En el trabajo, los compañeros, los jefes, los clientes, los proveedores. En el día a día, desde el alcalde hasta el cartero, pasando por tantos que hacen posible mi bienestar. Y además los que lo pasan mal, los pobres, los inmigrantes, los marginados…¡Tanta gente! ¡Mi prójimo!. Faustino lo vive: “Llegó mamá de Alicante ¡qué alegría!”. “Recibí una carta escrita por toda la clase. Me emocioné”. Pero no sólo con las personas más íntimas. “Este chico tiene 14 años; vive en una buhardilla, no tiene para comer…”: irá a ayudarle.

    Hay un prójimo más lejano también. Anota Faustino: “Los dos tercios de la humanidad no tienen para comer. Con los preparativos de guerra, las grandes naciones podrían solucionar esos problemas”; “Hoy las manos de Cristo somos nosotros”. Pero no se queda allí. Se pregunta: ¿qué puedo hacer yo? Y decide su futuro: ser misionero. “Ser un religioso al servicio de los hombres por amor a Cristo”.

¿Y yo? ¿Cuál es mi relación con el prójimo “próximo”? ¿Es de egoísmo o de entrega? Y ¿cuál puede ser mi pequeña contribución a los problemas de tantas personas?


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

    “Dice su madre a los sirvientes (de Caná): ‘Haced lo que El os diga’.”
(Jn. 2,5)

Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“Cristo, ayúdame a ser apóstol. Que no guarde para mí todo mi amor hacia Ti, que lo dé a mis compañeros.”

“Gracias, Madre. ¡Qué buena eres conmigo! Quiero ser un apóstol tuyo. Hemos de conquistar el mundo para ti.”

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.


Un testimonio sobre Faustino:

Una joven de 20 años:

“Parece que los jóvenes de hoy tenemos los valores de la sociedad capitalista. Puede parecer que Faustino es un chico de los de antes y que ya no se dan hoy esta clase de personas buenas, sencillas, con ganas de estar al servicio de los demás. Mi carta es para animar a todos: somos muchos los que queremos seguir el ejemplo de Faustino… Este libro me animó a no tirar la toalla y a luchar por un mundo lleno de Faustinos”.


DÍA NOVENO

            A través de la monotonía de cada día

La vida de Faustino fue una vida corriente, con sus alegrías y preocupaciones. Como la de todo el mundo. Pero había algo…   

Reflexión.-

    Espigando en el diario de Faustino: “Tuvimos laboratorio de Química: la práctica nº 6”; “Es difícil dejar de reñir con mis hermanas”; “Hemos ganado 5-2 a fútbol”; “Fui al cine con Amelia y Ana”; “Nos tomamos un helado”; “He comprado dos camisas para ese chico”; “Hemos visto dos películas en cineforum”; “Lo he pasado estupendamente”; “He empezado a leer Estación Victoria a las 4.30”; “Estoy enfermo”; “Compramos unos bocadillos en el Bar Mundo y nos fuimos a Alicante”; “He terminado de leer El americano feo”; “Ganó el Valencia al Oviedo por 3-0. Waldo hizo un partidazo”…

    Faustino es como los demás. Con trabajos, gustos y aficiones de todos los chicos de su edad. Pero a través de toda esa vida monótona hay un hilo conductor escondido que le da otra dimensión. Es como un estar conectado de algún modo con Cristo, con María. Son personas concretas que viven en su entorno. No se ven, pero están. La fe le hace descubrir su presencia. El rosario que procura rezar cada día, la comunión frecuente, o la charla informal con el Señor vienen a ser como el “móvil” que conecta con los seres queridos. Y se disfruta más, se vive feliz, con una felicidad más profunda…

¿Y yo? ¿Me animo a poner en mi vida esta presencia que transformó la vida de Faustino?


Una palabra del Evangelio que le gustaba a Faustino:

    “He aquí la eslava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra”. (Lc. 1, 38)


Haz tuya, pero a tu estilo, esta oración de Faustino:

“Ayúdame, Jesús, a ser un apóstol seglar. La Iglesia de nuestro tiempo necesita muchos apóstoles entre los seglares. Ayúdame, Jesús, a que yo sea uno hasta que me llegue el momento de ser apóstol sacerdotal. Con tu ayuda y la de mi Madre del Cielo estoy seguro de conseguirlo”.

Oración para todos los días:

    Señor, tú nos has dado en Faustino un ejemplo admirable de fidelidad a las exigencias de tu divino amor; acudimos a ti para que, si es voluntad tuya que sea glorificado ante tu Iglesia, lo manifiestes concediéndonos la gracia que deseamos alcanzar. (Pídase la gracia)
    Te lo pedimos poniendo por intercesora a María, tu Madre, a quien él tanto amó en la tierra. Amén.

-    Padre nuestro, Ave María y doxología marianista:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - sean glorificados en todas partes -
por la Inmaculada Virgen María. Amén.


Un testimonio sobre Faustino:
   
Un padre chileno de familia numerosa:

“¡Cuánta cosa buena nos ha traído el encuentro con Faustino a través de su libro! Uno se da cuenta que la santidad está en la forma de integrar la voluntad de Dios en nuestro quehacer cotidiano. Es aceptar esa voluntad sin detenerse en pensar en nuestra fragilidad, en nuestros temores, en nuestros apegos a lo poco (o mucho) material que tenemos.”

Dos oraciones.

He aquí dos oraciones que te pueden servir durante estos nueve días. Faustino rezaba cada día la Oración de las Tres . La segunda es una corta oración de san Anselmo, a la que Faustino añadió el resto.

1.- Oración a las tres de la tarde.

Señor Jesús,
aquí nos tienes reunidos al pie de la Cruz,
con tu Madre y el discípulo que Tú amabas.
Te pedimos perdón por nuestros pecados
que son la causa de tu muerte.
Te damos gracias por haber pensado en nosotros
en aquella hora de salvación
y habernos dado a María por Madre.
Virgen santa, acógenos bajo tu protección
y haznos dóciles a la acción del Espíritu Santo.
San Juan, alcánzanos la gracia de acoger,
como tú, a María en nuestra vida
y de asistirla en su misión. Amén.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
sean glorificados en todas partes
por la Inmaculada Virgen María.
Amén.

2.- Oración de san Anselmo… y de Faustino.

Oh buen Jesús, te pido ,por el amor con que amas a tu Madre,
que yo la ame de veras
como Tú la amas y quieres que se la ame.

    Eres verdaderamente maravillosa, María.
Tu vida no es más que un caudal de luz y de gracia.
Desde que Dios te puso en el mundo toda radiante de belleza,
sin ninguna señal de pecado,
hasta el glorioso día en que fuiste llevada a los cielos
para ocupar el trono de Reina al lado de tu Hijo triunfante,
toda tu vida es una continua aceptación de la voluntad de Dios.
Cuando Dios envió a su ángel, tú respondiste:
‘Hágase la voluntad de Dios’.
Tú sabías lo que te esperaba: enormes sufrimientos
cuando todos aquellos hermanos de Jesús lo mataron y
lo destrozaron en la Cruz.
Tú, a pesar de todo, aceptas.
Eres maravillosa, María, Madre mía. Amén.

   

 

 

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