Faustino Pérez-Manglano Magro nació en Valencia el 4 de agosto 1946, siendo el mayor de cuatro hermanos. Recibió de sus padres, Faustino y Encarnación, una
cuidada educación cristiana. En 1952 ingresa en el colegio marianista "Nuestra Señora del Pilar" (en ese momento, ubicado en la plaza del conde de Carlet).
En 1954, recibe la primera comunión y en el 1955 la confirmación. En 1957 empieza el segundo curso de Bachillerato ya en el
nuevo edificio colegial ubicado en el Paseo de Valencia al mar (actualmente, Avenida de Blasco Ibañez). Su vida
se desarrollaba como un chico corriente: le encanta el deporte, especialmente el fútbol, pero también la natación y la montaña. Le gusta el cine, la televisión,
leer novelas y hacer amigos.
A los trece años hizo su primer retiro espiritual, una experiencia común para los alumnos del Pilar. Tiene ahí momentos de silencio, de oración y conferencias. Durante este retiro, Faustino comunica a su capellán, el Padre José María Salaverri SM, la promesa que ha hecho: "Le prometí a la Virgen María rezar el Rosario todos los días, sobre todo cuando voy al colegio solo". Escribió más tarde: "El mayor esfuerzo de mi vida, lo hice en el retiro, cuando traté de cambiar mi vida por completo".
El 14 de septiembre 1960 escribió la primera página de su Diario. Llevar un diario fue una idea que se le ocurrió después de leer una novela. Ahora escribirá periódicamente, incluso mencionando los hechos que marcaron el día. Este Diario es un valioso indicador de su vida espiritual y de los acontecimientos de su vida. El valor es su espontaneidad, ya que es es el diario de un adolescente.
El 17 de octubre 1960, escribe: "He rezado el rosario. He comulgado durante el recreo. He tenido un examen de Ciencias Naturales y he contestado bien. He hablado durante 10 minutos con Cristo, sobre las misiones y sobre el empate entre el Zaragoza -Valencia". Es en este Diario donde se menciona por primera vez el dolor que anuncia su enfermedad (14 de noviembre de 1960).
Fue también durante este retiro cuando escribió en forma de resolución: "Voy a tratar de vivir la ascesis de sí: decir que sí a todo lo que es bueno". Más tarde, cuando se le preguntó cuándo sintió la llamada del Señor, dirá que esa misma noche, durante la cena en silencio: "En la cena vi con toda claridad: el Señor me quiere religioso marianista". A partir de esa fecha, su amistad con el Señor crece día a día. Esta relación tan estrecha y frecuente con Cristo se convierte en amistad sencilla y profunda. Para él, Jesús es un familiar, un amigo con quien se puede hablar de todo, incluso del fútbol.
He aquí algunos extractos de su diario que muestran que para Faustino, Cristo es alguien cercano:
"¡Qué bien se está en compañía de Cristo" (21/10/1960).
"Ayúdame, Jesús, para ser apóstol. Ya no guardo nada para mí. Que mi amor por ti me haga darme a los demás" (22/6/1961).
"Me trajeron la comunión. Es maravilloso recibir el cuerpo de Cristo!" (28/01/1961).
"Cristo está aquí, junto a mí, en mí …" (24/1/1962).
"¡Qué bueno que está aquí, cerca de Cristo! " (25/1/1962).
"Soy muy feliz. Hoy es el primer viernes de mayo, un día importante para mí. Sentí la llamada de Dios como pocas veces antes. Unido a María y Jesús, yo estaba desbordante de alegría. ¿Cómo daré gracias a Dios, por ser tan hermoso y maravilloso vivir cerca de Cristo!" (04/05/1962).
"Me doy cuenta de que debo llegar a ser santo. No se puede ser cristiano mediocre. Que los que me ven, puedan ver a Cristo en mí " (20/1/1963).
"Tenemos que ser apóstoles por el ejemplo; debe ser nuestra sola presencia la que atraiga a otros a Cristo" (22/1/1963).
Y la alegría de vivir con Cristo no le impide, sino todo lo contrario, su pasión por el fútbol, la montaña, la lectura y los amigos.
El 29 de noviembre 1960 cae enfermo. Después de los análisis médicos, finalmente le diagnosticaron la enfermedad de Hodgkin, una dolencia incurable en aquel momento. Se le aplica un tratamiento agresivo y agotador. Durante largos períodos, tiene que permanecer en casa, pero él sigue trabajando duro con el fin de no perder el curso.
Nunca se quejó, pero en su diario, se descubren los momento más difíciles: "Durante la tarde me dolía todo el tiempo" (06/02/1961). "A las 8, le pedí a mamá que me diera masajes para dormir sin demasiado dolor. A las 10, me desperté, y nos fuimos a la Cruz Roja. Me hicieron dos radiografías. Cuando volvimos a casa al mediodía, sentía ganas de llorar. Estaba muy mal, con la moral baja". (27/11/1961).
