CONCLUSIÓN
La Santísima Virgen María dice a su Hijo: "HIJO: APIÁDATE DEL ALMA DEL QUE TE AMA
A TI, Y ME ALABA A MÍ."
Y continúa la Santísima Virgen diciéndonos:
"LOS QUE SE GUÍAN POR MÍ, NO PECARÁN."
"LOS QUE ME AMAN Y ME DAN A CONOCER A LOS DEMÁS, OBTENDRÁN LA VIDA ETERNA."
"DICHOSO EL QUE OYE MI VOZ Y VA TODOS LOS DÍAS A PEDIR A LAS PUERTAS DE MI
MISERICORDIA LUZ Y SOCORRO."
El Venerable Tomás de Kempis nos anima diciendo:
"Si deseáis, oh hermanos, hallar consuelo en todos los trabajos, acudid a María,
invocad a María, obsequiad a María, encomendaos a María.
<<Con María regocijaos, con María llorad, con María rogad, con María caminad,
con María buscad a Jesús. Con Jesús y María, finalmente, desead vivir y morir.
Haciéndolo así, siempre adelantaréis en los caminos del Señor, pues María rogará
gustosa por vosotros, y el Hijo ciertamente escuchará a la Madre y os salvará."
Y san Bernardo termina con la siguiente súplica:
"¡Oh Reina del mundo!, a Vos levantamos nuestros ojos. Debiendo presentarnos delante
de nuestro Juez, después de haber cometido tantos pecados, ¿quién podrá aplacarle?
Nadie puede hacerlo mejor que Vos, ¡oh santa Señora: Vos, que tanto le amáis y sois de
Él tan tiernamente amada. Abrid, pues, ¡oh Madre de misericordia, vuestro corazón a
nuestros suspiros y a nuestras súplicas. Nos refugiamos bajo vuestra protección, aplacad
la cólera de vuestro Hijo y haced que recobremos su gracia. Vos no aborrecéis al pecador
por más criminal que sea. Vos no le desecháis si suspira por Vos y arrepentido solicita
vuestra poderosa y maternal intercesión.
Vos con vuestra piadosa mano le libráis de la desesperación, le inspiráis esperanza, le
infundís consuelo y no le abandonáis hasta haberlo reconciliado con su Divino
Juez."