ORIGEN DE LA IDEA DE SU CONSTRUCCIÓN
EN VALENCIA
Los hechos
sucedidos entre el mes de octubre de 1993 y mayo de 1994, respecto a la existencia de un
santuario dedicado al culto de la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, en lo alto
del Monte Picayo de Sagunto, en la provincia de Valencia, carecería de interés si no
retrocedemos unos años y relatamos la historia desde el principio, tal y como la hemos
oído contar de viva voz por los que la vivieron y recuerdan con satisfacción.
Prescindiendo del lugar y fecha de nacimiento del principal protagonista de esta historia
y primeros años en la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, en Cataluña,
de donde es oriundo, el padre Fernando Molluna Monné que así se llama , nos centraremos
en la presencia humana de dicho padre ya sacerdote, en la Comunidad Valenciana, ejerciendo
su ministerio sacerdotal, apostólico y pastoral en diferentes lugares de la misma.
El año 1947 estaba el padre Fernando en la parroquia de la Santísima Virgen de
Monteolivete, de Valencia, regida por los Padres Paúles, ejerciendo su ministerio
pastoral entre los feligreses de la misma.
Preguntando entre los feligreses de la parroquia (pocos, por cierto, pues no en vano han
pasado cincuenta años por la actividad del padre Fernando en aquellos tiempos), la
respuesta es unánime: muy trabajador, siempre dispuesto a solucionar favorablemente los
problemas de los que a él acudían.
Es curioso observar el interés de todos los preguntados en resaltar la labor pastoral que
el padre Fernando realizaba entre los feligreses, visitando personalmente todas las
alquerías extendidas por toda la huerta valenciana pertenecientes a la demarcación de la
Parroquia de Monteolivete, hoy convertidas en grandes bloques de viviendas urbanizadas, en
largas avenidas y calles.
Mostraba un especial interés sacerdotal en la administración de los sacramentos de
confesión y comunión viático, a los enfermos que lo requerían, tanto de día como de
noche.
Era proverbial entre los feligreses la devoción del padre Fernando a la Santísima Virgen
y el entusiasmo y fervor que mostraba cuando hablaba de Ella.
También realizó una fructífera labor social entre los pobres y los marginados del
barrio, con particular atención a los gitanos, muy numerosos entonces en la zona.
Se desconoce el tiempo exacto que el padre Fernando estuvo en esta parroquia, por no
constar en la fuente informativa de dónde ha sido sacado parte de este relato. Lo que sí
se sabe es que no abandonó la Comunidad Valenciana.
EN EL PUERTO DE SAGUNTO
En esta ciudad la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl (Padres Paúles)
tenían un colegio apostólico, donde los jóvenes aspirantes a religiosos sacerdotes se
preparaban mediante los estudios primarios.
En esta residencia vivían unos sacerdotes también paúles que regentaban dos parroquias
en la ciudad: una dedicada a la Santísima Virgen del Carmen y la otra a la Santísima
Virgen de Begoña.
Por mera curiosidad, se preguntó el porqué del título de esta parroquia en la Comunidad
Valenciana y la respuesta fue porque se fundó a petición de la dirección de la
factoría de Altos Hornos de Vizcaya, para la atención espiritual de sus trabajadores
cerca de la factoría , y que por eso se puso bajo la advocación de la Patrona de Bilbao.
Resuelta esta curiosidad, se continúa con el trabajo informativo.
Vamos a centrar nuestra atención en la parroquia de la Virgen de Begoña, por ser aquí
donde el padre Fernando, junto con el padre Jaime, ejercían su ministerio sacerdotal y
pastoral entre sus muchos feligreses, que debido a la emigración venida de otras regiones
de España en busca de un puesto de trabajo, aquí habían encontrado.
El trabajo de los Padres era acertado pero agotador, pues a la misión ministerial y
pastoral, en lo religioso moral, había que atender en lo social y resolver, si era
posible, las necesidades de los que acudían en demanda de ayuda y protección. Muchos son
los testigos que recuerdan el buen hacer de los Padres en esta materia, que se extendía
desde la busca de vivienda, pasando por las visitas a enfermos y necesitados, reparto de
ropa y comida, y algunas veces hasta dormir en las dependencias parroquiales.
Impresionante el testimonio verbal de las personas muchas, por cierto que conocieron y
recibieron atención de estos buenos pastores que permanecieron fieles junto a sus ovejas
en aquellos duros y difíciles años 50 60. Sería interminable contar uno a uno los casos
de gratitud de las buenas y sinceras gentes hacia los sacerdotes de la parroquia.
Dejemos que sea Dios quien juzgue, premie y castigue.
En el curso escolar 1960 61, el padre Fernando con los alumnos del Colegio Apostólico
hizo una excursión a lo alto del Monte Picayo entre Sagunto y Puzol, y contemplando desde
esa altura a 385 metros sobre el nivel del mar, la maravilla que la madre naturaleza
ponía ante sus ojos, tuvo la idea inspiración de en ese inaccesible, pero maravilloso
lugar, construir un santuario en honor de la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa,
que sin él saberlo sería el único dedicado a la Milagrosa en toda la Comunidad
Valenciana.
Comunicada la idea a los superiores, éstos, después de un tiempo de reflexión y
consultar a los superiores mayores, decidieron, por lo inaccesible del lugar y lo costoso
que sería construirlo, desistir de la idea, y sin dar un no rotundo y definitivo se
pospuso para más adelante, si esa era la voluntad de Dios y deseo de la Virgen
inspiradora de ser allí venerada. El padre Fernando, obediente, aceptó la decisión de
los superiores y todo quedó olvidado por el momento.
Pero la semilla estaba echada, y la fe mueve montañas...
CADA VEZ MÁS CERCA
A principios del año 1964 fue requerido el padre Fernando Molluna Monné, por don Jesús
Gómez Escardó, fundador de la urbanización Monte Picayo, de Sagunto Puzol, para que se
encargara en calidad de sacerdote, de la ermita dedicada a santa Alicia construida dentro
de la urbanización.
En el mes de noviembre de ese mismo año 1964, el señor Obispo auxiliar de Valencia, don
Rafael González Moralejo, bendijo la ermita de Santa Alicia y nombró al padre Fernando
capellán responsable espiritual de la misma, en favor de los habitantes de la
urbanización, que requirieran sus servicios ministeriales y pastorales.
Después de obtenidos del Palacio Arzobispal de Valencia todos los permisos para la
celebración del culto público en la ermita incluida la Eucaristía, como el padre
Fernando vivía en el Puerto de Sagunto, se acordó que en principio sólo se celebraría
la Eucaristía los domingos y días festivos de precepto, hasta que el padre Fernando
consiguiera una vivienda más cerca y prestar mejor servicio a los feligreses a él
encomendados. Posteriormente pasó a ocupar una vivienda muy cerca de la ermita.
El lugar donde unos años antes había concebido la idea inspiración de construir un
santuario en honor de la Virgen Milagrosa estaba a sólo 30 minutos a pie subiendo por la
montaña, de donde actualmente residía el padre Fernando.
La intención de levantar en ese escabroso lugar de tan difícil acceso un trono a la
Reina y Madre de Misericordia, no había muerto en el corazón de su fiel y amante hijo.
Sólo estaba esperando que, si era voluntad de Dios, y la Santísima Virgen Milagrosa
quería ser allí venerada, se realizaría lo inspirado por ella en su día.