Desde febrero, ya no puede ir a clase. Pero le dedica mucho tiempo a su trabajo escolar: él no quiere perder su año. Tiene que limitar todos los deportes, pero no se queja: está satisfecho con lo que puede hacer y escribe que él es feliz y que todo es "maravilloso": es la palabra favorita de Faustino.
Disfruta con las sesiones de cine-fórum que tiene lugar en el colegio. Ve la película "Los cuatrocientos golpes" de François Truffaut. A pesar de que ya no podía hacer deporte, está con sus compañeros cuando compiten.
En 1961 peregrina a Lourdes y pasa temporadas alternando la vida en el campo (recomendación de los médicos) y el curso escolar. Hay meses en los que se siente mejor, aunque las sesiones de radioterapia le suponen cansancio y desmejora física.
En enero de 1962, Faustino cuenta en el diario una anécdota que muestra la preocupación que tiene por el otro: "Este chico tiene catorce años. Vive en una buhardilla, apenas puede comer, trabaja ocho horas al día". Se cita con un amigo que pasa necesidad, para ayudarle. Este sentido del otro es una señal importante de su carácter y sensibilidad social. Su camino espiritual no le centra en sí mismo sino en los otros: "Ser útil a los demás es una de mis resoluciones y quiero ponerlo en práctica. Estaré muy atento con todos los que conozco y les voy a ayudar" (22/6/1961).
"Tenemos que empezar a trabajar por eliminar de nosotros mismos todo lo que Cristo no aprobaría. Eso significa trabajar en mi entorno, en casa, en el colegio, con mis compañeros de clase, en la ciudad, en el mundo entero" (25/1/1962).
Pero no ahorra ningún esfuerzo por vivir al cien por cien la vida cristiana: "Hoy la Iglesia necesita testigos. Debemos ser testigos de Cristo del siglo XX"
. En este proceso, la Virgen María ocupa un lugar muy grande: "María, yo quiero ser tu apóstol. Tenemos que ganar el mundo para ti, como hizo
el A los 15 años, escribió en su diario, con fecha 22 de junio de 1962: "Hoy hace veinte meses que Dios me dijo que le siguiera. Es maravilloso pensar que estaré
toda mi vida al servicio de Jesús y de María. Seré un pescador de almas. He estado reflexionando y me gustaría ir como religioso marianista a Sudamérica, donde
hacen falta tantos brazos para salvar almas". Faustino es consecuente: no olvida la decisión tomada veinte meses antes. En el
verano de 1962, participa en el camping colegial por Francia y Suiza. El 23 de enero 1963 escribe: "Tengo que ser un verdadero cristiano. Para lograr esto,
tengo que limar lentamente mis imperfecciones porque ser un buen cristiano no es fácil. Es aún más difícil de lo que uno imagina. María, ayúdame a ser otro Cristo"
Su último año
El final… o mejor, el principio
El 23 de enero 1963 no se levanta de la cama. Ya no se recuperará. No reacciona al tratamiento. Los médicos están desarmados y saben que no hay esperanza de
recuperación. El 11 de febrero 1963 escribe: "Anteayer sábado, fue un día muy feliz para mí, porque recibí el sacramento de los enfermos y renové mis promesas
por un mes como miembro de la Fraternidad. Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. Que nuestra
maravillosa madre del Cielo nos ayude a todos a ser mejores. Ayúdame, madre, a ofrecer estas pequeñas molestias para el bien del mundo".
Tres días antes de su muerte, su capellán lo visita; parece sufrir mucho.
"¿Cómo estás Faustino?"
– " Bien, padre "
– " ¿Tienes dolores? "
– "Depende del punto de vista"
"¿Cómo es eso?"
– "Bueno, vamos a ver, padre, en este momento hay muchos que están sufriendo más que yo!".
Faustino muestra un gran dominio de sí. No se le oía ni una palabra de queja.
El 3 de marzo 1963, por la tarde, su capellán, el padre José María Salaverri, viene a ver a Faustino que parece sufrir mucho. Pero en medio de la conversación, preguntó de todos modos:
"Padre, ¿sabe usted si el partido de esta noche lo van a televisar? ¡Pero qué tonto soy: si no voy a poder seguirlo! ¡Estoy muy cansado!"
En la mesilla de noche hay un papel en el que se puede leer la alineación del partido. Esa misma noche, tarde, llama a su madre. Al enderezar el cuerpo dolorido, cae de repente, sin un gesto, en silencio, con suavidad, y ya permanece inconsciente en los brazos de su madre. Así pasó a los brazos de Dios nuestro Padre. Eran las 23:20h
Su biografía "Tal vez me hable Dios", escrita por el P. José María Salaverri, está traducida al italiano, francés, inglés, húngaro, polaco, alemán, portugués, japonés y ucraniano. coreano. Existen biografías más breves y de diversos autores escritas en papiamento, rwandés, sueco y albanés. El libro sobre los favores concedidos por Faustino, llamado ´Los panes y los peces de Faustino´, está disponible también en polaco. Otra obra del Padre José María Salaverri, ´Los cuatro síes de Faustino´, fue editada entre otras lenguas, en kinyarwanda, la lengua nacional de Ruanda. Por su parte, la escritora sueca Katarina Johanson publicó en su país otro libro para niños sobre la vida de Faustino.
