(Testimonio del P. Derobert,
hijo espiritual del Padre Pío) LA SANTA
MISA EXPLICADA POR SAN PÍO DE PIETRELCINA
Él me
había explicado poco después de mi ordenación sacerdotal que celebrando la Eucaristía
había que poner en paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de
comprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que el sacerdote en el Altar es
Jesucristo. Desde ese momento Jesús en su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.
Desde la señal de la cruz inicial hasta el ofertorio es necesario reunirse con Jesús en
Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta "marea
negra" de pecado. Hay que unirse a él en el dolor de ver que la Palabra del Padre,
que él había venido a traernos, no sería recibida o sería recibida muy mal por los
hombres. Y desde esta óptica había que escuchar las lecturas de la misa como estando
dirigidas personalmente a nosotros.
El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado...
El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padre que le
ha permitido llegar por fin a esta "Hora".
Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la Consagración nos encontramos
¡rápidamente! con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, su coronación de
espinas y su camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo presente en el
"momento" a todos los que están allí y a todos aquellos por los que pedimos
especialmente.
La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre derramada ahora. Es
místicamente, la crucifixión del Señor. Y por eso el Padre Pío de Pietrelcina sufría
atrozmente en este momento de la Misa.
Nos reunimos
enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos desde este instante, al Padre, el Sacrificio
Redentor. Es el sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la
Consagración.
El "Por él, con él y en él" corresponde al grito de Jesús: "Padre, a
tus manos encomiendo mi espíritu". Desde ese momento, el Sacrificio es consumado y
aceptado por el Padre. Los hombres, en adelante, ya no están separados de Dios y se vuelven
a encontrar unidos. Es la razón por la que, en este momento, se recita la oración de
todos los hijos: "Padre Nuestro....."
La fracción del Pan marca la muerte de Jesús.....
La intinción, el instante en el que el Padre, habiendo quebrado la Hostia (símbolo de la
muerte...) deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa
Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de
nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en la comunión.
La bendición del Sacerdote marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la
vez como escudo protector contra las astucias del Maligno....
Se comprenderá que después de haber oído de la boca del P. Pío tal explicación,
sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya pedido seguirle por este
camino...lo que hago cada día...¡y con cuánta alegría!.
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