En el año 1961, el padre Fernando Molluna Monné, acompañado de los alumnos del colegio Virgen de Begoña, del que era profesor, realizó una excursión al Monte Picayo, situado en Sagunto (Valencia) y allí recibió la inspiración de fundar un santuario a la Virgen, al que él, por ser paúl, puso la advocación de Milagrosa.
Comunicada la idea a los superiores surgió la polémica (como todas las obras de Dios) entre defensores y detractores. Después de muchos sacrificios, que el padre superó con mucha fe y esperanza en la Virgen, el santuario se levantó y el padre Fernando quedó en cuerpo y alma al servicio de la Virgen.
En 1982, el padre Fernando enfermó de cierta gravedad, y los superiores decidieron mandarle para reponerse a Cataluña, de donde es oriundo. Con la marcha del padre Fernando desapareció toda actividad en el santuario y culto a la Virgen, quedando todo abandonado.
En octubre de 1993, de nuevo la Virgen toma la iniciativa y, por medio de una voz interior, muestra su deseo de ser venerada de nuevo en ese santuario.
En mayo de 1994, la Virgen, por medio de un cuadro, fue puesta al culto y veneración de los que quisieran visitarla.
En mayo de 1995, ya restaurado el santuario, se procedió a la inauguración que realizó el padre Fernando, desplazado desde Barcelona a sus 86 años con un permiso especial del padre Provincial.