Decenas de movimientos juveniles han surgido en diversos paises del mundo bajo la inspiración de Faustino.
El padre José María Salaverri SM, profesor y director espiritual de Faustino, su biógrafo y principal impulsor de la causa desde Valencia hasta Roma, escribIó: "Venerable". ¿Qué significa esto? La palabra "venerable" nos da mucho respeto. La solemos aplicar a las personas con canas, mayores, "venerables" por la sabiduría adquirida durante tantos años de una sana experiencia de la vida… Pero ¿un chaval de dieciséis años y medio se le puede llamar "venerable"?
El Papa Benedicto XVI aprobó, el 14 de enero de 2011, las virtudes heroicas de Faustino Pérez-Manglano Magro (1946-1963), que fue alumno del Colegio Nuestra Señora del Pilar, de los religiosos marianistas de Valencia (España). Previamente un grupo de nueve teólogos había estudiado sus escritos y los muchos testimonios sobre él. Su conclusión unánime fue: "Faustino ha practicado las virtudes cristianas de modo heroico". Traduciéndolo al lenguaje corriente, nos querían decir que Faustino se merecía una matrícula de honor en vida cristiana. Y eso sin dejar de ser un joven aficionado al fútbol, a la natación, al montañismo, a los deportes.
Alegre, entusiasta, se le ocurrió a sus 14 años "decir sí a todo lo bueno", a lo humano y a lo divino. Amigo de sus amigos y amigo de Cristo y de María, que eran —como aquellos— una presencia habitual en su vida. Sus compañeros decían que era muy servicial. Tanto, que él se sintió llamado por Cristo para ser marianista y misionero. No pudo, pues la enfermedad de Hodgkin acabó con su vida el 3 de marzo de 1963. Pero vivió su vida sonriendo siempre. "Era todo sonrisa", dijo alguien de él.
Posteriormente, el Papa Benedicto XVI nos confirmó que Faustino supo vivir con sentido común y naturalidad, y además con el don de sabiduría del Espíritu Santo. Y que por lo tanto lo podemos llamar "Venerable".
Todo empezó a raíz de su muerte. Mons. Marcelino Olaechea, arzobispo de Valencia, leyó un breve escrito con rasgos de la vida de Faustino, testimonios, extractos de su diario… Se entusiasmó y, como buen educador salesiano, dijo: "¡Aquí tenemos un nuevo santo Domingo Savio!"
Santo Domingo Savio fue el joven discípulo de San Juan Bosco.
Mons. Marcelino Olaechea aprobó una oración para pedir favores por intercesión de Faustino. Pero, por una serie de circunstancias, la Causa tardó en empezarse oficialmente. Uno de los motivos, la discusión entre teólogos sobre la posible santidad canonizable de niños y jóvenes. Pablo VI nombró una comisión de expertos para estudiar la cuestión. Terminaron su estudio ya bajo el pontificado de San Juan Pablo II. La conclusión era clara: el Concilio Vaticano II había declarado que la santidad tenía que ser la meta de todo bautizado. También niños y adolescentes, fallecidos prematuramente, pueden acceder a la santidad oficial, si han amado a Dios y al prójimo de modo sobresaliente, según su edad, a su estilo y en sus circunstancias.
Mons. Miguel Roca Cabanellas, arzobispo de Valencia, se entusiasmó cuando se le propuso iniciar el proceso diocesano en vista a la beatificación. Confesó que la lectura de la vida de Faustino le había conmovido hasta las lágrimas al recordar algún episodio de su propia juventud.
Pidió trasladar los restos de Faustino a la capilla del Colegio del Pilar de Valencia y quiso presidir personalmente la ceremonia el 11 de abril de 1986. El 17 de octubre de ese año, él mismo presidió la apertura del proceso. Con esto ya se ganó Faustino su primer título oficial: "siervo de Dios".
Durante cuatro años fueron desfilando testigos para declarar ante el tribunal diocesano: familiares, profesores, compañeros, personas que le habían conocido. Se recogieron todos sus escritos. Se hicieron dos estudios teológicos… Y el 14 de diciembre, de nuevo Mons. Roca presidió la ceremonia de clausura. Se sellaron varios paquetes con toda la información recibida y se envió todo a la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
El padre Enrique Torres, postulador de las causas marianistas, bajo la dirección de Mons. Gutiérrez, estudió toda la documentación para comprobar si de verdad podía tratarse de una auténtica santidad canonizable.
Con todos esos estudios y documentación, se imprimió un volumen de más de 700 páginas, llamado Positio. En el año 2009, nueve teólogos dieron su parecer por escrito. Una comisión de cardenales y obispos, cuyo ponente fue monseñor Edmund Farah, arzobispo oriental maronita, volvió a estudiar todo el proceso y dio su aprobación, que fue ratificada por el Papa Benedicto XVI. El 14 de Enero de 2011, Su Santidad Benedicto XVI reconoció las "virtudes heroicas" de Faustino Pérez-Manglano, declarándolo Venerable.
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